La previa del derbi de anoche entre el Athletic y el Alavés tuvo un condicionante distinto al de cualquier otro encuentro de esta temporada, pues lejos de hablar de tal o cual jugador, de si Ernesto Valverde había puesto un once del gusto del personal o todo lo contrario, el sorteo de las entradas de la final de Copa monopolizó los instantes previos. Todo giró en torno a conocer si el socio del asiento más cercano o de alguno más lejano había sido agraciado; o si un amigo de un amigo había corrido mejor suerte que quien preguntaba, aún dolido por no haber resultado agraciado. Eso y cómo llegar a Sevilla fueron los temas estrella de conversación en los prolegómenos de un encuentro en San Mamés en el que volvió a suceder lo de casi siempre esta campaña: triunfo de un Athletic que tiene el viento a favor.

Todo parece irle rodado al conjunto rojiblanco este curso, hasta el punto de que ha convertido aquella célebre frase de Howard Kendall, ya saben, la de “UEFA posible”, en Champions posible. Por lo pronto, hoy ha amanecido cuarto, un punto y un puesto por delante del Atlético de Madrid, que esta noche recibe en el Metropolitano al Barcelona, al que deberá ganar para recuperar la cuarta posición. Además, el Girona, que resiste aún en los puestos nobles de la tabla, pero que ha perdido mucha de su renta, es segundo solo seis puntos por delante del Athletic. Y todo ello, gracias al acierto exhibido en el derbi de anoche frente al Alavés, que bien pudo tener un desenlace distinto, pero como quiera que la tropa de Valverde, con mención especial para Unai Simón y Gorka Guruzeta, se mostró muy eficaz en ambas áreas, los tres puntos volvieron a quedarse en Bilbao, donde solo el Real Madrid, líder destacado del campeonato, ha sido capaz de ganar en lo que va de campaña.

El derbi tuvo cierto aire al choque de la pasada semana en Gran Canaria. Sin necesidad de realizar un fútbol muy vistoso, a base de acierto, el Athletic terminó por minar la moral de su rival. En este caso fue el Alavés, al que le sobró la segunda mitad, en la que ni siquiera inquietó a uno de los grandes protagonistas de la noche, un Simón que está de dulce y que volvió a demostrar de lo que es capaz. Es, sin duda, uno de los grandes porteros del panorama Mundial. Y pese a ello, Valverde se permitirá el lujo, salvo giro inesperado de guion, de sentarle en la final de Copa del próximo 6 de abril. Claro que si el presente de Simón es brillante, qué decir del futuro que le espera a Julen Agirrezabala...

La final, para la que restan ya menos de tres semanas, podría decirse que comenzó a jugarse ayer mismo. Pues la intensidad y la manera en la que el Alavés inquietó e los bilbainos en la primera media hora pueden servir como una buena prueba de fuego para la esperadísima cita de La Cartuja, donde el Mallorca aguardará con el cuchillo entre los dientes. Saber aguantar, jugar con pausa y con la entereza mostrada ayer en los peores momentos del partido, se antojará vital en busca del éxito.

Por delante, eso sí, hay un parón por los compromisos de las selecciones, entre ellas la Euskal Selekzioa, que el próximo sábado recibirá en La Catedral a la Uruguay de Marcelo Bielsa, y la siempre atractiva visita al Santiago Bernabéu. Después, Sevilla, La Cartuja y todo lo que rodeará a una cita que los leones esperan que se convierta en histórica. En su despedida de San Mamés, pues no volverán a jugar en él hasta el 14 de abril, cuando recibirán al Villarreal de Marcelino García Toral, cumplieron con el expediente. Vencieron a un Alavés al que le tienen tomada la medida, repitiendo el mismo resultado de las dos citas previas, no hubo que lamentar bajas y hasta un rival, Andoni Gorosabel, que todo apunta a que será rojiblanco el próximo curso, recibió aplausos al ser sustituido. El Athletic, con el viento a favor.