Con los datos correspondientes al primer mes de competición, predecir el rol que Ernesto Valverde adjudicaría a algunos integrantes de la plantilla era un tanto aventurado. Hoy, celebradas quince jornadas de liga y una ronda copera, existen datos suficientes que confirman algunas sospechas. Lo mismo en lo que respecta a aquellos jugadores que apuntaban a gozar de un protagonismo importante, como a los que podían quedar en un segundo o tercer plano. En la mayoría de los casos, las inercias intuidas en el comienzo se han consolidado. Una realidad que tampoco constituye una sorpresa, dado que el técnico acostumbra a repartir minutos generosamente entre los que considera titulares, mientras los demás permanecen a la espera, en el banquillo, con pocas esperanzas de revertir su rol.

Ahí está la situación de Villalibre, desaparecido pese a que el propio Valverde parecía dispuesto a concederle oportunidades después de que un año atrás marchase al Alavés para sentirse útil. La situación del ariete no ha cambiado y representa por tanto un ejemplo extremo. Ni contaba, ni cuenta. Entre el resto de los infrautilizados figuran los más jóvenes y algún veterano. Que Raúl García lleve 84 minutos en liga, suena fuerte, máxime cuando en verano se le renovó el contrato, pero no cabe obviar que la campaña anterior su función consistió en salir al campo en los finales de los partidos. Intervino en 42, muchos, pero solo en nueve desde el inicio, varios de Copa, para acumular 1.247 minutos.

No obstante, la involución más llamativa corresponde a Iker Muniain. Existían razones para predecir que el capitán hallaría dificultades para hacerse un hueco. Durante el curso anterior, experimentó una significativa bajada en términos de participación. En parte porque venía de jugarlo todo a las órdenes de Marcelino, en concreto 3.359 minutos que le auparon al liderato en este capítulo por vez primera en su carrera. Con Valverde su registro descendió a 2.058, que objetivamente no son pocos (únicamente diez compañeros le adelantaron), pero sí bastantes menos.

318 minutos en liga

Estaba por ver cómo se manifestaba esa inercia descendente en un año especial para Muniain, que recientemente adelantó a Txetxu Rojo en el ránking histórico del club y ya es segundo por detrás de José Ángel Iribar. Bueno, pues de agosto para acá, la presencia de Muniain ha caído en picado. A fecha de hoy asoma como el décimo sexto con 318 minutos en liga. Cifra que apenas se adecenta con los 90 contabilizados frente al Rubí, en su único encuentro completo. Su tarjeta se compone de cuatro titularidades, ocho ocasiones en que salió en la segunda parte y otras cuatro en que ni siquiera pisó el césped.

A la elocuencia de la estadística se han de agregar detalles significativos del tipo de que, en la inauguración de la temporada, contra el Madrid en San Mamés, ausente Sancet del once por precaución, Valverde le colocó en la banda y el elegido para las labores de enlace fue Unai Gómez. Esa tarde, Muniain fue suplido en el descanso. En la segunda jornada, en El Sadar, quedó inédito, pero la roja que vio Sancet en dicho escenario, le permitió ser titular en la tercera. Una circunstancia que se repitió en la octava fecha, de nuevo porque Sancet estuvo sancionado.

En general, el entrenador ha recurrido a Muniain vencida la hora de juego, si bien hasta en tres oportunidades su concurso no pasaría de testimonial: ocho minutos una vez y en dos más, cinco minutos justos. Guarismos que junto a las cuatro jornadas en que no fue incluido en el lote de los cinco cambios reglamentarios, revelan que el capitán ha estado ausente o casi en la mitad de los compromisos del Athletic.

Jamás en sus quince campañas en el primer equipo y estando disponible había atravesado por un período tan frustrante en el plano personal. Experimentó las consecuencias de un par de lesiones graves que le inhabilitaron durante meses, pero se recuperó y volvió a disfrutar de la condición de fijo en la pizarra de los técnicos. Hasta el año pasado, en que empezó a verse relegado. En el vigente esta tendencia se ha acentuado, quizá de manera irreversible. Una dinámica que coincide con la conclusión de su contrato.

El club debe abordar su futuro coincidiendo con la explosión de Sancet o Nico Williams, precisamente los futbolistas que acaparan las demarcaciones donde Muniain ha desarrollado toda su carrera y ambos recién renovados para largo. El asunto se antoja delicado: sus opciones, al igual que sus prestaciones o el peso específico que tiene en el equipo, no casan con la ficha que percibe. Seguro que tampoco con sus aspiraciones de continuar en el Athletic. Y no se atisban indicios que vayan a favorecer la posición y los intereses de Muniain.