No fue el primer goleador en el nuevo San Mamés, el brasileño Charles Dias se adelantó al marcar el 0-1 para el Celta de Vigo en el estreno del coliseo rojiblanco el 16 de septiembre de 2013, pero Mikel San José (Atarrabia, 1989), que respondió de inmediato con un disparo cruzado que devolvió las tablas al marcador, podrá presumir de por vida de ser el primer jugador del Athletic que hizo estallar de júbilo a la parroquia bilbaina en un templo en el que siempre será recordado.

50

Las imágenes del primer partido en el nuevo San Mamés Oskar M. Bernal

16 de septiembre de 2013. ¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza al recordar esa fecha?

—Que queda ya muy lejos y ha pasado mucho tiempo desde entonces, aunque recordándolo ahora parece que fuera ayer mismo. Fue un gran día por todo lo que pasó.

¿Cómo fueron los días previos a aquella cita tan señalada?

—Con el trabajo habitual de preparar un partido, pero con las ganas de jugar ya en casa y pisar el estadio, aunque no estuviera acabado. Recuerdo, además, que estuvimos un montón de tiempo con el tema de si era mejor empezar atacando a la portería sin grada o a la otra, en la que se metían más goles.

¿Cómo fue salir del túnel de vestuarios y ver las gradas llenas por primera vez a excepción de ese fondo que faltaba por construir?

—Fue una sensación nueva para todos. El anterior estadio era magnífico también y estrenar el nuevo San Mamés suponía dar inicio a una nueva etapa del club. Fue impresionante.

Comenzó el partido y a los 11 minutos marcó Charles Dias para el Celta. Jarro de agua fría.

—Llegó muy pronto ese gol y es verdad que fue un jarro de agua fría. No solo por empezar perdiendo el partido, sino porque a todos los que estábamos en el césped nos hubiera gustado ser el primer goleador del campo. El gol de Charles nos privó de esa oportunidad, aunque no dejara de ser un dato anecdótico y el hecho de empezar por detrás en el marcador implicara tener que remontar, lo cual pudimos hacer.

¿Hablaban en los días previos de quién podría hacer ese primer gol en San Mamés?

—Sí, a ratos. Las típicas tonterías. Hicimos bolillas en el vestuario para ver quién marcaba el primer gol, pero era muy impredecible, porque con Ernesto (Valverde) hasta dos horas antes del partido no se sabía quiénes iban a jugar. Era un milagro acertar.

El premio fue para usted. Minuto 17, falta lateral que puso en el área Beñat, hubo un rechace y usted no se lo pensó dos veces. Disparo cruzado con la pierna izquierda y gol. El primero del Athletic en el nuevo San Mamés. Seguro que lo tiene grabado en la memoria.

—Sí, sí. En días posteriores, al analizarlo, recuerdo además que Ernesto recalcó que fue una falta en la que fui prácticamente el único que entró al remate. Los demás se quedaron un poco más atrás mirando porque el balón se iba largo y de ahí la importancia de creer siempre en el posible fallo del rival.

¿Fue consciente en el momento del significado especial de aquel gol?

—Fui consciente de ello, pero también de que habíamos empatado el partido y que todavía no había nada ganado. Por eso fui corriendo a por el balón. Recuerdo también que mi aita se había ido hacía muy poco y que se lo dediqué a Maitane, la persona más importante para mí. Fue todo muy rápido de todos modos, porque era el 1-1 y había que ir a por más.

Con el paso de los días tuvo tiempo para asimilarlo más detenidamente.

—Sí, después del partido el club me pidió la ropa para el futuro museo y sé que es un gol que va a quedar ahí. Es algo anecdótico, pero va a estar siempre ligado a la historia del nuevo campo y ser partícipe de eso es motivo de orgullo.

¿Qué le comentaron los compañeros a posteriori? No sería uno de los que más aparecieron en las bolillas previas.

—No te creas. Solía entrar en las bolillas, porque tenía puntos de suerte. Ese día era muy importante y a la gente que suele tener fe y suerte y en los momentos indicados está en el sitio adecuado puede pasarle. Yo me había perdido los primeros partidos de liga por una lesión y salió todo de cara en un día tan señalado.

En otra de las grandes noches que se recuerdan en el nuevo San Mamés también fue protagonista con un gol desde el centro del campo al Barcelona en la ida de la Supercopa de 2015.

—Es un poco lo que decía antes. El día justo, en el momento exacto, estar ahí. Fue otro gran día en el que salió todo de cara. Este campo tiene diez años, han pasado cosas muy buenas y quedan otras mucho mejores que disfrutaré como aficionado.

Detuvo finalmente la cuenta en 397 partidos y 37 goles como rojiblanco. ¿Qué balance hace de su carrera?

—Contento y orgulloso de la trayectoria que he tenido y de todos mis años en el Athletic desde los dieciséis años que entré en el club. Orgulloso de todos los entrenadores que he tenido, de los compañeros con los que compartí vestuario y de toda la gente que nos ha cuidado desde todos los departamentos que hacen funcionar al club. Siempre digo que uno cuando es niño no puede llegar a imaginar lo que yo he conseguido y estoy muy contento por ello.

Colgó las botas en el Amorebieta a los 33 años. ¿Por qué exactamente?

—Por lesión. Tengo varias hernias en el cuello que imposibilitan la práctica del fútbol. Tenía ganas y ánimo para continuar jugando, pero hay cosas que están por encima y no se pueden controlar y tuve tiempo para hacerme a la idea. No quedó otra y di el paso convencido.

¿Cómo es su día a día en la actualidad?

—El día a día de alguien normal. Voy a la ikastola con los txikis, llevo a entrenar a fútbol a uno, a balonmano a otra y sigo muy pendiente del Athletic, del Amorebieta y también del Birminghan, donde jugué un año y fue otro paso muy importante para mí.