San Mamés tenía ganas de reencontrarse con el fútbol, con su querido Athletic tras un verano atípico por aquello de que el equipo se fue a hacer las Américas; también por ese regusto amargo que dejó la pasada temporada, de nuevo a las puertas de Europa, y ya van seis campañas sin pisar el Viejo Continente más que en amistosos. Hubo un atisbo de esperanza con ese amago de sanción a Osasuna que finalmente quedó en nada más allá de una pequeña multa económica al conjunto rojillo. Ahí se acabaron las esperanzas de los bilbainos, que se volvieron a encontrar con su afición ayer en una de esas noches marcadas en rojo en el calendario pese a ser solo la primera jornada de liga y no haber alcanzado siquiera el ecuador del mes de agosto. Pero como corresponde a cada visita del Real Madrid a La Catedral tocaba lucir las mejores galas. Lástima que el equipo de Ernesto Valverde se mostrara tan timorato, superado por un rival al que le bastó con jugar al trantrán. Poco le importó al conjunto merengue no contar ni con el lesionado Thibaut Courtois ni con Karim Benzema, atraído por los petrodólares de Arabia Saudí. Ganó con total merecimiento y sin pisar el acelerador a fondo.

Al Athletic le faltaron muchas ideas cuando pudo tener el balón bajo su control, circunstancia que no se dio durante largos periodos de tiempo en la primera mitad, cuestión que varió levemente a la vuelta de vestuarios; pero más preocupante fueron sus desajustes en defensa. O más bien la falta de intensidad que mostraron algunos de sus futbolistas en los dos goles del Real Madrid. Tiene mucho por mejorar el conjunto rojiblanco, no cabe duda. Y gracias a que Dani Vivian, señalado en ocasiones el curso pasado por errores impropios de aquel futbolista que asombró en su primera temporada, le dio por secar en casi todas las acciones individuales a Vinicius. Eso y que Unai Simón también sacó dos buenas manos para evitar una mayor sangría goleadora.

LA APUESTA

La apuesta por Iñigo Lekue en el lateral izquierdo ante la ausencia del lesionado Yuri Berchiche, que tuvo que ver desde el palco cómo sobre el verde de San Mamés corría la banda Dani Carvajal, el futbolista que le mandó a la enfermería tras propinarle una feísima patada en el encuentro que cerró la pasada campaña, le salió rana a Valverde. Como tratar de mimetizarse con el Real Madrid, que ha variado su estilo y juega ahora con un rombo en el centro del campo, obviando los extremos. Quiso reforzar la medular el técnico rojiblanco, con Iker Muniain en banda izquierda y el debutante Unai Gómez en la media punta, pero la cosa no funcionó. La decisión de alinear a un único jugador puro de banda, Nico Williams, impidió al Athletic atacar los espacios a la espalda de los laterales merengues y todo pasó por la inspiración de un centro del campo al que el Madrid, sin Kroos ni Modric en el once, pero con futbolistas más físicos, tuvo en todo momento bajo control.

Iñaki Willliams fue un oasis entre Militao y Alaba y la entrada de Gorka Guruzeta tras la reanudación tampoco le dio otro aire al ataque rojiblanco. Solo Sancet, que junto a Berenguer y el citado Guruzeta completó el triple cambio al descanso, algo prácticamente inédito con Varde, pareció estar en condiciones de cambiar el devenir del choque. Pero qué va. Su corta preparación tampoco le ayudó.

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Tiene trabajo por delante Txingurri, al que no le quedó más que asumir la superioridad del Real Madrid en el estreno liguero del Athletic, que tiene mucho que mejorar.

La cifra: 500

Óscar de Marcos disputó anoche ante el Real Madrid su partido 500 con la camiseta del Athletic, convirtiéndose así en el séptimo jugador en la historia del club bilbaino en alcanzar el medio millar de encuentros oficiales. La lista la encabeza José Ángel Iribar, que jugó un total de 614 choques en 18 temporadas.