El parte anticipa que la lluvia no hará acto de presencia en Vigo este fin de semana, lo que no quita para que en Balaídos el nivel del agua esté muy alto. En concreto, al Celta le llega al nivel del cuello, puesto que está en descenso después de los marcadores de Almería y Cádiz. Nada que pille de sorpresa si se considera que en la primera vuelta presenta una media inferior al punto por jornada. Una situación que, como siempre, da pie a dos lecturas: parece una buena oportunidad para que el Athletic explote esa debilidad del rival que reflejan las estadísticas; las urgencias pueden actuar como un revulsivo en las filas del anfitrión y convertirse en fuente de problemas para los leones.

Balaídos figura como un destino amable para el Athletic. Es un campo donde se suele desenvolver bien. Influye en ello el perfil del Celta, más dotado para la elaboración y el manejo de la pelota que para la pelea, con futbolistas amantes de la posesión que sufren a la hora de cerrar y en el trabajo sin balón. Así se explica el elevado número de goles que ha concedido, diez más que el Athletic, auténtico lastre de un proyecto que ya ha conocido un relevo en su dirección que no ha surtido efecto. Carlos Carvalhal ha continuado en la senda de Eduardo Coudet, despedido el 2 de noviembre. Desde entonces, el Celta no se ha movido de sitio en la tabla. El balance del luso se resume en un triunfo, tres empates y dos derrotas, además de que fue apeado de la Copa por el Espanyol.

El Athletic puede sacar pecho por su inmaculada trayectoria copera, pero si se toma el mismo período correspondiente a la liga, la perspectiva cambia: un triunfo, dos empates y tres derrotas. La doble cara del conjunto de Valverde justifica una incertidumbre que pretende despejar más pronto que tarde. De inmediato, a costa del Celta. En caso contrario seguirá alimentando unas dudas que todavía no han encendido las alarmas. A pesar de retrasarse cuatro puestos, tiene a tiro a dos de los equipos que le preceden, Osasuna y Betis, realidad que no puede ocultar que Atlético y Villarreal han cobrado cierta distancia, por no hablar de que la Real se le ha escapado definitivamente.

En mitad del calendario casi nada está decidido, la carrera de fondo con meta en Europa permanece abierta, pero a la vista de los acontecimientos el Athletic debería espabilar y en la cita de hoy pone a prueba su nivel de fiabilidad. La inercia que trae de Mestalla se antoja un factor ideal para relanzar su candidatura. Con el ánimo renovado, el equipo tiene ante sí un partido para reafirmarse, máxime si visita a un adversario alicaído, muy presionado, que vive pendiente de la inspiración de Iago Aspas, su eterno capitán.

El incierto estado físico de Iñaki Williams concita atención. Ante la ausencia de un parte médico que precise la dolencia que sufre, el entrenador se limitó a declarar que se trata de una molestia y que no está localizada en la rodilla que le habría mermado en semanas anteriores. El delantero, que frente al Valencia fue suplido a dos minutos del final, ha entrado en la convocatoria, de lo que se deduce que se halla disponible. Ya se verá si juega o no de salida.

El escaso margen transcurrido desde el compromiso de Copa asoma como razón de peso para que se registren variaciones. Simón tomará el testigo de Agirrezabala y Lekue pudiera dar un respiro a De Marcos, que lleva un tute curioso. En la zaga se da por segura la participación de Vivian, Yeray y Yuri Berchiche. La línea del centro del campo se presta a novedades, incluso en las tres demarcaciones. Vesga y Dani García optarían a ser el medio de cierre, mientras que no extrañaría en absoluto que Zarraga y Sancet ejercieran de interiores.

La inesperada alineación de Herrera y Muniain el jueves, dos hombres que acumulaban muchas semanas sin ser titulares, invita a pensar que esta vez empezarán en el banquillo. La pareja más joven venía siendo la más utilizada y la conveniencia de preservar la frescura en la zona ancha aconsejaría el relevo. En punta, repetirá Nico Williams, que no se pierde una, y a expensas de lo que suceda con su hermano, Valverde elegirá entre Berenguer y Guruzeta, o pondrá a ambos dejando a Iñaki Williams para la segunda mitad.