La parroquia rojiblanca asistió al esperado estreno en la titularidad de Ander Herrera (14-VIII-1989, Bilbao), una de las tres incorporaciones ejecutadas el pasado verano por la Junta Directiva presidida por Jon Uriarte, junto a Ander Capa y Gorka Guruzeta. Hasta la fecha, el centrocampista procedente del Paris Saint-Germain había disputado 77 minutos distribuidos en tres partidos, en los que concursó saliendo desde el banquillo, siendo expulsado en el último de ellos, en el empate frente al Sevilla, lo que le acarreó la suspensión para el partido contra el Atlético de Madrid.

Con Herrera integrado en la alineación inicial para medirse al Getafe, actualmente son diez los jugadores de la plantilla del Athletic que por el momento no han gozado de participación alguna en un planteamiento titular esta temporada: Agirrezabala, Iru, Balenziaga, Capa, Paredes, Vencedor, Zarraga, Morcillo, Raúl García y Guruzeta. Por contra, dieciséis efectivos han sido de la partida en alguna ocasión.

Ernesto Valverde ubicó a Herrera inclinado al costado izquierdo, formando dupla en el eje del centro del campo con Mikel Vesga y desplazando a Oihan Sancet a la mediapunta. Ander, que no ejercía de titular desde el 14 de mayo del presente año con el PSG, tardó menos de dos minutos en dar una asistencia impecable. Picó el balón buscando la espalda de la defensa azulona, una precisa ejecución que dejó en ventajosa soledad a Iñaki Williams, y el delantero realizó un excelente control para enviar el balón a la red. Herrera, clarividente, acababa de pintar una obra de arte.  

El centrocampista bilbaino cumplió a la perfección la misión para la que fue reclutado en esta segunda etapa en el club bilbaino, correspondió a Valverde en la primera ocasión que tuvo. La novedad surtía efecto. Una actuación a pedir de boca, pese a que el técnico ya advirtió que “el del Getafe será un partido áspero y de sudar para ganar”. Herrera tuvo la llave para desactivar una defensa de cinco focalizada esencialmente en un solo delantero, el mayor de los Williams.

No estuvo desacertado Valverde en el plan inaugural, pero tras adelantarse en el marcador el Athletic comenzó a tener problemas para elaborar juego. El Getafe, el equipo con menor porcentaje de posesión de la liga antes de arrancar la décima jornada (36,7%), se hizo amo del balón y la ocasiones madrileñas comenzaron a sucederse. Tras un comienzo dubitativo, los azulones progresaron, de menos a más, para alimentar la esperanza que se vio materializada con el tanto de Aleñá. 

El centro del campo bilbaino se vio maniatado frente a un bloque medio y cerrado, afanado en no conceder espacios. Quique Sánchez Flores optó por otorgar las bandas al rival a fin de proteger las zonas interiores. De modo que la zona central fue privada de opciones de recibir ayudas viéndose obligada a buscar los flancos, especialmente el de un activo Nico Williams, porque Iker Muniain e Iñigo Lekue apenas tuvieron incidencia por el costado izquierdo. El Athletic se encomendó entonces a las incursiones del menor de los Williams y de Óscar de Marcos.

El voluntarioso Herrera, ofreciéndose para dar salida al balón y bregando en facetas defensivas, trató de repetir la ejecución del pase ante una defensa adelantada, pero esta vez el balón se le fue demasiado largo. En sus botas volvía a aparecer un atisbo de la calidad necesaria para desequilibrar un cerrado encuentro. Los desplazamientos en largo iban cobrando protagonismo en la cita.

El choque no concedió demasiado margen para la creatividad; el esfuerzo y la entrega predominaron entre quienes cuajaron actuaciones rentables. Inmerso en esas labores de esfuerzo y destrucción, Herrera vio la cartulina en el minuto 64. Sin completar un partido de inicio a fin y con tarjeta amarilla en su haber, el mediocampista bilbaino fue reemplazado por Dani García diez minutos después de ser amonestado. En el recuerdo quedará su maravillosa asistencia para desigualar el complicado duelo en el Coliseum en prácticamente su primer balón tocado. Coincidencia o no, tras la salida de Herrera el equipo se descosió y Munir, solo dos minutos más tarde de la marcha del bilbaino, anotó el empate que restó valor al gol previo de Raúl García.