Una alineación sin Iñigo Martínez solo puede obedecer a que el jugador está lesionado o cumple sanción. Tal ha sido la tónica desde que se incorporase al Athletic en enero de 2018: si está disponible, su presencia de inicio está garantizada. La excepción tuvo lugar el pasado domingo en San Mamés contra el Espanyol, pues permaneció sentado en el banquillo. Era su primera convocatoria desde que cayese lesionado a finales de julio en el amistoso celebrado en Newcastle y, en parte por ello, no extrañó demasiado que quedase inédito. Pero sería raro que no dispusiese de sus primeros minutos oficiales con ocasión de la inminente visita al Elche. Más bien es previsible que mañana Ernesto Valverde le incluya en sus planes. Para confirmarlo quizá haya que aguardar al comienzo del encuentro que acoge el Martínez Valero a la hora del café.

La aludida falta de contacto con la competición influyó en la suplencia de Iñigo el fin de semana anterior, pero no solo. No cabe obviar que tanto Dani Vivian como Yeray Álvarez venían distinguiéndose por su fiabilidad y compenetración. El nivel de esta pareja aparecía como principal argumento para que el Athletic no hubiese recibido gol en las tres primeras jornadas. Tanto es así que su funcionamiento rebajaba la importancia de la baja de Iñigo, rompía una tendencia que asocia las esporádicas ausencias de este a resultados desfavorables. Existen estadísticas al respecto de esta cuestión: la victoria se encarecía cada vez que el de Ondarroa, por lo que fuese, no figuraba en la pizarra.

El dato venía a revalorizar la de por sí muy estimada aportación del central zurdo. Son ya casi cinco temporadas desempeñando el rol de líder de la zaga, de pilar de una estructura defensiva acreditada por el bajo número de goles concedidos en dicho período. Iñigo Martínez es sinónimo de seguridad, hace gala de una solvencia al alcance de una minoría selecta. En absoluto se trata de una valoración privativa de San Mamés: es un habitual en las listas del seleccionador español y aún está reciente el movimiento realizado por el Barcelona para hacerse con sus servicios. Cuestión esta última que generó gran inquietud en el entorno y un dolor de tripas en el seno del club. El cebo lanzado por los dirigentes culés abre un interrogante en torno a su futuro, que de momento está pendiente de resolución. Finaliza contrato en junio y se supone que Jon Uriarte intentará conseguir que firme uno nuevo en mitad de un escenario cuando menos incierto.

Quien no tiene dudas es el entrenador, convencido de que debe extraer todo el jugo que sea posible de un jugador como Iñigo. Al margen de lo que depare su relación con Ibaigane. Con dos semanas de trabajo al ritmo de los demás, su reaparición se antoja razonable desde el punto de vista futbolístico, desde la óptica del técnico al menos. Encima, se da la circunstancia de que contra el Espanyol se registró el primer revés del campeonato.

Un error, un gol

Atribuir a alguien en concreto la responsabilidad del amargo 0-1 que vivió San Mamés sería improcedente, injusto, como siempre que una cita desemboca en una derrota. No obstante, en la acción del decisivo gol de Braithwaite se vieron enredados Vivian y Yeray. Impecables hasta ese preciso instante, entre ambos perdieron el duelo con el delantero danés, quizá hubo un exceso de celo, faltó serenidad para solucionar una acción en la que partían con ventaja numérica. Seguro que el desafortunado lance se relativizaría o ni siquiera hubiera tenido lugar si previamente, en los 82 minutos consumidos, el equipo hubiese sabido rentabilizar su dominio y convertido alguna de las oportunidades desperdiciadas; o si el equipo hubiese sabido reaccionar en el cuarto de hora final. Sin embargo, quien quedó señalado fue el dúo de centrales.

Puesto que hablar de certeza suena atrevido, supondría anticiparse innecesariamente a los acontecimientos, concluir que dando por buena la hipótesis de que Valverde se inclinará por otorgar la titularidad a Iñigo Martínez, queda por despejar la identidad del hombre que pasaría a sentarse a su lado en la banda. Ni Vivian ni Yeray merecen salir del once, pero por una mera cuestión de jerarquía lo probable apunta a que será Vivian el sacrificado en esta oportunidad. Y es que cuesta creer que el entrenador vaya a prescindir del jefe del equipo en dos jornadas consecutivas.