"Es un partido trampa", "tenemos que tener el máximo respeto hacia el rival" y demás frases hechas acompañan las previas de encuentros como el que anoche disputó el Athletic frente al Atlético Mancha Real en su estreno copero. Los entrenadores acostumbran a cubrirse las espaldas por lo que pudiera pasar, más aún con los condicionantes que se dan en el torneo del K.O., en el que el más mínimo error se paga muy caro. El campeonato no da margen para el fallo, no al menos hasta semifinales, ronda que se disputa a doble partido. Es por ello que resulta hasta entendible que los técnicos se pongan la venda antes de la herida. Pero la solución frente situaciones así es sencilla, está inventada, y la llevaron a cabo a la perfección los futbolistas y el cuerpo técnico del Athletic: afrontar el choque como si fuera el más importante y frente al rival de mayor enjundia que uno se imagine. Así, el margen para el error es mínimo. Dos goles antes del descanso, obra ambos de Nico Williams, dejaron encarrilada una eliminatoria cómoda para el Athletic, que hoy conocerá a su rival en octavos de final.

Marcelino García Toral se permitió el lujo de realizar hasta nueve cambios con respecto al derbi del lunes contra Osasuna. Solo repitieron Iñigo Martínez y Alex Berenguer en el once, pero el plan no varió lo más mínimo. La aportación de los menos habituales, con mención especial para la dupla de centrocampistas formada por Mikel Vesga y Peru Nolaskoain -mucho mérito el suyo después de interminables meses de calvario por culpa de una tediosa lesión de tobillo-, fue bastante interesante, y los dos Nicos, Williams y Serrano, demostraron que pueden ser alternativas más que válidas en el corto plazo. El primero derribo ayer definitivamente la puerta, si es que no lo había hecho antes, mientras que el segundo, quizá algo intermitente y precipitado en algunos lances, dejó detalles de la mucha calidad que atesora.

Fue un partido cómodo para el Athletic, que no se dejó sorprender en ningún momento. No dio margen para que saltara la noticia el conjunto rojiblanco -algo que sí hicieron Celta, Osasuna y Villarreal, que se unieron a Alavés, Granada y Levante, quienes cayeron en la ronda anterior-. La seriedad con la que afrontó el partido, que no siempre tiene que ser fácil por todo lo que rodea a encuentros así, partiendo de la euforia y lo poco que perder que tienen los equipos de menor categoría, bien merece una mención. El Atlético Mancha Real, voluntarioso y sacrificado en el esfuerzo, que en determinados momentos pagó cara su apuesta por sacar el balón jugada desde atrás, no pudo más que ejercer de testigo de la superioridad del equipo bilbaino. Tres categorías de diferencia son demasiadas, por mucho que el campo fuera de césped artificial y sus dimensiones muy reducidas.

El Athletic cumplió, que no es poco. La Copa no exige un juego vistoso, para nada, menos aún cuando las eliminatorias son a partido único. Además, si algo ha demostrado en los últimos tiempos este equipo es que sabe jugar este tipo de encuentros. Ahí están las once rondas que ha superado de manera consecutiva para morir en la orilla. Además, el equipo sigue creciendo. Marcelino está sabiendo agregar a más futbolistas para la causa y eso, en un mes de enero que puede ser definitivo para las aspiraciones del Athletic, se antoja vital. Y Lezama funciona, pese a las dudas de algunos, que cuestionaban su viabilidad y ahora ven cómo los Nicos, Vencedor, Sancet y compañía les quitan la razón. A ellos se unió anoche Juan Artola, que debutó en un partido en el que el Athletic no dio margen para la sorpresa. Que pase el siguiente.

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Son las eliminatorias de Copa consecutivas que ha superado el Athletic, que únicamente ha caído en las finales, frente a la Real Sociedad y el Barcelona en abril del año pasado, desde que el Sevilla le apeara en los octavos de final en la temporada 2018-19, con Gaizka Garitano en el banquillo.