Mantiene la cercanía y simpatía de su época de futbolista en el AthleticEl paso de los años no ha variado a un tipo sereno, calmado y comedido. No rehúye ninguna cuestión, sabe que en su vuelta a Bilbao tendrá muchas miradas puestas en él y asume con total naturalidad que se le relacione con el Athletic. Por cierto, no es revanchista y no sentará a Falcao en el banquillo si le recuerda lo sucedido en Bucarest en 2012.

Estará contento con el buen inicio de temporada que están firmando, ¿no?

—Sí. Es verdad que empezamos con dos derrotas en dos campos complicados como el Pizjuán y Anoeta, pero luego hemos tenido tres resultados positivos y la imagen y las sensaciones han sido buenas. Para muchos jugadores y también para mí es nuestro debut en la categoría y me gusta que estamos siendo competitivos.

¿Esperaba un arranque así?

—No puedes adelantarte a lo que va a pasar. Pero sí es verdad que estamos contentos con haber competido, incluso en Anoeta o en el Pizjuán, donde se nos complicó el partido al inicio con un penalti en contra y una expulsión. El equipo no le perdió la cara y fue reconocible y cercano a lo que nosotros queremos. Ahora nos toca ir a San Mamés, con el Athletic en un buen estado de forma, y será un partido de una complejidad alta para nosotros.

En las últimas semanas ha habido mucho ruido alrededor del club, ¿les ha afectado en el plano deportivo?

—Claro que te afecta, pero es verdad que en torno al Rayo siempre se generan noticias de ese tipo. No es algo nuevo. Intentamos que nos afecte lo menos posible en la parcela deportiva y en ese sentido creo que lo estamos consiguiendo.

Y entre medias llegó Falcao...

—Fue un fichaje que se hizo a ultimísima hora del cierre del mercado. Había un montón de nombres sobre la mesa, nosotros teníamos que reforzar el ataque y se pudo dar. Ha tenido la suerte de debutar con gol y que el equipo gane. Eso seguro que le ayuda.

Desde fuera al menos, se le ve muy motivado. ¿Es así?

—Sí. Ha venido con muchas ganas. Está entrenando muy bien, no tiene molestias físicas, las lesiones que tuvo en el Galatasaray están olvidadas y nos está poniendo las cosas muy fáciles a todos. Solo lleva unos días, pero es ya uno más.

¿Han hablado de lo que pasó en 2012 en Bucarest?

—No (se ríe). La verdad es que no hemos sacado el tema, pero seguramente más adelante lo sacaremos.

Si le quiere buscar las cosquillas con eso, usted lo tiene fácil, le deja en el banquillo y listo.

—Hay que separar lo profesional de esas cosas (se ríe). Ya no quedan tantos jugadores con los que he compartido vestuario o contra los que he jugado. Estos pocos días que lleva con nosotros he podido comprobar que es muy trabajador y muy humilde.

Antes se ha referido al salto de categoría, ¿usted lo está notando?

—Sí, se nota. Hemos tenido que adaptar cosas a nivel futbolístico. No es lo mismo lo que te supone perder un balón en Segunda que en Primera. Aunque he jugado en Primera, no es lo mismo que entrenar en la categoría. Yo también estoy pasando por ese proceso de los jugadores.

¿Cuando era futbolista imaginaba que el trabajo de entrenador sería tal y como lo está viviendo?

—Hay que aprender la profesión. El haber jugado a fútbol te facilita mucho las cosas, como el trato con el futbolista, ponerte en su lugar, el ambiente del vestuario... Pero la profesión la tienes que aprender. Tú puedes pensar que sabes de fútbol, pero hay que aprender una metodología, un sistema de trabajo, cómo transmitir las cosas al jugador... Yo creo que todavía estoy en ese proceso.

¿Tiene la sensación de que le va todo muy rápido desde que es entrenador?

—Bueno... Eso no se elige. Las cosas van pasando y hay que intentar adaptarse lo más rápido posible. He tenido la suerte de que por ahora las cosas están saliendo bien, pero aquí solo puedes mirar al corto plazo, intentar conseguir los objetivos. Tenemos claro que el objetivo es la permanencia y a por eso tenemos que ir.

Se conoce que, por lo general, el futbolista es egoísta. ¿El entrenador tiene que serlo?

—Es distinto. Como futbolista sobre todo piensas en ti. Evidentemente tienes que tener un mínimo de respeto por tus compañeros y por el juego, pero como entrenador tienes que pensar por mucha gente. Tienes un montón de pequeñas relaciones que controlar, pensar siempre en el beneficio del equipo aunque te pueda suponer a ti un desgaste en un sitio o en otro y es más complejo.

A lo largo de su carrera como futbolista tuvo la suerte de jugar con mucha asiduidad, apenas le tocó pasar por el banquillo. ¿Cómo gestiona el trato con los que menos juegan?

—Tener que tomar decisiones difíciles, que no les van a gustar a muchos jugadores es lo más complicado de ser entrenador, pero es parte de nuestro trabajo. Intento ser lo más honesto posible. Es imposible satisfacer a todo el mundo, pero intento no prometer algo que no voy a cumplir e intento cumplir con lo que has prometido para tener los menores problemas posibles. Trato de ser honesto con los jugadores, hacerles saber cuál es su situación e intentar buscar la mejor solución entre todos, pero es difícil llegar a todas las partes. Tengo la suerte de que aquí me he encontrado con un grupo muy bueno. Es verdad que tenemos muchos jugadores y eso complica el trabajo, pero la plantilla me lo pone bastante fácil.

Su llegada al Mirandés fue su carta de presentación como técnico, aunque ya se había estrenado en Chipre. ¿Cómo recuerda esa primera experiencia?

—Yo acabé muy a gusto con la experiencia en Chipre. Me permitió jugar la Europa League, ganamos una Supercopa, que es el único título que tengo por ahora. Acabé contento. La llegada al Mirandés fue entrar al mundo profesional en España, que al final tiene mucha más repercusión, más relación directa con el entorno tuyo, porque todo el mundo está muy pendiente de lo que haces. Fue un año de disfrutar mucho, con mucha gente debutando en la categoría, un equipo joven... Nos salieron las cosas bien además.

¿Se acuerdo del momento en el que hizo clic en la cabeza y decidió hacerse entrenador?

—Más o menos, aunque es algo que no tenía muy claro. Lo primero que tienes que resolver son las dudas que tienes de si sirves para esto, si puedes aportar algo. Y para eso, lo mejor es probarlo. No quería quedarme con la duda de ver qué era capaz de hacer. Oye, que ves que no te ves, pues ya lo has probado y has visto lo que es. No quería quedarme con esa espina. Luego se van desarrollando los acontecimientos y vas tomando decisiones.

Fue un futbolista de clase, muy técnico, y desde fuera parece que le gusta que sus equipos jueguen a algo que se asemeja a ese estilo. ¿Esas condiciones suyas le influyen a la hora de hacer jugar a sus equipos?

—Al final todos los entrenadores queremos jugar bien. Nosotros, tanto en Miranda como ahora en el Rayo tenemos un estilo bastante definido de ser muy verticales, de presionar muy alto... Es quizá como más cómodo me encuentro yo y que dentro del Athletic es donde más cómodos nos hemos encontrado. Y al final intentas hacer las cosas que te hacen sentir cómodo.

Usted tuvo a Ernesto Valverde como técnico en momentos clave de su carrera. ¿Es el entrenador del que más le ha marcado?

—Seguramente, pero en las comparaciones salgo perdiendo por mucho. Ernesto es un entrenador con una carrera espectacular. Es verdad que él ha influido mucho en mi carrera como jugador. Me tuvo en el juvenil, luego en el filial y es quien me hizo debutar con el primer equipo. Siempre le he admirado como entrenador y como gestor del grupo y de las personas. Ese sentido común que muchas veces es tan complicado. Pero es cierto que te intentas quedar con lo que más recuerdas de cada uno de los entrenadores que has tenido.

¿Qué no ha querido aprender de los técnicos que ha tenido?

—Incluso de los entrenadores con los que no compartes la visión del fútbol te quedas con cosas. Ya sean ejercicios, formas de sacar de banda, cómo defender un córner... De todo se aprende. No te sale copiar a un entrenador. Al final tienes tu estilo de hacer cada acción, cada deber del fútbol. Aunque quieras copiar, siempre vas a tender a hacer lo que crees que es lo mejor.

Hasta hace no mucho le tocaba a usted recibir las broncas del entrenador de turno. ¿Cómo lleva ser ahora el que alza la voz?

—El jugador ya está acostumbrado y es consciente de que todo es para mejorar. Pero hoy en día el jugador necesita que le convenzas. La orden directa que funcionaba antes muchas veces no es suficiente, y además así debe ser. Yo creo que la labor nuestra es convencerles. Las cosas que te salen de dentro cuando estás convencido siempre salen mejor.

Han fichado a Unai López. No quiero que me hable de él, pero sí de cómo es eso de entrenar a un excompañero...

—Es la primera vez que me pasa. Sí es verdad que en Chipre entrené a Jorge Larena, con quien coincidí en las categorías inferiores de la selección española, pero no es lo mismo que el caso de Unai, con quien jugué una temporada entera en el Athletic, mi última allí. Él dejó un recuerdo muy bueno en el Rayo y era un anhelo del club volver a tenerle.

¿Han marcado distancias entre ustedes o cómo es ese trato?

—Sí... Cuando Unai subió yo ya era de los veteranos y esa distancia, a pesar de compartir vestuario, existe. El ha venido con muchas ganas, ha participado en dos partidos y su aclimatación está siendo muy sencilla.

¿Siente el cosquilleo por volver a San Mamés?

—Está claro que va a ser un partido especial para mí. Es la primera vez que voy a San Mamés en el bando contrario. He ido muchas veces a mi localidad de socio a ver partidos, pero no a trabajar. Cuando llegue el momento me centraré en lo mío, que bastante vamos a tener. Es un partido que nos va a exigir mucho y en ese momento tampoco estaré dándole muchas vueltas.

Usted quizá no, pero es consciente de que en la grada y al otro lado del televisor habrá mucha gente pendiente de lo que haga...

—Hasta cierto punto es normal. Cuando te dedicas a esto profesionalmente estas cosas al final llegan. En el momento seguro que estás pensando en el partido, en qué tienes que hacer, y no creo que me vaya a afectar demasiado.

¿Cómo lleva esa atención mediática?

—Cuando ya llevas unos años en este mundo ya no le das tanta importancia. En ese sentido, la experiencia como jugador me viene bien. No le das tanta importancia a lo que puedan decir de ti. Al principio sí que te afecta, pero una vez que llevas unos años en esto aprendes a relativizar todo.

Hace poco dijo que cómo iba a entrenar en el Athletic si aún no había debutado en Primera. Esto último ya lo ha cumplido...

—¡Pero llevo cinco partidos eh! (se ríe). Lo que hay que hacer es cumplir objetivos, mejorar los equipos, a los jugadores a los que tienes la suerte de entrenar. Es lo que toca.

Cuando estaba en Lezama y era jugador de las categorías inferiores del Athletic debutar en el primer equipo era una meta. Ahora, como entrenador, ¿dirigir al Athletic es una meta?

—No te puedes hacer esos planteamientos como entrenador. Tienes que ir al cortísimo plazo. Aquí pierdes cuatro partidos seguidos y ya te están discutiendo. Entonces, no tiene mucho sentido el hacerte grandes planes. Es verdad que hasta ahora las cosas han ido bien, pero eso no es ninguna garantía de lo que pueda pasar en el futuro. Yo tengo que hacer mi camino, mejorar como entrenador y el día de mañana no sabemos qué va a ocurrir.

"Como futbolista sobre todo piensas en ti; como entrenador tienes que pensar siempre en el beneficio del equipo aunque te pueda desgastar"

"Va a ser un partido especial para mí. He ido muchas veces a mi localidad de socio a ver partidos, pero no a trabajar"

"Seguramente Ernesto Valverde sea el entrenador que más me ha marcado, pero en la comparación con él salgo perdiendo por mucho"