L Elche encara el inicio del curso ante el Athletic con el gol como tarea pendiente. La pasada temporada, en su regreso a la máxima categoría, fue el segundo equipo menos realizador del campeonato sin contar a los tres descendidos. Con solo 34 tantos a favor en 38 jornadas, los ilicitanos sudaron la gota gorda para poder agujerear las redes rivales en cada compromiso. Al término del ejercicio fueron diez los miembros de la plantilla que lograron sumar algún tanto para la causa, si bien solo dos alcanzaron la media decena de goles. Con seis zarpazos para figurar como segundo máximo goleador del Elche finalizó la campaña el extremo Fidel Chaves, siendo el ariete Lucas Boyé (San Gregorio, Argentina, 28-II-1996), con una diana más, quien se erigió en el hombre gol de un equipo que ha reforzado su confianza en el delantero argentino de cara a la temporada entrante.

Tanto es así que el portador del dorsal 9, tras llegar en calidad de cedido el año pasado al Martínez Valero, pasó a ser propiedad del club ilicitano en la recta final del pasado curso tras hacer efectiva la opción de compra por dos millones de euros que existía en su contrato de cesión con el Torino. Ni siquiera esperó el Elche a saber si competiría este año en Primera o en Segunda, pues dio luz verde a la operación el 13 de mayo con el equipo en puestos de descenso a diez días de la conclusión del campeonato. La jugada, gracias a la agónica salvación en la última cita liguera ante el Athletic, salió a la perfección a una entidad que, para más inri, vio cómo Boyé se convertía en el héroe de la permanencia al marcar y asistir en el mencionado envite frente a los leones con el que el Elche selló su continuidad en la categoría.

Inamovible en las alineaciones de Fran Escribá, el club ilicitano no ha querido escuchar ofertas por debajo de los ocho millones por su principal referencia ofensiva, al frente de un ataque en el que Guido Carrillo y Pere Millá se disputan la otra plaza para acompañar al argentino. A la espera de conocer los planes de Escribá para hacer frente al Athletic, es segura la titularidad de un iluminado Boyé que va camino de dejar atrás su etiqueta de delantero fino, elegante, pero carente de gol. El instinto depredador, no en vano, ha brotado de pronto en el interior de un futbolista que debutó con el primer equipo de River Plate con solo diecisiete años.

el debut soñado

Después de varias cesiones sin éxito, fue en su primera aparición liguera con el Elche cuando Boyé se reivindicó. Sin apenas entrenamientos en las piernas, el argentino trajo por la calle de la amargura a la defensa del Eibar en Ipurua y se estrenó como goleador con un tanto de bella factura que le aportó confianza y tranquilidad bajo las órdenes de su compatriota Jorge Almirón. Nació entonces un nuevo delantero, con los colmillos afilados y el gol entre ceja y ceja para salvar finalmente de la quema a un Elche al que logró impulsar hacia la salvación.

Con siete goles en los 34 partidos de liga disputados, una media de 0,21 tantos por encuentro, el argentino dio el paso al frente que se le demandaba para poner el lazo a una magnífica temporada a la que pretende dar continuidad a partir de esta noche con el Athletic como primer adversario.