Y colorín colorado, este cuento... El Athletic pone fin a una liga tremendamente decepcionante con una nueva derrota que no hace más que acentuar su tendencia decadente desde que hincara la rodilla en las dos finales consecutivas de Copa, en las que mostró un rostro deprimente. Se ha asumido, y así lo ha reiterado el propio Marcelino en varias ocasiones, que los fiascos en La Cartuja han generado tal impacto mental en el vestuario que ha incidido en el recorrido posterior en la competición de la regularidad. Los números así lo indican, como también las sensaciones de un equipo que se ha empeñado en depreciar su imagen en el último mes. No en vano, desde la final del 3 de abril, que tanto dolió con el fracaso sobre al Real Sociedad, el Athletic solo ha sido capaz de ganar dos de esos diez partidos posteriores en liga y lo ha hecho paradójicamente ante el nuevo campeón, el Atlético de Madrid, y en el Pizjuán al Sevilla, cuarto clasificado. Pero, para hacer más sangre, no ha sido capaz de ganar, entre otros, ni al Alavés, ni al Betis, ni al Elche, ni al Valladolid ni al Huesca, estos dos últimos descendidos a Segunda División, lo que acentúa la incredulidad en una parroquia a la que le cuesta digerir semejante bajón competitivo que, además, supone una merma de ingresos, probablemente un par de millones de euros en Ibaigane por la incapacidad de escalar alguna posición más en la tabla.El efecto Marcelino, que tuvo su punto álgido con la conquista de la Supercopa y con el trayecto hasta la final de Copa del 17 de abril, ha durado menos de lo esperado y las prestaciones en último cuarto de liga no han hecho más que devaluar un proyecto que necesita una revisión desde la misma noche de ayer de cara al que debe arrancar a inicios de julio. El Athletic vagó ayer como alma en pena en el Martínez Valero ante un Elche que necesitó hacer muy poco para vencer y, de paso, certificar la permanencia gracias al empate del Valencia en Huesca. Un partido infame que supone la tercera derrota consecutiva que sufren los rojiblancos, que, en este sentido, igualan el epílogo de la pasada liga, entonces bajo la dirección de Gaizka Garitano, y manchan sus finales en el reciente lustro, ya que encadenan cinco campañas consecutivas con derrota en la última jornada, una estadística que delata esa falta de tensión cuando apenas hay nada en juego, salvo hace dos temporadas, con el dañino traspié en Sevilla.

Ver Galería

GMv2_fin|pTipoComp=fotos&pIdGaleria=60a947c998455f000a685b8d|GMv2_fin

El Athletic de ayer fue muy similar al de los partidos más cercanos, es decir poco fiable. Marcelino, además, se permitió algunas licencias, o lo que se denomina como ataques de entrenador. Le dio la titularidad bajo palos a Jokin Ezkieta, que consumó su ansiado debut en Primera División, cuando quizá se esperaba la de Iago Herrerín a modo de homenaje en la despedida del bilbaino que, además, había entrado en la convocatoria, pero esa novedad se convirtió en una equivocada interpretación. También ejerció en el once inicial Iñigo Lekue, pese a estar fuera de la inercia de trabajo diez días tras contraer la infección del covid-19, y, de repente, el entrenador le otorgó a Iñigo Vicente veinte minutos, los primeros de los que disfruta con el asturiano en el banquillo, cuando el derioztarra estaba relegado al más profundo olvido en un caso que tiene trazas de expediente X. Este último sacó un par de detalles de la calidad técnica que se le presume posee, aunque le espera, como a varios de sus compañeros, conocer la criba que quiere aplicar Marcelino, amigo de contar con una plantilla que no supere los 22 futbolistas, para el nuevo curso, en el que le toca gestionar el proyecto desde el minuto cero.

298

El Athletic ha proyectado en este final de liga una alarmante falta de pegada, hasta el punto de que ha encadenado casi 300 minutos sin ver puerta. Su último tanto se remonta al que firmó Oihan Sancet en el minuto 62 del derbi ante Osasuna en San Mamés.