El tanto a última hora del osasunista Budimir el pasado sábado en San Mamés supuso el enésimo jarro de agua fría para el Athletic de Marcelino, consciente de que ha perdido casi definitivamente el tren de Europa a causa de la fuga constante de puntos en partidos que los tenía ya en la mano. Y se ha quedado sin opciones de regresar a una competición continental a falta de tres jornadas para la conclusión de la liga, una tacada que requiere de un empujón emocional cuando no hay nada en juego. El conjunto rojiblanco asume la falta de un debido aliciente clasificatorio en este tramo final, pero a los futbolistas les queda la denominada cuestión de compromiso por unos colores y por el club que les paga. Son encuentros difíciles de gestionar, pero el Athletic no quiere dejarse llevar y verse penalizado en su prestigio, por lo que el objetivo de los leones en El Alcoraz, feudo en el que no han recibido gol alguno en sus dos únicas comparecencias oficiales y ambas dos temporadas atrás, se enfoca a sumar una victoria que les alivie el mal de ciertos resultados quizá injustos y cerrar el curso con buenas sensaciones de cara al siguiente, que ya manejará el propio Marcelino desde el minuto cero.

Al Athletic se le está haciendo muy larga la temporada, especialmente desde los sendos fiascos en las dos finales de Copa, e incluso viaja a Huesca con lo puesto y bajo mínimos, ya que el asturiano solo puede contar, debido a la plaga de ausencias, con 17 jugadores, una vez que en este caso ha decidido prescindir de algunos cachorros para no tocar a un Bilbao Athletic que desde el domingo afronta, ante el filial del Celta, el play-off de ascenso a Segunda División. play-offLas habas son contadas para Marcelino, que, se quiera o no, también tiene su pequeño orgullo personal y, como lo ha reiterado en algunas ocasiones, lo de perder no lo lleva nada bien. Desde que ejerce en el equipo bilbaino, solo ha caído entres ocasiones en liga, pero lo cierto es que ha coleccionado demasiados empates y esta noche quiere sellar un triunfo que le permita optar a la octava plaza, que supone, si se mantiene hasta el fin de la competición, ingresar cerca de un millón en las arcas de Ibaigane, que no le viene nada mal al Athletic con la que está cayendo.

El Huesca, su rival, está en otra onda. Se juega prácticamente la vida, ya que es uno de los seis clubes que se disputan las tres plazas que eviten el descenso. Todos ellos están separados en la horquilla entre los 29 puntos del Eibar y los 34 del Getafe, por lo que cualquier tropiezo con tan escaso recorrido por delante puede resultar dramático. Y el Athletic conoce la presión a la que está sometido el conjunto oscense, que ha mejorado sus prestaciones desde la llegada de Pacheta al banquillo. Marcelino apenas tiene dudas y podría incidir en el once que compareció de inicio ante Osasuna, aunque con la posibilidad de que mueva piezas en la medular gracias a la vuelta a la convocatoria de Dani García, ya expirada su cuarentena al ser contacto directo con un positivo por coronavirus. Es una opción, como lo es también la alternativa de Unai López, si bien parece claro la suplencia desde el arranque de Raúl García, Ibai y Williams, que gozarían de sus minutos durante el transcurso de un encuentro en el que el Huesca arriesgará desde el pitido inicial, que se apoya en su despliegue físico y que confía en la inspiración de Sandro y Rafa Mir, sus dos máximas referencias en el matiz ofensivo.

una nueva lesión

el 'annus horribilis' de vicente

Sobrecarga muscular. Iñigo Vicente está sufriendo su annus horribilis particular. El canterano no entra en los planes de Marcelino, que ni siquiera le ha dado un minuto en ninguna de las tres competiciones, y ya dicen que los males no vienen nunca solos. El de Derio, que únicamente ha comparecido en 32 minutos repartidos en los partidos ante Osasuna y Cádiz en la primera vuelta de liga, no ha podido viajar a Huesca por culpa de una sobrecarga muscular de la parte posterior del muslo izquierdo que sufrió durante el entrenamiento de ayer, por lo que quizá haya dicho adiós a lo poco que resta de campaña.