ATHLETIC: Simón; De Marcos, Nuñez, Iñigo, Balenziaga; Berenguer (Min. 80, Unai López), Vencedor, Vesga, Morcillo (Min. 75, Ibai); Sancet (Min. 80, Raúl García) y Villalibre (Min. 75, Williams).

OSASUNA: Sergio Herrera; Ramalho (Min. 72, Ramalho), Aridane, David García, Juan Cruz (Min. 71, Rubén García); Roberto Torres (Min. 79, Jony), Moncayola, Brasanac, Kike Barja (Min. 88, Enric Gallego), Lucas Torró (Min. 72, Chimy Ávila); y Budimir.

Goles: 1-0: Min. 1; Morcillo. 1-1: Min. 12; Brasanac. 2-1: Min. 62; Sancet. 2-2: Min. 89; Budimir.

Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó a Vencedor y Marcelino, del Athletic; y a Lucas Torró y Brasanac, de Osasuna.

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo quinta jornada de LaLiga Santander, disputado en San Mamés a puerta cerrada.

Al Athletic le sobró el último suspiro. Repitió el resultado que ha lastrado su segunda vuelta en el campeonato de liga. El de anoche hizo el décimo empate y aunque podrá decirse que no es el fiel reflejo de los méritos invertidos, a estas alturas esta cantinela ha perdido fuerza de tanto repetirse. Una valoración somera de lo que fue el derbi con Osasuna acaso concedería que el reparto de puntos fue justo porque ambos contendientes se dejaron la piel, hubo alternativas y a ratos discurrió muy abierto, sin embargo un análisis más pormenorizado no cuestionaría que en líneas generales el anfitrión fue superior. Solo del capítulo de ocasiones, remates y llegadas, se deduce que el empuje le hizo al Athletic acreedor a bastante más de lo que consiguió. Durante toda la segunda mitad dio la sensación de que por fin esquivaría el trauma que implica consumir una temporada completa sin enlazar dos victorias, pero en la única acción en que el rival se presentó en el área de Simón acertó a poner el balón en la red. Corría el penúltimo minuto, detalle acaso sintomático e ilustrativo por la carga de infortunio que conlleva, pero lo relevante es que el citado objetivo queda pendiente para el próximo curso.

La regularidad es pues la asignatura que el equipo de Marcelino deberá aprobar a partir de septiembre o le ocurrirá lo de ahora, que la cadencia de puntuación no le alcanza para disputar una plaza continental. Desde luego no puede decirse que no buscase con ahínco el triunfo, pero le penaliza en exceso el desperdicio de situaciones de ataque. Con una pizca de pericia en los metros decisivos hubiese resuelto la visita del combativo Osasuna, sobre todo en el arranque y a partir del descanso. Y es de agradecer que merodease el gol con tanta insistencia porque la batalla por el control del juego fue durísima y obligó a los jugadores a meterse una kilometrada entre pecho y espalda a fin de compensar el desequilibrio táctico en la zona ancha.

Jagoba Arrasate cargó la mano en la línea media, lo cual abocó a Vencedor y Vesga a realizar un despliegue descomunal. Es la consecuencia de asumir como algo normal estar en inferioridad numérica en la zona del terreno donde se gobiernan los partidos. Al principio apenas se notó porque el Athletic saltó al campo como un resorte, imprimió un ritmo de locos que tuvo a Osasuna al garete, impotente para evitar el suministro a los puntas locales.

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Las imágenes del Athletic-Osasuna

De hecho, el gol de Morcillo nació en el saque de centro. La pelota anduvo exclusivamente en las botas rojiblancas hasta que acabó en la red de Herrera. Fue una acción brillante tras una serie de pases de seguridad. De Marcos captó el desmarque de Berenguer hacia el centro, el avance de este sirvió para conectar con Villalibre, cuyo taconazo permitió a Morcillo rematar sin oposición. No había discurrido ni minuto y medio y el Athletic quiso aprovechar el momento. Acarició el segundo en dos o tres lances más, pero en su primer avance Osasuna neutralizó la desventaja. Así es el fútbol. Darko se benefició de un relajo en la marca para poner en evidencia a Nuñez y Simón, que dejó el primer palo desguarnecido. El Athletic acusó el golpe, enfrente ocurrió lo contrario, los rojillos, ayer de azul, se asentaron y acapararon la posesión.

Sin duda se asistió a la fase más floja y la razón fue que Osasuna colonizó el círculo central, apretó para que Villalibre y Sancet quedasen aislados provocando incontables pérdidas, y además combinó con bastante sentido. El plan original de Arrasate cundía y deparó un primer acto inquietante para los intereses de Marcelino. Únicamente un zambombazo de Morcillo que lamió el larguero alteró la dinámica. Sufría el Athletic y su suerte no varió en la reanudación. Ordeno y mando de Osasuna, con el Athletic tenso, sin hallar vías para progresar. Panorama que duró poco gracias al espíritu combativo que exhibieron las piezas más adelantadas, en especial un Berenguer muy activo. La reacción se vio reforzada por el resurgir de Vencedor y a Herrera se le acumularon los sustos. Hubo no menos de cuatro centros venenosos que cruzaron el área chica sin hallar destinatario. Faltaba la puntilla, pero Osasuna volvió a verse embotellado. Berenguer fue víctima de un penalti que el árbitro, a cinco metros, no vio y en su siguiente intervención templó con gusto para que Sancet cabecease picado al borde del fuera de juego.

Era el premio al tesón, a la valentía. Restaba un mundo, era cuestión de perseverar. Todavía contó Sancet con otro servicio propicio para ampliar la cuenta. Arrasate entendió que o agitaba la coctelera o se le escapaba el partido: triple sustitución de cariz muy agresivo que fue respondida por un doble cambio de Marcelino orientado a refrescar la delantera. En vista de que Osasuna no bajaba la cabeza, el técnico local metió otra pareja de refresco que incluía a un tercer centrocampista, Unai López. Las áreas se convirtieron en coto cerrado, mientras el pulso, intenso, muy físico, impedía intuir qué depararía la recta final.

Y cuando el Athletic se las prometía felices, Arrasate agregó un tercer ariete. Juntó a Gallego con Budimir y Ávila. Una maniobra a la desesperada que dio resultado: el primer balón de Gallego, cuyo movimiento al espacio detectó Jony, se convirtió en un caramelo para Budimir, que remató libre de marca. A la postre, en Osasuna la aportación de los suplentes fue crucial, no así en el Athletic que vio cómo se le escurría la anhelada victoria sin margen para la réplica. Al revuelto derbi de San Mamés le sobró la última jugada.