AN vuelto los tiempos en los que cualquier bilbaino de fuste puede expresarse con la misma jactancia que sus progenitores para decir sin incurrir en la exageración que la final de Copa la juegan el Athletic, porque a la vista está. Sin embargo hubo un tiempo, no tan lejano, en la que la final la disputaban el otro contra otro. Desde la derrota en 1985 frente al Atlético de Madrid hasta la siguiente final, perdida con el Barcelona en 2009, transcurrieron 24 años. Un vacío vertiginoso. Porque antes, lo más que se tiró el Athletic sin ganar el título fueron 11 años, entre la Copa de 1973 ante el Castellón (2-0) y la de 1984, el aclamado doblete con Javier Clemente y el Barça de Maradona y Schuster como contrincante. Y hasta entonces, entre medias, al menos el equipo bilbaino llegó a saborear otra final (la que perdió contra el Betis en los penaltis).

A lo largo de esta singladura, el Athletic tuvo fases de buen rendimiento futbolístico, con clasificaciones para la UEFA e incluso para la Liga de Campeones, y sin embargo se le atragantaba su torneo secular. Generación tras generación sucumbía ante la presión, el reto de estar en consonancia con la tradición copera del club, un factor psicológico que sistemáticamente atenazó las piernas de los jóvenes leones.

Tampoco sirve de excusa el signo de los tiempos, como la ley Bosmany sus consecuencias, que trajo consigo la libre circulación de futbolistas de la Unión Europea, lo cual incrementó poderosamente la capacidad de los equipos para poder confeccionar sus plantillas. A modo de comparativa, clubes con menor nivel competitivo que el Athletic, y un ejemplo puede ser el Zaragoza, durante esta época de sequía rojiblanca consiguió conquistar cuatro de las seis copas que adornan sus vitrinas . El torneo lo consiguieron ganar equipos como el Betis, Espanyol o Mallorca; el Recreativo de Huelva, Osasuna, o Celta y Getafe, ambos en dos ocasiones, llegaron a disputar la gran final, mientras el Athletic se quedaba sin remisión, año tras año, por el camino.

Heyckes y la maldición

El momento más lacerante en toda la historia copera del Athletic ocurrió en la temporada 2003-2004, cuando el equipo rojiblanco cayó en la primera ronda frente a la Gimnástica de Torrelavega, para más inri colista de su grupo en la Segunda División B. Lo nunca visto. Entonces, como ahora, las primeras rondas coperas se disputaban a partido único en el campo del equipo más modesto. Aunque Tiko adelantó al Athletic, los cántabros remontaron y encontraron su día para la gloria cuestionando la reputación de club vizcaino.

El Athletic ha sido eliminado de la Copa por equipos de Segunda B en cuatro ocasiones y en tres de ellas, fraguadas durante este tiempo de tinieblas, estuvo al frente del cotarro el alemán Jupp Heynckes, un técnico que sin duda dejó en la memoria del hincha un buen recuerdo, pero que patinó como nadie en el torneo del KO.

La primera vez se remonta a su etapa inicial, cuando tomó las riendas del equipo bajo la presidencia de Julián Lertxundi y lo supo reactivar implementando una nueva forma de interpretar el fútbol, dando paso a la juventud, con Julen Guerrero a modo de estandarte. El Athletic se clasificó para la Copa de la UEFA, pero en la Copa doméstica se llevó un castañazo de aúpa. Le tocó en la tercera ronda el Xerez, entonces en Segunda B, y como el partido de ida se disputó en vísperas de visitar el Santiago Bernabéu y el entrenador quería preparar con mimo su puesta de largo en el coliseo blanco sacó en el estadio de Chapín a un equipo cuajado de suplentes. El Athletic perdió por la mínima, pero quedaba la vuelta en San Mamés... y no hubo manera.

En la segunda etapa de Heynckes en el club bilbaino (2001-03) la Copa le volvió a jugar otra mala pasada. Mejor dicho, fueron dos, y consecutivas.

Eso sí, en su primera temporada llegó a semifinales, acontecimiento inédito en los quince años anteriores, para caer en esa fase con el Real Madrid, especialmente interesado en el torneo porque celebraba su centenario. La final se disputó en el Santiago Bernabéu, donde el Deportivo dirigido por Javier Irureta dio el gran golpe protagonizando el centenariazo.

Pero en la segunda campaña del técnico teutón el Real Unión, de Segunda B, dejaba fuera del torneo al Athletic en la ronda de dieciseisavos, remontando el gol inicial de Julen Guerrero con dos tantos, el segundo a dos minutos de acabar el tiempo reglamentario. La dolorosa derrota tuvo un punto de nostalgia, pues al frente del equipo guipuzcoano estaba Miguel Sola, uno de los referentes del jaleado doblete del 84 y figura maltrecha en la trifulca lamentable que despidió aquella final contra el Barça.

Al año siguiente aún fue peor. Convertida la Copa en un torneo accesible, ya que los grandes no mostraban especial apetito por la causa y teniendo en cuenta que esa temporada el trofeo lo pelearon el Mallorca y el Recreativo, el objetivo estaba fijado. Recuperar las esencias, aquel mantra tan recurrente, la cantinela que tantas veces repitieron los ancestros: la final la juegan el Athletic y otro.

En la primera eliminatoria tocó la Gimnástica de Torrelavega, colista de Segunda B, Tiko adelantó a la tropa de Heynckes...

Fragor cántabro y Marcelino

Los torrelaveguenses en particular y los cántabros en general guardan sin embargo buenos recuerdos de aquellos años de zozobra copera del Athletic, no en vano el Racing de Santander eliminó hasta en cuatro ocasiones al Athletic de su torneo, todas ellas a doble partido. Las tres primeras en octavos y la última, en cuartos de final, en la temporada 2007-08, y con Marcelino García Toral. Cuando comenzaron los rumores de su posible fichaje con el Athletic también se propalaron cuitas del entrenador asturiano sobre los arbitrajes en aquellos encuentros que nada bien sentaron a la hinchada rojiblanca, más que nada porque terminó muy quemada con el resultado de la eliminatoria: 2-0 para el Racing en El Sardinero y 3-3 en San Mamés.

Marcelino comenzó entonces a descollar en la profesión y desde el 3 de enero, cuando fichó por el Athletic, el pasado ha quedado muy atrás.

En la temporada siguiente hubo un partido que probablemente marcó un antes y después en la errática aventura copera del Athletic. Se enfrentó al Sevilla y su presidente, Ángel del Nido, muy crecido el hombre, dijo aquello de “nos vamos a comer al león desde la melena hasta el rabo”. El equipo rojiblanco, dirigido por Joaquín Caparrós, remontó el 2-1 de la ida con un rotundo 3-0 que le clasifica para la final copera casi un cuarto de siglo después. Se acabó, también, con un complejo. El pánico al torneo más amado había quedado atrás, hasta el punto de poder disputar cinco finales en apenas una década.

Ahora solo falta ganar alguna.