No es muy amigo de las entrevistas. Prefiere hablar en el terreno de juego, en su hábitat natural. Pero tiene un discurso que para sí quisieran muchos en el mundo del fútbol. Se disculpa por no poder atender a la hora prevista -"te llamo en cinco minutos"- y no se retrasa ni un solo segundo más para dar paso a una conversación de media hora en la que no rehúye ni una sola pregunta.

Esta es su tercera temporada en Primera División, pero ya le ha tocado vivir partidos de mucha relevancia. La semifinal del año pasado ante el Granada, los dos encuentros de la Supercopa de esta campaña€ Ha jugado encuentros que muchos veteranos e históricos de algunos clubes no han disputado...

—Sí, pero el del Levante, por ejemplo, no deja de ser un partido más, porque el trabajo que hay que hacer es el mismo que todos.

Usted es un tipo calmado, frío. Así lo demuestra dentro y fuera del terreno de juego. ¿Se pone nervioso en algún momento?

—Sí (se ríe). Como todo el mundo. En el día de mi debut o en el partido contra el Barça de la primera jornada de la pasada temporada estuve muy nervioso. Pero es algo normal. Es bueno tener ese nerviosismo porque te hace estar más atento, más alerta. Intentas llevarlo todo de la mejor manera posible, pero partidos como el del jueves son muy importantes y aunque estés nervioso hay que transmitir tranquilidad. No deja de ser el trabajo que llevamos haciendo toda la vida.

¿Cómo consigue transmitir esa tranquilidad que se ve desde fuera?

—En el fondo, cada uno sabe lo que tiene que hacer en el campo. A partir de ahí tienes que no salirte de ese camino. Salgan las cosas bien o mal hay que tener siempre la misma actitud. Eso es lo más importante. Creo que hay que actuar de la misma manera cuando haces el mejor partido del mundo que cuando cometes algunas pifias.

El año pasado viajaron a Granada a jugarse el pase a la final en una cita histórica para el club nazarí. Una situación similar a la que vivirán el jueves en el partido ante el Levante. ¿Encuentra similitudes entre un partido y otro?

—Son dos equipos que realizan un juego completamente diferente, pero en ganas y motivación estarán parejos. Pero a nosotros la Copa es una competición que nos ilusiona muchísimo, no podemos pasar por alto ese factor. En cuanto a ganas no nos van a ganar.

Lo que es innegable es que ellos tienen bastante menos experiencia en disputar partidos de este calado. ¿Cree que esa es una baza que debe jugar a su favor?

—Es verdad que muchas veces la experiencia en estas eliminatorias te ayuda, pero no creo que sea una baza. Vamos con un resultado igualado y es como si fuese a único partido. Ellos van a salir con todo, pensando que van a disputar una final y nosotros igual, porque queremos jugar otra final este año.

En este caso, ¿a quién favorece que no haya público?

—A todos los equipos nos condiciona no jugar con público en nuestros estadios y, al contrario, nos beneficia que no haya público en el campo rival. Se nota mucho. Si comparamos el partido de semifinales que se jugó en San Mamés contra el Granada el año pasado y el del Levante de hace tres semanas, no parece que sea la misma competición ni la misma eliminatoria. ¡Y eso que eran unas semifinales igualmente! El público te hace vivirlo de otra manera. En casa ante el Granada el público nos arropó mucho y allí las pasamos un poco canutas. Su afición apretó mucho y nos costó. Este año, sin afición, hemos perdido el factor de jugar en nuestra casa con nuestra gente, pero también el rival cuando actúa como local. Es una pena que no haya público en los estadios. Ojalá vaya volviendo todo poco a poco a la normalidad.

En la tanda de penaltis del partido contra el Betis se le vio que echaba un ojo a un papel. ¿Qué había escrito en él?

—Lo que todos solemos tener, algún penalti previo de algún jugador. Pero dio la casualidad de que de los tres tiradores de ellos no tenía nada. De Mandi no teníamos nada. De Canales, que creemos que se guía más por los movimientos del portero que por una secuencia de disparos, tampoco tenía nada. Y lo de Juanmi fue un poco más de improvisación.

En el partido de liga del pasado viernes, Roger le marcó de penalti. Y el jueves no se puede descartar que el partido se decida desde los once metros. ¿Tiene bien estudiados a los lanzadores del Levante?

—Tendría que volver a verlos. Pero no deja de ser una lotería. Yo lo hago más que nada para ir seguro y convencido al lado al que decida tirarme y así, si tira hacia donde me lanzo, tener más probabilidades de pararlo.

Por lo que dice, entiendo que es algo que hace más para usted que por el rival.

—Tener un lado claro con el tirador que haya y tirarte convencido a ese lado. Antes me pasaba muchas veces que tenía dudas en el último segundo de si ir a la derecha o a la izquierda y así perdía unas milésimas de segundo que me impedían llegar al balón. De este modo voy convencido. Pero bueno, que es una lotería, no hay una ciencia exacta. Y sí, es algo que hago más por mí que por el rival.

¿Espera un partido más caliente por el lance entre Iñigo Martínez y Sergio León del final del encuentro de liga?

—Son lances del juego y creo que se malinterpretó esa situación. Pero no va a ser un partido caliente, ni mucho menos, y menos aún por esa situación.

Cambiemos de tema. Esta temporada están viviendo una situación extraña. Apenas les generan peligro, pero con muy poco el rival les hace gol. ¿Le encuentran alguna explicación?

—Como portero hay veces que me voy frustrado porque nos generan muy poco y en partidos en los que solo nos han tirado una o dos veces a puerta nos han hecho gol. Yo veo que el equipo defiende bien y que tiene los conceptos defensivos muy claros. Tenemos que mantener esta línea de conceder muy pocas ocasiones, porque seguro que así empezamos pronto a mantener la portería a cero. Y en ataque seguir también con esa dinámica. La experiencia nos dice que si seguimos en esta dinámica la balanza termina equilibrándose y terminas marcando más de los que recibes.

¿Usted se enfada mucho consigo mismo por no mantener la portería a cero?

—Los que me conocen, con mención especial a los entrenadores de porteros, que son los más cercanos en mi día a día, saben que soy un portero que me exijo mucho a mí mismo. Demasiado incluso en algunos sentidos. Y cuando veo que me han tirado una vez a puerta y me han marcado, salgo frustrado y quemado. Pero en 90 minutos hay mucho más que un tiro a puerta o dos. Hay muchísimas otras cosas: el juego con los pies, el juego aéreo, la comunicación con la defensa€ Hay partidos en los que igual he hecho tres paradas muy buenas y he salido mosqueado porque puede que por arriba no haya salido en un par de balones; y otros en los que he hecho todo bien, me han tirado una vez puerta y me han metido un gol y no salgo tan quemado. El trabajo del portero es mucho más que lo que se valora hoy en día, que son los tiros a puerta recibidos y los goles que te hacen. Si seguimos mirando esos datos parecería que soy de los peores porteros de la liga, y no me considero como tal. El trabajo del portero engloba muchas más cosas. Y yo soy consciente de cuál es. Hay que contabilizar todo.

Pero sí es verdad que los errores del portero son los que más se ven.

—Es la vida del portero, qué se le va a hacer€

¿Lo considera injusto?

—Injusto no. El fútbol son goles y es lo que toca. Si yo cometo un error lo más probable es que acabe en gol; y si falla un delantero o un extremo no tiene tanta incidencia. Pero no me parece injusto. Lo más importante es saber cuándo uno lo hace bien o mal. Y reconocerlo. Si nos ponemos a sacarle punta a todos los goles, en todos el portero podría haber hecho más, pero hay que contar con que todos fallamos, y yo el primero. En mi posición se trata de minimizar los errores al máximo.

Al principio de la temporada no se libró de las críticas. ¿Cómo vivió ese momento?

—En muchos partidos se cometen errores y yo tuve una dinámica en que cada vez que fallaba, el balón acababa en gol. Pero eran acciones puntuales. Las sensaciones en los partidos no eran malas.

Pero sí que hubo partidos que quedaron condicionados por algunos de esos fallos...

—Quedan condicionados de cara a lo externo, al aficionado y al que ve el fútbol guiándose por el resultado. Yo valoro mi partido en los 90 minutos, no solo en esa acción del error. Es verdad que no salí contento después de esos partidos, pero no me responsabilizo del 100% del error. El fallo es mío, sí, pero sé que he ayudado al equipo en otras muchas facetas del juego. Son acciones puntuales que cualquiera podemos cometer y contamos con ello. Fueron varios partidos en los que sí se le pudo sacar la puntilla a los goles que encajábamos, pero las sensaciones entrenando y después jugando eran buenas.

¿Sintió que hubiera dudas en torno a su titularidad?

—Son lances del juego en los que tardas una décima más y el balón para dentro; tardas una décima menos y has hecho un paradón. A mí no me llegó que la gente tuviera dudas sobre la portería. No lo sentí. Tengo una cosa, que no sé si es buena o mala, y es que no suelo leer lo que dice la prensa y tampoco tengo redes sociales. Vivo un poco ajeno a esas cosas. Las opiniones que más me importan son las del entrenador, las de mis compañeros y la mía propia. Y en ese sentido yo estaba tranquilo. No me preocupé en ningún momento. Si en algún momento me toca que debido a errores el entrenador me deje en el banquillo, será porque el otro portero ayuda a mejorar al equipo. Las dudas que dices que se generaron yo no las sentía.

¿Analiza mucho sus actuaciones?

—No me vuelvo a ver el partido entero, pero sí las acciones en las que yo participo y que me han podido dejar alguna duda a lo largo del partido. Tampoco le doy muchas vueltas, porque ya sé yo cuándo hago una cosa bien o mal. Suelo volver a verlas para despejar dudas. Del último partido de liga contra el Levante, por ejemplo, me quedó la duda en un despeje de puños de si podía haber cogido el balón. Pero cuando repasé la acción comprobé que acerté al despejar, porque de haber atrapado el balón podría haber chocado con el rival.

Hay una reflexión en el mundo del fútbol que dice que mantenerse en la élite es más difícil que llegar a ella. ¿La comparte?

—Yo reconozco que en comparación con el chaval que debutó con 21 años en liga contra el Leganés en la temporada 2018-19 a cómo soy ahora, he madurado en lo personal. Y profesionalmente he crecido. Que me asiente o no es otra cosa. Yo trato de aprender y mejorar todos los días y con eso intentar ser el mejor portero que haya para el Athletic. Es a lo que aspiro en ese sentido.

Siempre se ha puesto en valor su madurez, por lo que parece difícil que haya progresado mucho en esa faceta. ¿Realmente cree que ha madurado tanto como dice?

—Sí, sí. Yo subí del Bilbao Athletic y allí no le dabas tanta importancia a ganar un partido, porque estábamos más o menos acostumbrados y si perdías tampoco pasaba demasiado. Ahora, vivir la Supercopa ante rivales como Barcelona o Real Madrid, las semifinales contra el Granada, esta de ahora€ Saber que son momentos casi únicos te hacen madurar y te hacen valorar todo lo que te rodea. Esa es la única diferencia. En lo deportivo, crecer y acumular experiencia. Experiencia basada en errores. Muchas veces aprendes haciendo cosas, pero aprendes de una manera mucho más intensa cuando cometes errores.

Ayer fue el cumpleaños de Iribar, que cumplió 78 años. ¿De qué habla con él?

—No hablamos mucho de fútbol, porque son épocas distintas. Tenerle cerca en Lezama, o antes cuando venía a San Mamés a los partidos, solo con verle antes de salir a calentar te transmitía algo que era querer ser como él. Y eso es muy importante. En Lezama hablamos de la vida en general, pero el hecho de tenerle cerca ya dice mucho. Es lo que transmite, no lo que dice.

¿Recuerda quién fue el primero que le habló de él?

—Yo bajaba a Lezama a entrenar en alevines e infantiles y ya me hablaban de Iribar, pero yo por aquel entonces no sabía quién era él, no conocía mucho la historia del Athletic. Una vez ya en cadetes, cuando me fichó el Athletic, entre las muchas historias y anécdotas que nos contaba Koldo Asua, la del Txopo fue la que más me impactó. Me sentía identificado.

"Me pongo nervioso, como todo el mundo. Y es bueno, porque te hace estar más atento, más alerta"

"Hay que actuar de la misma manera cuando haces el mejor partido del mundo que cuando cometes pifias"

"Hay veces que me voy frustrado porque en partidos que nos han generado poco nos han hecho gol"

"A veces aprendes haciendo cosas, pero aprendes de una manera mucho más intensa cuando cometes errores"

"En cadetes, entre las muchas historias que nos contaba Koldo Asua, la que más me impactó fue la de Iribar"