El sueño de disputar en quince días dos títulos de Copa resulta demasiado sugestivo como para ser obviado, máxime cuando una de esas posibilidades está asegurada, pese a que sea la consecuencia de una anomalía. El pasado verano ya era más que previsible que los aficionados no pudiesen asistir en directo a la final con la Real Sociedad en abril, fecha tope para su celebración. Así lo advertían los especialistas en la materia, los científicos, y el tiempo no ha hecho sino corroborar su cálculo. Entonces, los clubes implicados y la Federación Española optaron por alentar una expectativa sin fundamento, pero esto ya no tiene vuelta de hoja y lo único cierto es que el Athletic: si el próximo jueves es capaz de rentabilizar en el campo del Levante el 1-1 registrado en la ida de la semifinal, jugará ese par de finales, escenario que por pura lógica matemática duplica la aspiración de conquistar un título que se resiste desde hace casi cuatro décadas.

Sucede que esta noche el Athletic visita a su rival en la Copa para jugar la vigésimo quinta jornada del campeonato liguero y está obligado a realizar un ejercicio de abstracción. Debe aparcar el asunto de los títulos y centrarse en el valor de los puntos en juego. Los motivos son de peso, puesto que al margen de que el equipo necesita la victoria para dejar de figurar en tierra de nadie en la clasificación, no existe mejor forma de preparar la semifinal que conquistando hoy el Ciutat de Valencia. Ganar no garantiza repetir el jueves, pero qué duda cabe de que llenaría el depósito de la confianza con miras al segundo duelo. Un marcador adverso tampoco poseería una transcendencia insalvable, pero por algo se suele aludir al estado anímico como factor clave en el fútbol.

Una vez analizado el contexto, queda por conocer el plan que Marcelino Y aquí se corre el riesgo de equivocar conceptos. Aunque el entrenador afirma que lo tiene muy claro y que va a intentar resolver ambos compromisos con el Levante, no extrañaría que se decante por reservar a algunos de sus hombres más habituales pensando en la Copa. Hay suficiente tiempo entre los dos partidos, pero tampoco es cuestión de sobrecargar al personal y, por otra parte, hay futbolistas capacitados para dar la talla que están más frescos que los titulares. Vencedor y Vesga cuentan con todos los boletos para figurar en el once debido a que Unai López y Dani García cumplen sanción, pero la apuesta por gente como Villalibre, Balenziaga, Núñez, Sancet o Lekue, por citar algunos, se antoja un recurso interesante e incluso una baza inteligente.

La situación actual no sería comparable a la de aquellas rondas con rivales asequibles como Ibiza y Alcoyano, que se disputaron entre semana, metidas con calzador, pero guardaría cierta similitud con el cruce copero con el Betis, cita en la que Marcelino introdujo cuatro novedades respecto al encuentro previo, con el Barcelona en el Camp Nou. Inclinarse por una solución de este tipo, esto es, con tres, cuatro o cinco cambios de inicio, en absoluto supone una renuncia a nada. Al revés, encajaría con su discurso en este mes y medio, a pesar de que en ocasiones sus iniciativas hayan entrado en contradicción con el mismo.

síntomas

Desde fuera faltan datos para precisar el momento de cada jugador, en la faceta física sobre todo, pero el domingo contra el Villarreal se percibió que los más asiduos en ataque alcanzaron el tramo final muy justos de gasolina. Marcelino lo vio diferente y solo ordenó dos sustituciones, tardías además, pero el equipo dio síntomas de desgaste. La formación no diferirá en exceso de la siguiente: Simón; Capa, Yeray o Nuñez, Iñigo, Balenziaga; Berenguer, Vencedor, Vesga, Muniain; Villalibre, Raúl García. A Paco López, un amante del reparto de minutos, se le apilan los contratiempos, en especial en la línea de medios, pero llega a la cita de hoy con los deberes hechos tras sorprender al líder el sábado. Y además, su método relativiza el influjo de las bajas: "Aquí hay 24 jugadores que se parten el alma y todos merecen jugar", declaró tras asaltar el Wanda Metropolitano.