Mucho han cambiado las cosas desde que el Athletic barriera a la Real en su última visita a San Mamés. Aquel bloque granítico e inabordable en casa, hace tiempo que extravió la fiabilidad y navega en un mar de dudas, mientras el vecino luce un estilo que le convierte en el equipo de moda. Basta con fijarse en el momento de los entrenadores para hacerse una idea: Gaizka Garitano está sometido a un plebiscito sin fin e Imanol Alguacil acaba de renovar por dos años. Pero todo esto, siendo cierto, quizá no se refleje sobre el césped. El elevado número de pronósticos concienzudamente razonados que saltaron por los aires aconseja aparcar expectativas, esperar a que se abra el melón.

Además, las últimas semanas han rebajado en alguna medida una distancia que no hace tanto parecía abismal, en puntos y en sensaciones. Más que por una mejoría sustancial en el quehacer del Athletic porque la Real ha visto frenada en seco su marcha triunfal y acumula nueve partidos sin ganar, los tres más recientes de liga con derrota. Un calendario más denso a causa de las citas europeas ha hecho aflorar el cansancio, las lesiones y un descenso en el índice de efectividad en el bando guipuzcoano, donde no obstante aseguran que no se han desviado de la práctica del buen fútbol. Enfrente, se aferran a la entereza mostrada en una serie de salidas complicadas para convencerse de que el final del túnel queda más cerca. Es evidente que de añadir los tres puntos de hoy al casillero, el panorama se aclararía bastante, al menos durante unos días.

Aunque cada uno se monta su película, ahora ambos coinciden en usar como base del discurso ese factor que se conoce por “los detalles”, un cajón de sastre que lo admite todo: errores inexplicables, un rendimiento deficiente, el caprichoso VAR, el infortunio o las inevitables lagunas que se producen en el curso de un encuentro. En suma, esos imponderables con que se justifica cualquier marcador adverso se han convertido ahora en inseparables acompañantes del Athletic y la Real. A ver si son protagonistas en la valoración del derbi de este jueves. Lo seguro es que el técnico que recurra al manoseado atenuante tendrá la derrota grabada en el rostro.

En el capítulo de ausencias, el anfitrión carga con la de Yeray Álvarez, equivalente a la de Aritz Elustondo en las filas visitantes, donde acaso se note más la baja de David Silva, un portento en la generación de desequilibrios entre líneas desde su paso por Ipurua hace tres lustros. A Imanol le queda el consuelo de la reaparición del estandarte del club, un Oyarzabal al que el Athletic siempre le estimula y sin el que el dispositivo no suele funcionar a plena satisfacción.

Incógnitas

Lesionado Yeray, será el turno de Nuñez, con Aitor Paredes, central del filial, en la lista por si acaso, al igual que Nico Williams, que repite. Otra de las novedades lleva el nombre de Villalibre, superado el alevoso golpe sufrido ante el Huesca que le impidió estar en la Cerámica. El ariete cuenta con muchas papeletas para figurar en el once de inicio, su lugar a lo largo de un puñado de semanas, lo que devolvería a Iñaki Williams a la banda derecha. Garitano eludió confirmarlo, lo que deja abierta la opción de Raúl García. Se supone que arriba seguirá Muniain como enlace y Berenguer en el ala izquierda. Asimismo, se da por descontado que Capa, Iñigo y Yuri formarán por delante de Simón, renacido antes del parón.

En realidad, las dudas se localizan en el centro del campo. Vencedor, Dani García y Vesga serían en principio los candidatos a dos posiciones por cuanto Unai López ha perdido terreno desde hace mes y medio. Esta línea es clave y no solo porque de su composición se deriva el talante más o menos ofensivo del conjunto. También se ha de considerar que Imanol utiliza tres elementos en la zona ancha, un ancla y dos interiores, una fórmula lógica en un equipo que apuesta por elaborar desde terreno propio, en ocasiones con pausa y siempre abierto a la aceleración con servicios profundos a Portu, Oyarzabal y el delantero que actúe, sobre todo si es Isak.