IGUEL Ángel Sánchez, conocido como Míchel (Madrid, 30-X-1975), puede congratularse de haber superado un inicio de liga duro y complicado donde los haya. Sin victorias de por medio en las doce primeras jornadas del campeonato, no fue hasta el pasado sábado cuando pudo saborear el primer triunfo del curso a costa del Alavés, rival al que el Huesca derrotó por la mínima en El Alcoraz. La suma de los tres puntos en juego alivió y de qué manera al técnico madrileño, quien puede presumir de ser el único entrenador en la historia de la Primera División que ha sobrevivido a la falta de triunfos en las doce primeras citas ligueras. Ningún técnico había conseguido hasta esta atípica y singular temporada conservar su cargo en tan desfavorables circunstancias, si bien en las noventa ediciones celebradas hubo equipos que lograron más empates, como fue el caso del Sporting de Gijón en el ejercicio 1982-83, con nueve por los ocho que presentaba y presenta a día de hoy el Huesca, así como clubes incapaces de ganar en las ocho primeras jornadas, pero nunca al término del duodécimo envite.

El límite para no ser cesado, no en vano, estaba en ocho jornadas sin ganar, cuatro partidos menos de los acumulados por Míchel, quien quedó además seriamente tocado en la visita de la duodécima jornada al Granada. Tras acariciar la victoria con un 1-3 que parecía definitivo, el cuadro nazarí logró igualar la contienda con dos goles en los minutos finales que amenazaron con enterrar el proyecto deportivo del vallecano al frente del conjunto oscense, pero no fue así. El club, a pesar de que Míchel enlazó en Los Cármenes su decimonoveno choque de liga sin ganar para quedarse a solo seis del récord histórico firmado por Pavic, mantuvo su confianza en el técnico, le dio un partido más y el Huesca, con un juego valiente a la par que atractivo y efectivo, se impuso al Alavés para permitir coger aire a Míchel, que volvió a respirar con sumo alivio al ver cómo sus hombres derrotaban el martes al humilde Marchamalo en la Copa tras una agónica prórroga.

El 2-3 con el que tocó a su fin la cita ha dado un nuevo margen de maniobra al entrenador madrileño, que con dos triunfos consecutivos visita esta noche San Mamés con el objetivo de dar continuidad a los buenos resultados. El pasado curso, tras devolver al Rayo Vallecano a Primera, el madrileño fue destituido en marzo, paso previo a su llegada a Huesca, donde aterrizó en junio para firmar un nuevo ascenso de categoría y buscar su particular revancha una liga que le conduce hoy hasta La Catedral.

Un partido intenso

"Cuestionado el jueves en rueda de prensa por el tipo de encuentro que espera, Míchel, que busca sacar al Huesca de la penúltima posición que ocupa en la clasificación, destacó que "tenemos la seguridad de que va a ser un partido intenso y de máxima exigencia". "El Athletic. No tiene el empuje del público de San Mamés, pero siempre se caracteriza por la intensidad que demuestra en su estadio y mínimo tenemos que igualarla para ser competitivos", apuntó asimismo el técnico, quien afirmó en relación a la ausencia por sanción de Raúl García que "es una baja importante, pero en los últimos partidos también ha jugado Muniain en esa posición y tienen nivel para que no se note". "Es un equipo que va de menos a más y tenemos que devolverles esa incertidumbre que han podido tener en la primera parte de la competición", finalizó un reforzado Míchel.

"El Athletic va de menos a más y tenemos que devolverle esa incertidumbre que ha podido tener", apuntó ayer Míchel