óSCAR de Marcos (Laguardia, 14 de abril de 1989) afronta su particular examen. Los últimos tiempos no son nada sencillos para el segundo capitán del Athletic, al que su tobillo izquierdo le ha generado más que un simple dolor de cabeza y el nuevo capítulo data del pasado 30 de septiembre, en vísperas de que el colectivo rojiblanco recibiera al Cádiz en San Mamés.

De Marcos notó molestias que no le son desconocidas en la articulación que le causa problemas desde inicios de la campaña 2017-18, cuando se lesionó en el partido inaugural frente al Getafe. Entonces, tuvo que parar durante tres meses, lo que se convirtió en lo que a la postre fue un mal presagio. En estos tres años, las dolencias no han remitido por completo y la nueva recaída le llega en el último curso de la vigencia de su contrato, y que marcará su futuro a medio plazo. Se trata del exigente reto del futbolista alavés, que confía en recuperarse más pronto que tarde y ponerse a disposición de Garitano, en su deseo de poder reivindicarse y optar, en este sentido, a una posible oferta de renovación por parte del club.

De Marcos, que el pasado marzo estrenó paternidad, asume que le toca recuperar sus mejores sensaciones. Es un futbolista que ha entrado en los planes del técnico con cierta asiduidad siempre y cuando ha estado en buenas condiciones físicas, y solo hace falta rememorar que fue titular en el debut de esta liga en Los Cármenes, en un partido en el que ejerció, primero, de interior para bajar, después, al lateral derecho, posición en la que hizo aguas en las acciones de los dos goles del Granada.

No compareció posteriormente en el derbi de Ipurua, en tanto que las molestias en su tobillo izquierdo le han dejado fuera de las convocatorias ante el Cádiz y Deportivo Alavés, y hay muchas probabilidades de que también cause baja para el compromiso del domingo en La Catedral, en el que el Athletic necesita los tres puntos para salir de la crisis deportiva e institucional en las que se encuentra inmersa la entidad bilbaina.

El de Laguardia espera que la recaída de su lesión se quede solo en un mero susto. Ya lo pasó mal el ejercicio pasado, cuando permaneció en el dique seco durante ochos meses, con intervención quirúrgica por medio. El segundo capitán rojiblanco regresó tras el confinamiento y participó en nueve de esas once jornadas recorridas a puerta cerrada, con la titularidad en tres de ellas y un minutaje de 352 minutos, números aceptables que le daban su punto de chance de cara a la nueva temporada, la duodécima suya como león.

Su historial a día de hoy se queda en 399 partidos oficiales, por lo que está solo a uno de alcanzar la mágica barrera de los 400, al alcance de un grupo reducido. Es el otro reto personal que maneja un futbolista que debutó de la mano de Joaquín Caparrós y que ha contado con todos los entrenadores que han pasado después por el banquillo bilbaino, con Marcelo Bielsa, con el que jugó 102 partidos en dos campañas, y Ernesto Valverde, con el que lo hizo en 177 ocasiones en cuatro cursos, como sus máximos valedores.

A Óscar de Marcos le quedan menos de nueve meses de contrato, pese a que la decisión que tome la dirección deportiva no se produciría hasta el próximo mayo a tenor de los antecedentes conocidos desde que Rafa Alkorta lidera la cúpula de Lezama. Los casos de Markel Susaeta, Ander Iturraspe, Beñat Etxeberria y Mikel San José son bien conocidos, ya que ninguno de estos cuatro futbolistas, de trayectoria similar a la del lateral, renovaron en su último año, una tendencia que quiere romper el segundo capitán rojiblanco, que cuenta con la competencia directa de Ander Capa en el costado derecho y a la que se puede sumar la de Álex Berenguer, el fichaje de esta temporada y que se caracteriza por su polivalencia. Sea como fuere, el reto a corto plazo de De Marcos se centra en recuperarse de sus dolencias en el tobillo izquierdo. Después, le toca otro desafío.

De Marcos, titular en el estreno en Granada, no ha vuelto a comparecer a la espera de jugar su partido 400 como rojiblanco