e seis años del primer cruce del Athletic y el Eibar en partido de liga sacó un empate sin golesGaizka Garitano dirigió a Ander Capa Iago Herrerín permaneció en el banquillo.

Ellos son los supervivientes de un duelo histórico desprovisto ya de esa aureola especial que rodea a lo novedoso. Hoy no deja de ser un compromiso rutinario, no en vano Eibar y Athletic van a verse las caras por decimotercera ocasión. Pese a que este choque vecinal lleva camino de institucionalizarse, aún sería prematuro otorgarle la vitola de clásico, una distinción que en cambio empieza a encajar con la figura de José Luis Mendilibar, timón de los armeros desde 2015 de forma ininterrumpida. Cumple pues su sexta temporada consecutiva al frente de un proyecto, marca únicamente superada por el entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone, de entre los técnicos que ejercen en la actualidad en Primera División.

El argentino afronta su décimo curso en el Atlético de Madrid, pero está por detrás en número de partidos dirigidos en la liga, tiene 74 menos que Mendilibar, que luce en su palmarés una cifra redonda, 400. Ni el hecho de haber sido destituido en cuatro clubes distintos, en algún caso con muy poquitos partidos (diez en Bilbao y ocho en el Levante), ha cortocircuitado una carrera que cubre ya tres lustros. Lejos, muy lejos queda su debut en la élite en una tarde que nada tuvo de premonitoria. Ese día el Athletic derrotó con tres goles a la Real Sociedad, en la que sería casi la única alegría de Mendilibar en su efímero paso por el club al que se medirá en pocas horas. Tras su despido y antes de que se materializase también, se insistió en que la categoría le venía grande, impresión ridiculizada con el simple discurrir del tiempo.

Sin embargo, del repaso de sus encuentros con el Athletic se deduce que algún tipo de estigma le persigue desde aquella frustrante aventura. La escasa fortuna que presidió su experiencia profesional en Bilbao ha continuado plasmándose en los resultados ante los rojiblancos al mando del Eibar. Una sola victoria, cuatro empates y cinco derrotas componen un balance inequívoco en este sentido. Se podrá apuntar, a modo de atenuante, la existencia de un desequilibrio de fuerzas que objetivamente penaliza al equipo guipuzcoano, pero la verdad es que ni siquiera en aquellas oportunidades en que los armeros acumularon más méritos sobre el campo quiso el marcador inclinarse a su favor.

A raíz de una derrota injusta, el propio Mendilibar exculpó a sus jugadores y se adjudicó la responsabilidad por no saber transmitir el espíritu adecuado para asaltar La Catedral. Un ejemplo de la sinceridad que gasta este practicante habitual de la autocrítica y enemigo de las excusas, un tipo reconocido por no callarse si estima que hay razones para la denuncia o la queja. Siempre procura que se le entienda perfectamente, no acostumbra a dejar cabos sueltos o alimenta las dobles interpretaciones. De ahí que cuente con el respaldo incondicional de su tropa, persuadida de que el míster, además de ser muy normal en la distancia corta, trata de ser ecuánime. Su principal reto estriba en convencer a futbolistas de procedencia muy diversa de la bondad de un ideario que ha convertido al Eibar en un club respetado.

Cuando fue presentado en el Athletic, en vez de poner Europa como meta soltó que había que “ir partido a partido”. No gustó. Demasiado humilde, poco ambicioso para la entidad que representaba, pensaron algunos. Lo cierto es que la frase de marras, pronunciada en 2005 y cuya autoría intelectual años después se le adjudicó al sobreactuado Simeone, ha guiado a Mendilibar por la buena senda. Está en los 400 partidos de liga.