Esta noche se escenifica un drama en San Mamés. La magnitud del mismo varía en función del punto de vista, es decir de la situación particular de cada contendiente, pero el duelo es crucial para ambos. Athletic y Leganés saben de sobra que todo lo que no sea sumar los tres puntos en juego equivale a renunciar de antemano a los objetivos por los que compiten. Solo ganando podrán seguir alimentando la esperanza y presentarse en la última jornada, la del domingo, con la posibilidad abierta de cerrar la temporada de la mejor manera posible. Por supuesto, como aliciente no admiten comparación una plaza europea y la permanencia, sin embargo eso es lo que persiguen exactamente unos y otros, así que la tensión máxima está garantizada, al menos de salida.

En el supuesto de que sean incapaces de eludir el empate, el partido pasará a la historia como un drama de época, pero esta sería la opción que a nadie se le pasa por la cabeza. El plan que quiere desarrollar el Athletic es diáfano: tomar la iniciativa y percutir hasta doblegar la resistencia del rival. Aparte de que sea el que mejor encaja con su perfil, la urgencia le aboca a adueñarse del balón e imponer un ritmo a su gusto. Le aguarda un conjunto bien pertrechado para la contención, a menudo con una zaga de cinco, y que luce una pegada de peso mosca. El gol es el gran déficit del Leganés, que perdió en el mercado de invierno a sus dos piezas más incisivas, Braithwaite (Barcelona) y En Nesyri (Sevilla), a cambio de casi 40 millones. Los 26 goles marcados le distinguen como el peor ataque de la categoría. Hoy necesita uno como mínimo.

Hubiese preferido el Athletic que, como el Levante que visitó en la jornada anterior, el Leganés careciese de motivación clasificatoria, algo que no ha estado lejos de darse y que los de Javier Aguirre han eludido en un esprint impensable. Siete puntos de los últimos nueve hacen factible aún el milagro del club pepinero, que en las 33 jornadas previas sumó 25. El instinto de supervivencia se agudiza en los peores trances, es evidente. Ahí radica el peligro para el Athletic, en un espíritu indomable que ni se atisbaba y aflora justo cuando parecía que todo el pescado estaba vendido en los puestos de cola.

El Leganés viene además en cuadro. Su número de bajas es muy elevado. No menos de siete hombres están descartados por lesiones y suspensiones y tres más apuran para superar sus dolencias y estar ante el Athletic, Bustinza entre ellos. Un panorama desolador para el técnico mexicano, bastante más acuciante que el que toca gestionar en el banquillo de al lado. Gaizka Garitano debía decidir tras la sesión de ayer si incluía en la lista a algunos de sus lesionados. La atención se fijaba en Capa, Yeray y Yuri, ausentes en la alineación precedente. La baja forzosa del cuarto integrante de la línea más estable del equipo, un Iñigo Martínez que cumple sanción por acumulación de tarjetas, quizás ayuda a entender el interés de Garitano por recuperar a sus defensas titulares, pese a que tanto De Marcos como Balenziaga o el más asiduo Núñez estén dando la talla.

Finalmente podrá contar con los tres, que se integran como novedades en la convocatoria junto a Dani García, el medio de cierre sancionado frente al Levante. Son 24 los llamados, pues asimismo ha entrado Beñat, que no lo hacía desde el partido con el Atlético de Madrid de hace un mes. Uno pasará a la grada. Se supone que Garitano apostará por sus favoritos desde el minuto uno. Yeray, sobre quien deslizó que ya había completado un par de sesiones, y Yuri, por la profundidad que aporta por su costado y el tipo de choque que cabe prever, serían los más probables, pero quizás Capa haya logrado olvidar la sobrecarga que sufría. Por lo tanto, a nadie extrañaría que el Athletic forme con el siguiente bloque: Simón; De Marcos o Capa, Yeray, Núñez, Yuri; Dani García, Unai López; Williams, Sancet, Muniain; Raúl García.