Williams Shakespeare publicó en 1595 la comedia Sueño de una noche de verano, un enredo entre varios amantes atenienses que ha generado a lo largo del tiempo, sobre todo desde el hallazgo de los hermanos Lumière, numerosas versiones cinematográficas y cuyos finales son edulcorantes. La obra se suele asociar al deseo de corresponder a lo que pide el corazón y el Athletic puede dar fe de ello. El colectivo rojiblanco se encarga de escribir su propio libreto que se define por las alteraciones e improvistos, pero desde que se compite en la liga de la pandemia del covid-19 ha aplanado su curva y la conquista como mínimo de la séptima plaza asoma a estas alturas como un objetivo creíble. Con seis jornadas por delante, incluida esta que arrancó ayer, el conjunto de Gaizka Garitano dormirá esta noche en puestos europeos en caso de sellar la victoria en Mestalla frente a un Valencia en crisis, ya que le superaría en la tabla además de dominar el average particular, una plusvalía que ofrece un impacto considerable cuando la lucha por conseguir billete continental emerge tan apretada entre varios conjuntos.

El enfrentamiento de esta noche tiene matices de final. Tanto para el Valencia como para el Athletic. El que pierda se puede desenganchar peligrosamente de la carrera a la Europa League, que reparte tres salvoconductos, por lo que la tensión se debe dejar ver en el césped de Mestalla, un campo que, por cierto, no es muy propio para los intereses bilbainos. El curso pasado, sin ir más lejos, el equipo de Garitano, que conoció su segunda derrota en liga al frente de los leones, hincó la rodilla en el estadio valencianista ante un rival con el que estaba parejo en la tabla, derrota que a la postre tuvo sus consecuencias. El Valencia fue a más y se metió en la Champions, y el Athletic, como se conoce, tuvo altibajos que le costó quedarse fuera de la competición continental en el suspiro final de la liga. Hoy, el cuadro rojiblanco tiene mejor pinta que el conjunto che, que estrena entrenador en la figura del apagafuegos Voro tras la destitución la noche del lunes de Albert Celades. El relevo en el banquillo puede suponer una estímulo, pero también un exceso de presión para un Valencia que es casi un polvorín, lo que tiene que aprovechar el Athletic para encender la mecha y sacar tajada de la hipotética mascletá.

El Athletic ha recortado al Valencia cuatro puntos en este retorno de LaLiga Santander y un éxito le permitiría escalar de golpe dos posiciones, de la novena a la séptima plaza, ya que subrepasaría al mismo conjunto levantino y a una Real Sociedad devaluada, que aún no conoce la victoria en la rentrée y que mañana se la juega ante el Espanyol, colista y prácticamente abocado al descenso. El triunfo no solo tendría un valor doble, tres puntos más uno del average, sino que subiría la autoestima de los rojiblancos de cara a la traca final y en vísperas de recibir al Real Madrid, el líder, el domingo en San Mamés. Todo lo que no sea ganar se entendería como un pequeño retroceso que obligaría a los de Garitano a hacer un sobresfuerzo de cara a las cinco jornadas últimas, donde apenas podrían permitirse tropezones si quieren consumar el sueño de volver a jugar en Europa tres campañas después.

La trascendencia del duelo es evidente y Garitano no se guardará nada. Tiene a todo el grupo a su disposición, aunque el estado de Iker Muniain genera ciertas dudas por culpa de las molestias que le impidieron rendir frente al Mallorca al cien por cien de sus posibilidades, por lo que no resultaría extraño que el capitán rojiblanco no compareciese de inicio en Mestalla. Con todo, el derioztarra esconde sus bazas, pese a que se da por hecho que volverá a tirar de su plan A, sin pensar en el choque venidero ante el Real Madrid. Garitano, no obstante, podría llevar a cabo algún retoque respecto a la fórmula que aplicó el pasado sábado, con lo que no sorprendería la entrada en el once de Mikel Vesga en detrimento de Unai López, en busca de poner más cemento en la medular, en tanto que Óscar de Marcos podría gozar de su oportunidad en el costado derecho para centrar a Raúl García y apostar en la punta por la velocidad de Iñaki Williams, argumentado en romper a la pareja de centrales de un Valencia que, al igual que el Madrid y el Barça, no ha perdido en su feudo en lo que va recorrido de liga, un dato a valorar.