EL calendario de competición da tanto de sí que casi cualquier teoría acaba siendo defendible. O rebatible, según convenga. Si se bucea en las fichas y las crónicas de los partidos, es posible encontrar los datos adecuados, justo aquellos que interesa remarcar porque dan forma al argumento propio e invalidan el ajeno. Y los datos no necesariamente han de ser rigurosos, pues esto es fútbol, no un tratado científico, y ya vemos lo que pasa cada jornada, donde el resultado y el rendimiento perfectamente transitan por caminos diferentes.
Cuando se aproximaba la vuelta de la semifinal, el temor provocado por los tropiezos consecutivos con Osasuna y Alavés hizo que se publicase (no solo en este diario) un listado con los minutos disputados desde el verano por cada integrante de la plantilla de Gaizka Garitano. En el reportaje se adjuntaba una comparativa con el resto de los equipos de la categoría. Y resultaba que el Athletic encabezaba la relación, era el que tenía más jugadores que superaban con holgura los dos mil minutos, incluso habiendo disputado menos compromisos que otros conjuntos. Como prácticamente la totalidad de los titulares lucía números elevadísimos, la conclusión a extraer salía sola: el desgaste acumulado estaba repercutiendo en los resultados y la final corría peligro.
La historia se vendió diciendo que las rondas coperas estaban pasando factura en la liga. Una obviedad que bien se pudo enunciar (aquí se hizo, con cierta antelación además) poniendo el dedo en la llaga de la gestión de la plantilla. Garitano admitía que el personal estaba cansado, pero apenas varió su línea de actuación. Vamos, que no dio el brazo a torcer, pese a la contundencia de los hechos. Nada más salvar el pellejo en Granada, sin que todavía se sepa muy bien cómo, el técnico aludió a los "dos cojones" del equipo. Bueno, cabía emplear otros términos aunque era mucha la tensión acumulada en la cita más trascendental del curso, pero estaba claro lo que pretendía transmitir y también lo que omitía.
En plena celebración, contó Garitano con el salvavidas que le lanzó Aitor Elizegi, al afirmar que la plantilla "es cortita". Reflexión improcedente por el cargo que ocupa y que no responde a la realidad. De entrada, que se sepa hay un mínimo de veinticinco futbolistas en nómina; ahora bien, si el entrenador se empeña en limitar los recursos con los que cuenta e insiste en poner siempre a los mismos, está consiguiendo dos cosas: desvalorizar el auténtico potencial del grupo y, como se ha comprobado en los últimos meses, exponer al equipo a una dinámica poco recomendable.
La racha negativa de diez partidos en liga y los tremendos apuros vividos en las sucesivas rondas coperas, serían razones de peso para replantearse la gestión realizada. El magnífico logro que supone acceder a la final de Copa no valida el procedimiento, esa teoría que de palabra y de obra han defendido los responsables del club.
El de Pucela es el cuarto encuentro de la temporada donde figuran en la alineación inicial Unai López, Sancet y Córdoba. Pocas veces han coincidido porque ninguno de estos futbolistas, que se hallan por debajo de la media de edad del equipo tipo, posee la vitola de indiscutible y además pertenecen al grupo de los prescindibles. De esos cuatro partidos, el Athletic ha ganado tres y perdido uno, el que sirvió para que el bético Joaquín estableciese un récord: tres goles en veinte minutos, aprovechando una monumental caraja colectiva. Esto significa que una de cada tres victorias ligueras se ha producido con el mencionado trío en el ajo. Ahí queda la estadística para su valoración, por supuesto a gusto del consumidor.