ALAVÉS: Pacheco; Navarro, Laguardia, Ely, Duarte; Aguirregabiria (Min. 46, Édgar Méndez), Manu, Camarasa (Min. 80, Pons), Vidal; Joselu (Min. 71, Burke) y Lucas.

ATHLETIC: Simón; Capa (Min. 77, Lekue), Núñez, Yeray, Martínez, Yuri; Dani García, Vesga, Muniain; Raúl García (Min. 80, Aduriz) y Williams (Min. 85, Larrazabal).

Goles: 0-1: Min. 17; Raúl García. 1-1: M in. 28; Lucas Pérez, de penalti. 2-1: Min. 91; Ely.

Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó a los locales Navarro (Min. 31), Aguirregabiria (Min. 33), Ely (Min. 52) y (Min. 86, Pons), y a los visitantes Capa (Min. 20), Núñez (Min. 25), Dani García (Min. 31) e Iñigo Martínez (Min. 31).

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésimo quinta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio de Mendizorrotza ante 19.412 espectadores que llenaron el estadio gasteiztarra con mucha presencia de aficionados del Athletic.

La crisis de resultados alcanzó ayer una cifra redonda. En Mendizorro-tza encadenó el Athletic su décimo encuentro sin ganar y además perdió como suelen hacerlo los equipos que han caído en desgracia, con un gol en el tiempo añadido. De nuevo, al igual que siete días atrás ante Osasuna, podrá aducirse que los méritos de los contendientes quedaron desvirtuados en el marcador, pero cuando este tipo de situaciones se repite con tanta frecuencia el recurso de agarrarse al azar pierde fuerza, deja de ser aceptable, siquiera como consuelo. No jugó el Athletic para perder, fue claramente superior al rival durante la primera mitad y en la segunda las propuestas se equipararon, una fue tan vulgar como la otra, pero el equipo que mejor rentabilizó ambos períodos fue el Alavés: tablas al descanso y triunfo en la conclusión.

El rendimiento analizado cronológicamente aporta la principal clave de lo acontecido en el derbi. Después de una semana limpia, la primera en dos meses, Gaizka Garitano perseveró en su apuesta. Escogió a los mismos jugadores con los que está afrontando la mayoría de los partidos y los intocables demostraron que necesitan mayor respiro para responder a satisfacción. La gasolina les duró 45 minutos, fase en que desplegaron con bastante acierto sus bazas. Cargaron con la iniciativa, fabricaron un buen número de aproximaciones y, pese a que se les vieran las costuras en dos o tres acciones, tuvieron controlado al Alavés, que por su parte aceptó de buen grado la cesión de la pelota en la confianza de que Lucas agitaría el choque a la contra.

Tras el paso por vestuarios, no tardó en percibirse el paulatino declinar de la chispa, apenas sostenida por Muniain. En adelante, el dominio careció de profundidad, el dinamismo se fue extinguiendo, las bandas dejaron de percutir y los errores a menudear, arruinando toda opción de deshacer el empate. Córner, córner y córner. Hasta nueve como único bagaje en ataque. La sucesión de centros al área sin destinatario resultó descorazonadora, mientras las combinaciones en la zona de creación languidecían por su lentitud. El Alavés fue retocando su estructura con la evidente intención de lograr que el Athletic se consumiese en su impotencia, cada vez más alejado de la versión del comienzo.

Según avanzaba el partido, la sensación de que el entrenador rojiblanco aceptaba de buen grado el punto se acrecentaba. Quizás, la aspiración de sus jugadores era idéntica. Desde luego, hacia rato que habían dejado de emitir síntomas de inconformismo, aunque acaso lo que ocurrió es que, sencillamente, sus condiciones físicas y mentales se lo impedían, no eran las idóneas para exigir a Pacheco. Las tres sustituciones realizadas por Garitano, tarde y siguiendo la pauta del hombre por hombre, sin revisar dibujo ni alterar la disposición, nada de positivo trajeron. Con la sala de máquinas ahogada, en especial Vesga, así como los laterales fundiditos, lo de dársela a Muniain y que se busque la vida se reveló como una solución muy pobre, insuficiente, un chollo para un Alavés que, en su línea, elevó las revoluciones en el tramo decisivo.

Dada la nula presencia visitante en el último tercio del campo, salvo para ejecutar el insoportable y rutinario centro sin ton ni son, el Alavés no tuvo que rebajar la intensidad de su fútbol reservón para estirarse ligeramente y acompañar algo a Lucas y Vidal. El primero reestrenó el apartado de remates, hueco desde que él mismo transformase el penalti, con un tiro envenenado que dio en el larguero y poco después templó a la espalda de la defensa una falta que Ely acertó a embocar de puntera.

Huelga decir que con un minuto por disputarse ya nada hubo que comentar, aparte de la formidable fiesta en la grada. El Alavés se había asegurado el premio cuando al vecino no le queda margen de maniobra, una de sus especialidades que ayer contó con la colaboración involuntaria de un Athletic desfondado y excesivamente vulnerable por más que apuntale su zaga con tres centrales. Ellos solos no pueden compensar las bajadas de tensión del grupo y, por supuesto, tampoco son los indicados para evitarlas. Se echa de menos temple, entereza y criterio en el resto de las posiciones y zonas del campo.

Para variar, cabría también lamentar el desperdicio en la faceta ofensiva porque con una renta más cómoda se evitaría vivir siempre sobre el alambre y, probablemente, disgustos como este último. Si en el segundo acto el capítulo rematador permaneció desierto, antes sí hubo una serie de aproximaciones y algunos balones propicios, no demasiados, para establecer distancia en el marcador. Pacheco sacó un cabezazo a bocajarro de Williams, Raúl García tras robo a Ely malogró inexplicablemente un dos contra uno, Muniain erró la culminación de una contra de libro y los zagueros locales anduvieron al garete para fijar a Williams, derribado cuando enfilaba portería a los pocos segundos del empate del Alavés.

plan previsible Con las baterías sin gastar, el Athletic completó un trabajo más que aceptable que a efectos prácticos no le cundió. Luego, el asunto adquirió un tono gris, que es sinónimo de inquietante a la vista de los problemas detectados desde diciembre para sumar puntos. Y ese temor fundado cobró sentido ante la ausencia de un plan alternativo al de salida, un plan que permita por ejemplo mantener la posesión y abastecer a los puntas con suministro decente. El equipo se fue plegando a medida que se acercaba el final y con muy poco, un par de destellos, el Alavés terminó remontando el esperanzador zurdazo de Raúl García. Un penaltito de Yeray sobre Vidal y una falta gratuitamente concedida por Vesga precipitaron el revés de Mendizorrotza, que hace el enésimo y se gestó en formato doloroso. La reacción inmediata es ya más una obligación que una mera consigna.