bilbao - "A que me toca, a que me toca?". Es lo que se repetía en la mente de Javier Izkoa (Getxo, 1946) el pasado viernes cuando en Las Rozas estaba a punto de sortearse las semifinales de la Copa. Athletic-Granada. "Y otra vez la pregunta: ¿tú con quién vas?", se lamenta quien fuera portero del equipo nazarí durante once años: "La pregunta está bien hecha, pero la respuesta es más complicada que parar un penalti con el VAR". La solución a ese dilema ha requerido el consenso de la familia: "Hemos quedado que mi mujer, María Ángeles, va con el Athletic y yo con el Granada. No puedo hacer otra cosa, ¡soy embajador del Granada!".
En vísperas del partido de ida de la semifinal, DEIA reúne en San Mamés a quienes son leyendas vivas para las aficiones de Athletic y Granada. José Ángel Iribar (Zarautz, 1943), que ejerce de anfitrión en el coliseo rojiblanco, esboza una sonrisa al escuchar la encrucijada en la que se encuentra su compañero de profesión: "Es lógico. Ha estado mucho tiempo jugando en Granada. Pero también sé que tiene el corazoncito dividido. Sin ninguna duda".
Mañana, Athletic y Granada inician un combate a dos asaltos con una plaza en la final de Copa como botín. No habrá guantes de boxeo de por medio. Iribar e Izkoa ya enfundaron sus manos durante décadas en otros guantes de lana, el equivalente prehistórico de las obras de ingeniería que hoy en día lucen Unai Simón o Rui Silva. El primer envite será en Bilbao y la vuelta tres semanas después en Los Cármenes. "A todos nos gusta jugar el segundo partido en casa", confiesa El Txopo, "no sé si conozco alguno que le guste al revés".
Izkoa también cree que la vuelta en casa beneficia al Granada y pone como ejemplo sus primeros cinco años en la ciudad andaluza, los que militó en Primera División: "Nos gustaba jugar el segundo partido en casa porque éramos un equipo fuerte, a veces duro. Y pensábamos ya vendrán para aquí". Y es que aquel Granada de principios de los 70 era famoso por su juego rudo. Uno de los culpables de aquel sambenito era el defensa paraguayo Pedro Fernández. "Nos solía decir: ¿Cómo no vamos a dar patadas si vienen a comerse la comida de nuestros hijos?", recuerda el exfutbolista vizcaino, residente en Urduliz.
Iribar ya jugó una semifinal copera ante el Granada en 1969, pero Izkoa no ficharía por el equipo andaluz hasta dos años después. El zarauztarra apunta que entonces los jugadores se sentían más libres y no "miraban tanto al banquillo" como ahora: "Jugabas con tu capacidad e intentando ser tú mismo. Había más libertad del jugador para que expresara lo que sabía hacer en el campo. Ahora se estudia mucho más al rival". En aquella ocasión el Athletic pasó la eliminatoria y terminó ganando la Copa ante el Elche: "Llegamos con mucha necesidad, porque llevábamos diez años sin ganar nada. En Granada empatamos a uno. Me hizo gol un tal Noya, uno rubito. Y luego empató Clemente. La vuelta ganamos 2-0". El Athletic entonces partía como favorito, "pero lo de ser favorito hay que demostrarlo".
porteros de otro tiempo Once años estuvo Javier Izkoa en Granada. Parecen muchos... "¡pero mira cuántos estuvo este monstruo en el Athletic!". 18. Iribar era indiscutible, por lo que fichar por el Athletic fue una utopía para el getxotarra. "Encima empezó a sacar con la mano, salía bien con los puños...", enumera Izkoa, "era muy raro que los porteros saliesen así". Así que en Granada tuvo que competir por el puesto con Ñito, un guardameta canario que era todo lo opuesto a él: "Era un tipo espectacular. Jugaba con los pies mejor que Ter Stegen. Salía con el balón, driblaba y se iba al ataque. Luego teníamos que correr todos como locos". "Decían que estaba loco", confirma Iribar.
De las siete veces que Izkoa jugó contra el Athletic vistiendo las camisetas de Zaragoza y Granada, recuerda especialmente una victoria con la camiseta andaluza: "Ganamos en San Mamés, 0-1. A mi abuelo en Getxo le tenían frito todos los lunes: Que a Javi le han metido cuatro goles en no sé dónde? Pero el día que ganamos en San Mamés, se plantó allí y se lo cobró".
El idilio histórico del Athletic con la Copa lo hace ser el favorito, pero la presión por no conquistar el título desde 1984 puede pesar como una losa en los jugadores rojiblancos. "Hay que positivizar esa presión", opina Iribar, "hay unas ganas enormes por ganar otra vez la Copa y ya se sabe cómo se celebran aquí esos acontecimientos. Primero, como dirían los cazadores, hay que cazar el oso y luego vender la piel. Y ahora tenemos un oso muy importante al que enfrentarnos. Hay que estar al 100%".
Así pues, la pregunta es complicada: ¿Quién necesita más pasar a la final, Athletic o Granada? "Por tradición, el Athletic, que lleva mucho tiempo sin ser campeón de Copa", reflexiona Javier Izkoa, "pero por novedad, por no haberlo conseguido nunca, el Granada". Iribar, por su parte, enfoca la incógnita desde diferentes puntos de vista: "El aliciente fundamental es el deportivo, pero también hay que tener en cuenta el económico. Estar en la final de Copa es algo enorme, poder estar luego en la nueva Supercopa? Fundamentalmente son necesidades deportivas, porque eso es lo que llena a la gente y a los jugadores".
"lo hacía todo fácil" Cuando uno pasa tantos años bajo el larguero es imposible no tener una sensibilidad especial para analizar a los de su propia especie. Para Javier Izkoa destacar las virtudes de Iribar es sencillo. "De él lo digo rápido: lo hacía todo fácil", explica, "lo que él hacía con la mano, yo no podía hacerlo. Con aquellos guantes de lana se me resbalaba el balón. Yo nunca he sacado de puerta, me sacaban los defensas. Ángel era internacional y era un dios".
Rascando en la memoria encuentra tesoros en los que Iribar siempre es un icono al que alabar. "Una vez le ganamos 5-1 en Granada y en el segundo tiempo salió un chavalín que metió el último gol", relata el meta getxotarra. "En la caseta se puso a saltar y gritar: ¡Le he metido un gol a Iribar!". Aquello fue demasiado para Izkoa, que no dudó en hacer valer sus galones en el vestuario nazarí: "Le dije: José Luis, ven aquí. ¿Y qué pasa por que le hayas metido un gol a Iribar? Lo que tienes que hacer el sábado, cuando vayamos a misa, es confesarte, porque no puedes estar contento por haberle metido gol a ese monstruo que hemos tenido delante. Se quedó calladito y en la siguiente misa, que íbamos en chándal, le estuve vigilando. ¡Es que era Iribar!".
Recuerda Izkoa que en otra ocasión se lució en el primer tiempo de un partido contra el Athletic. "Iribar tuvo un detalle conmigo fenomenal", celebra, "cuando íbamos al descanso me saludó y me dio un abrazo felicitándome por el primer tiempo. ¡Eso no te lo hace nadie!".
Iribar, por su parte, tampoco tiene reparos en clasificar a Izkoa en una tipología de guardametas privilegiados: "Javi era el clásico portero del país. Ahora también, pero antes teníamos muchísimo prestigio y casi todos los equipos de Primera División tenían un portero vasco. Javi era el genuino portero vasco. Era un porterazo. Lo hacía bien todo. Puntos débiles, muy poquitos. ¡Quizás sacar de puerta!". Los dos guardametas cierran una vez más la caja de los recuerdos entre risas. Izkoa, mientras extiende sus manos gigantes, sella la entrevista con una sentencia que lo define todo: "Éramos de la escuela de Iribar y ya está".