bilbao - Un partido del perfil del de anoche se suele decidir por acciones puntuales que inclinan la balanza de un lado u otro. El Athletic se está acostumbrando al suspense en sus eliminatorias, como ya ocurriera en las dos anteriores frente al Elche y el Tenerife, solucionadas ambas en la tanda de penaltis. Ayer la prórroga parecía inevitable hasta que llegó el gol de Iñaki Williams. Pero para que el bilbaino decidiera, primero tuvo que aparecer, entre otros compañeros, Unai Simón, cuyas intervenciones milagrosas a disparos a bocajarro de Antoine Griezmann, en el minuto 70, y Leo Messi, en el 88, privaron al Barça de alcanzar las semifinales. El de Murgia, que se estrenó en esta edición de la Copa, no para de crecer como portero y actuaciones como la de anoche le reivindican para el futuro a corto plazo. El Athletic, por tanto, puede estar muy tranquilo respecto a la garantía de la que presume bajo palos.