bilbao - Se conoce de sobra el perfil del Athletic de Gaizka Garitano, sobre todo cuando comparece lejos de San Mamés. Ayer lo acentuó a la máxima expresión y lo cierto es que no pudo ser más sincero en su propuesta. La proyectó con luces y taquígrafos. La idea la tenía metida entre ceja y ceja. La consideraba la única válida para sumar en el Santiago Bernabéu que recibía al Athletic lanzado y después de firmar un buen partido cuatro días antes en el Camp Nou ante el Barça de Ernesto Valverde, al que los rojiblancos le regalaron anoche dos puntazos. Su once sorprendió a propios y extraños, y estaba diseñado para no encajar gol alguno como prioridad, su piedra filosofal. Todo que fuera un tanto merengue supondría la rotura radical del plan, sin indicios de tener capacidad para sostenerse en una dimensión diferente a la interiorizada. Garitano se la jugó a una sola carta y le salió bien, eso sí, con la ayuda de la fortuna, bendecida en estos casos.

El derioztarra asumirá que su fórmula puede resultar poco grata para una parte importante de la masa social, que incluso se temía un duro revés con semejante diseño. Garitano recuperó el sistema de tres centrales que ya utilizara en el segundo periodo del anterior desplazamiento al Benito Villamarín y no sería extraño que lo volviera a repetir en partidos de unas trazas similares al de ayer; al margen de poner más músculo en la medular, con la inesperada presencia de Mikel Vesga, que no era titular desde la vista al Celta en Balaídos. El gasteiztarra hizo buenas migas con Dani García, desacertado en el primer acto, si bien no llegó a conectar con una inédita delantera, donde Williams y Kodro se alternaban en la punta, a la espera de que les llegara alguna acción potable para poder romper la defensa merengue y sorprender a Courtois. La tuvo Williams tras una buenísima asistencia de Raúl García, que eleva a 18 sus partidos en el Bernabéu con los tres equipos que ha defendido en su carrera.

El plan de Garitano lo sostuvo en la solidaridad de sus futbolistas y, especialmente, en la inspiración de Unai Simón, que fue el encargado de hacer bueno el deseo del entrenador, porque todo empezó a los once minutos, cuando el de Murgia le privó del tanto a Vinicius tras romper el brasileño la cintura a Iñigo Martínez. Después llegó otra sucesión de paradas que mantuvieron en pie una fórmula descarada que dio el fruto ansiado y que permite sacar pecho resultadista.