LO explicó a la perfección Gaizka Garitano en la rueda de prensa. Después de que el Athletic sumara los tres puntos ante el Granada: “Hay que saber jugar estos partidos”. Sin la fluidez en el juego de citas previas, con un fútbol áspero, cargado de errores en la circulación y un sinfín de imprecisiones en ataque, al conjunto rojiblanco no le quedó otra que ponerse el mono de trabajo para sacar los tres puntos. Y en ese tipo de citas, una figura acostumbra a emerger por encima del resto en el bando bilbaino: Raúl García. No fue ni mucho menos su mejor encuentro en los más de cuatro años que lleva en Bilbao, pero como en otras tardes grises, tiró de picardía para forzar un penalti que, a la segunda, envió al fondo de la red para adelantar al Athletic en el marcador.

Corría el minuto 36 del encuentro cuando tras una jugada ensayada de córner el balón cayó en las botas de Iñigo Martínez, quien al límite del fuera de juego intentó un centro que terminó en las manos del guardameta Rui Silva. Una acción más de las muchas que se dan en un partido. Pero acto seguido, para sorpresa de muchos de los asistentes a La Catedral, el colegiado Adrián Cordero Vega hizo sonar su silbato y señaló el punto de penalti. El motivo, que pasó casi desapercibido en directo, fue un empujón de Domingos Duarte a Raúl García que el cántabro no dudó en señalar como pena máxima. Como manda la norma, la acción fue revisada por el VAR, que tardó unos tres minutos en dar por buena la decisión del trencilla pese a que en el origen de la acción se apreció un empujón del navarro sobre el defensa portugués. Nada punible.

La acción generó las protestas del conjunto nazarí, cuyos jugadores entendían que el lance previo entre Raúl y Duarte fue suficiente como para haber señalado falta. Sin embargo, desde la sala VAR de Las Rozas ni siquiera consideraron oportuno que Cordero Vega visualizara la repetición. Eso sí, revisaron con detenimiento que Iñigo Martínez no estuviera en fuera de juego y una vez comprobaron que no lo estaba, permitieron que se lanzara el penalti.

Pero la cosa no quedó ahí en lo que a polémica se refiere, si bien con el reglamento en la mano el colegiado acertó de pleno. Raúl García lanzó la pena máxima a su lado izquierdo, pero Rui Silva adivinó sus intenciones y envió el balón a córner. La acción fue revisada nuevamente por el VAR, que dictaminó que el guardameta portugués no tenía ningún pie sobre la línea de gol, por lo que mandó repetir el penalti con la consiguiente cartulina amarilla para el portero. Una nueva norma de la que se aprovecharon el Athletic y Raúl García, el más listo de la clase. El navarro volvió a coger el balón, lo colocó sobre el punto de penalti y fusiló a Rui Silva, que se quedó inmóvil y no pudo más que seguir el balón con la vista.

cinco minutos después Cuando el tanto subió definitivamente al luminoso el reloj marcaba ya el minuto 41. Uno de los penaltis más largos de la liga, que requirió de cinco minutos entre que fue señalado y se lanzó por segunda vez que, eso sí, permitió a Raúl García sumar un gol más a su cuenta particular y convertirse, con cinco, en el pichichi del Athletic. Antes de esa larguísima acción, el navarro disfrutó de una clarísima ocasión en la que en vez de controlar y disparar apostó por golpear con la zurda. Un error en la ejecución que agradeció el Granada y lamentó la grada, que ya celebraba el tanto de su equipo.

Pese a esa falta de atino, Raúl García se dejó una vez más el alma sobre el terreno de juego. Pese a los dolores en la cadera que le impidieron ejercitarse con cierta normalidad hasta el viernes, no rehuyó ninguna disputa y trabajó en pos del equipo. Lesionado Iker Muniain, con Mikel San José en el banquillo y Óscar de Marcos en la grada, el navarro lució el brazalete de capitán que le dejó después a San José cuando este ocupó su lugar en la recta final del encuentro. Solo unos segundos antes, Raúl vio la quinta amarilla de la temporada, que le impedirá ser de la partida en el partido del próximo domingo ante el Betis. Un contratiempo para Garitano, que deberá darle una vuelta al once inicial del Benito Villamarín por no poder contar con el más listo de la clase.