Bilbao - Las valoraciones del rendimiento individual realizadas un año atrás podrían servir perfectamente para la temporada recién cerrada. Por supuesto cambiarían algunas identidades, pero de nuevo serían unos pocos (por cierto, varios repetirían) los merecedores de una buena calificación y bastantes de las aportaciones se caracterizarían por la irregularidad o el poso de decepción que han dejado. Es lo lógico dado que en este bienio el Athletic no ha andado boyante y le ha tocado gestionar una serie de problemas que afortunadamente no han tenido consecuencias indeseadas.

Hablamos de temporadas bien distintas entre sí, pero coincidentes en el excesivo número de futbolistas que han funcionado por debajo de su nivel teórico. Si la 2017-18 se solventó sin apuros y fue floja porque el proyecto no arraigó ni dentro ni fuera y en la mayoría de los partidos faltó gracia, el desarrollo de la 2018-19 ha sido más interesante al transitar del agobio clasificatorio a la opción real de regresar a Europa gracias a una reacción sorprendente, pero en general la plantilla tampoco ha destacado por su inspiración y acierto.

Centrados en el ejercicio recién finalizado, de entrada, porque es lo que cronológicamente toca, se consumió más de un tercio del calendario sin ofrecer un perfil siquiera estable salvo porque se apilaron hasta ocho empates. Berizzo repartió minutos con un criterio muy discutible a tenor de los resultados, siendo muy contados los jugadores que eludieron el suspenso. Fue una fase de cambios constantes que afectaron a casi todas las posiciones, desde la portería a los extremos. Algún fijo en el inicio acabó en la suplencia, mientras unos cuantos desaparecían de repente y regresaban de igual forma para volver a desaparecer.

Es posible sintetizar el desbarajuste de dicha fase del curso tomando un caso concreto. Raúl García, de nuevo uno de los mejores de principio a fin, estuvo saltando de un puesto a otro en la pizarra y alternando el baile de posiciones con el banquillo hasta que destituyeron al técnico. Luego, halló estabilidad en las alineaciones y es de justicia agradecerle su oficio, puntería y ese particular modo de entender la competición que arrastra a los demás. Pero él no es el único cuya situación experimentó un cambio radical a raíz del relevo en la dirección.

Por ejemplo, Capa o Córdoba apenas actuaron con Berizzo y luego, con Garitano, les correspondió un papel relevante. Y a la inversa, Susaeta, Nolaskoain, Unai López o Simón, perdieron protagonismo a partir de diciembre. Existe un grupo, que se ha ido ampliando con el discurrir de los meses, compuesto por hombres que han permanecido prácticamente ajenos a la competición. Si desde el comienzo ahí figuraron Iturraspe o Rico, se fueron agregando Balenziaga, Unai López, Nolaskoain, Núñez o Susaeta en los últimos meses.

De entre aquellos que han estado jugando con asiduidad, salen cuatro o cinco que se hacen acreedores a una buena calificación, no más. El ya citado Raúl García compartiría los máximos honores con Iñigo Martínez, quien tardó en arrancar para mantenerse posteriormente en un nivel que le distingue claramente de sus compañeros de línea y del resto del grupo. Sería preciso descender un par de escalones para hallar gente que ha justificado su condición de titular. En este apartado figurarían Yeray, Capa y Herrerín. Decir de ellos que normalmente han respondido, sin brillar ni desentonar, abonados a un comportamiento aceptable.

un páramo Es significativo que casi todos los destacados sean piezas de corte defensivo, pero ello ofrece una clave de lo que ha sido la campaña. A Yuri, que es quien más minutos acumula, no se le mete en el mismo apartado por su manifiesta inconstancia. Como él mismo asumió de forma implícita no ha estado a la altura que se le suponía, pero qué decir de otro de los fichajes, Dani García. Intocable para ambos entrenadores y sin embargo una sombra del medio centro que gobernaba Ipurua.

La zona ancha ha sido un páramo donde han confluido con una asiduidad inexplicable Dani García, la novedad, y los ya conocidos Beñat y San José, que han prolongado el declive apuntado en los cursos previos. La pobreza del fútbol en su vertiente creativa señala a este trío, que tampoco ha respondido en la contención, de lo contrario los centrales y la defensa en conjunto no se hubiesen llevado tantas medallas.

Repensar la media es uno de los asuntos más acuciantes pensando en el corto plazo, pero conviene tras lo presenciado desde agosto analizar a fondo el peso real de los que están considerados como las estrellas del equipo. Williams ha roto su techo goleador, la ausencia de Aduriz le ha permitido salir de la banda y ejercer de ariete, pero sus pronunciados y frecuentes altibajos no son de recibo. Idéntica reflexión valdría para Muniain. Si ellos son los llamados a marcar diferencias, el Athletic seguirá con problemas para imponerse en terreno rival, pues no ofrecen fiabilidad. Esta constatación palpable y la poca entidad de la media se han compensado con el orden y la agresividad del colectivo así como con el comportamiento ya mencionado de los de atrás.