Bilbao - Markel Susaeta explicará este mediodía en Lezama los motivos que le han impulsado a dejar el Athletic tras desestimar la oferta de renovación que se le presentó el pasado jueves. El efecto de la “comparecencia” (que no rueda de prensa) del jugador está por verse, pero el anuncio oficial de su inminente salida ha generado una fuerte contestación en el entorno de la entidad. Más allá de las opiniones en torno a la valía como futbolista de Susaeta, que las hay para todos los gustos, es el modo de proceder de la directiva de Aitor Elizegi y del responsable del área deportiva, Rafa Alkorta, lo que ha causado un profundo malestar. Se entiende que las formas han dejado muchísimo que desear, especialmente por los plazos o, lo que es lo mismo, por el retraso con que se ha abordado una cuestión que reclamaba agilidad y delicadeza.

Ese malestar que ahora se ha extendido entre la afición ya era una realidad en el seno de la plantilla de un tiempo a esta parte. Basta con revisar las declaraciones realizadas en fechas recientes por integrantes del primer equipo a preguntas sobre el porvenir de Susaeta. Los jugadores acostumbran a no pronunciarse abiertamente en temas que no les afectan directamente, sin embargo en este caso De Marcos, Beñat o Mikel Rico, por citar a varios, no han tenido reparos en manifestar su solidaridad con el capitán y expresar la incomodidad que sentían viendo cómo lo estaba pasando mientras aguardaba noticias de los rectores del club. El vestuario ha tomado nota del tratamiento dispensado a un hombre que, estadísticas individuales al margen, si por algo se ha distinguido es por su fidelidad al escudo, sustentada en un comportamiento intachable.

Tampoco la nota redactada en Ibaigane para certificar el desencuentro ha contribuido a rebajar la tensión. En vez de dar cuenta de la ruptura con un lenguaje aséptico, el escrito traslucía un afán por justificarse ante la opinión pública y para ello cargaba en la espalda de Susaeta el peso de lo sucedido. Un intento estéril por cuanto la iniciativa del jugador solo cabe entenderse como una reacción ante una serie de acontecimientos a los que es totalmente ajeno.

Habría que remontarse a últimos de febrero a fin de situar el comienzo de un proceso que ha tenido un desenlace muy desafortunado. Para entonces la directiva acumulaba dos meses de mandato y aún no se había dirigido a Susaeta, pero Elizegi aseguró que había “una mecánica establecida para que Markel siga en el Athletic”. Un mensaje acorde al prestigio de un hombre que en enero con motivo de su partido número 500 recibió un homenaje doble: en San Mamés, con la entrega de una placa, y en Lezama, con la colocación de una gigantesca pancarta de felicitación. Recordar la singular aportación de Elizegi a los fastos con varios artículos de su puño y letra en diferentes diarios alabando la figura de Susaeta.

Pasaban las semanas y Susaeta tuvo que desmentir al presidente asegurando en dos ocasiones que no había existido contacto alguno con los dirigentes y que permanecía a la espera. Luego, en una entrevista habló Alkorta de la prerrogativa que se otorgaba a Aritz Aduriz para que él determinase si ampliaba su contrato o colgaba las botas, mientras aplazaba la negociación de Susaeta para más adelante, cuando se procediese a la renovación de Gaizka Garitano. El asunto se fue dilatando entre que la pelota iba del presidente al director deportivo y de este al entrenador.

UN MES MÁS Garitano firmó el acuerdo para dirigir al equipo el año que viene el 4 de abril, pero la reunión con Susaeta tuvo lugar un mes más tarde, la pasada semana, a las pocas horas de que Alkorta anunciase dicho encuentro y a quince días de la finalización del calendario de competición.

Ya era demasiado tarde para Susaeta, convencido de que la laxitud mostrada por sus interlocutores desde enero no es sino el reflejo de una actitud o un posicionamiento concreto que denota una total ausencia de empatía hacia su persona y hacia su incierta situación profesional. De ahí que, como rezaba el comunicado del club, el capitán ni siquiera analizase el contenido de la oferta, consciente de que la misma era más una fórmula para salir del paso que una muestra sincera de interés en su continuidad. Se asegura que el Athletic pretendía que Susaeta siguiera un año más admitiendo una rebaja de su ficha. Con su negativa a estudiar una propuesta que no es posible confirmar, el jugador deja claro que no es el capítulo económico lo que le empuja a irse.

Se va y ahora la pregunta es cómo se escenifica el adiós. Otra de las consecuencias negativas de la gestión del club sería que este desagradable episodio coincide con el momento clave del ejercicio, con el equipo apurando sus probabilidades de clasificarse para Europa. El domingo, San Mamés acoge el último encuentro y lo suyo sería que tanto Susaeta como Iturraspe y Rico pudiesen despedirse de la afición. Los precedentes (Iraola, Gurpegi o Iraizoz) indican que es al final del partido cuando tienen lugar esta clase de actos.

Es obvio que el horno no está para bollos, los ánimos se han caldeado en la calle y en la propia plantilla. Por otra parte, no es banal el resultado del crucial duelo con el Celta y para que la fiesta sea completa, está previsto que en el descanso se haga la entrega del galardón One Club Man, instituido para premiar la lealtad a unos colores, a Billy McNeill, emblema del Celtic recién fallecido. Caprichos del destino.