EL primer partido disputado a las 14.00 horas en San Mamés no pudo tener mayor frenesí. Cinco goles, una expulsión, una emotiva comunión entre las aficiones del Athletic y del Rayo Vallecano y, por encima de todo, el VAR. Vilipendiado por unos y amado por otros, el videoarbitraje se hizo notar ayer en La Catedral, donde la tecnología se erigió en indudable protagonista de un envite al que no le faltó de nada. El colegiado Juan Martínez Munuera, en su intento de llevar a buen puerto la dirección arbitral del encuentro, tuvo que ser ayudado desde Madrid por el trencilla Pablo González Fuertes para no influir negativamente en el desenlace del choque, que tocó a su fin con tres decisiones de enjundia rectificadas sobre la marcha y seis minutos de prolongación en la segunda mitad.

Todo comenzó en el minuto 14, cuando un claro empujón de Álvaro Medrán sobre Raúl García dentro del área, con 1-0 ya en el luminoso, no fue señalado inicialmente como penalti por Martínez Munuera, quien esperó hasta que el partido se detuvo para echarse la mano al oído y atender las primeras indicaciones procedentes desde la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Tras escuchar con atención la información que le llegaba desde la capital estatal, el de Benidorm hizo el ya famoso gesto de una pantalla para correr hasta la banda y visualizar el monitor habilitado para cada lance dudoso con el VAR de por medio. Una vez analizadas las repeticiones, el colegiado alicantino no lo dudó y señaló el punto de penalti para satisfacción de San Mamés, que vio cómo el guardameta Alberto García ganaba la partida a Raúl García desde los once metros.

24 minutos después, en el 38 del primer acto, Martínez Munuera sí castigó con pena máxima una entrada a ras de césped de Abdoulaye Ba a Iñaki Williams, pero el juez principal del partido volvió a ser asistido desde Madrid. Las dudas existentes en torno a la caída del ayer bigoleador rojiblanco invitaron al trencilla a volver a darse otra carrera hasta la posición del monitor, convertido ayer en inseparable amigo. Vista la acción, el alicantino decidió rectificar por segunda vez una decisión tomada inicialmente para dejar sin efecto el penalti señalado y mandar a Alberto sacar de portería. Lo protestó La Catedral, que, eso sí, volvió a agradecer la existencia del VAR en el minuto 65, cuando Martínez Munuera, tras conceder un gol de Mario Suárez en fuera de juego que habría significado el 2-2, se aprovechó de nuevo de la ayuda del videoarbitraje para corregir el error de su linier y anular el tanto visitante. La afición rojiblanca, no obstante, pidió también un penalti sobre Iker Muniain por empujón que, previa consulta con González Fuertes mediante el pinganillo, decidió no conceder el árbitro de Benidorm.

enfado de jémez Tras la finalización del partido, Gaizka Garitano y Paco Jémez opinaron acerca del VAR y sus impresiones no pudieron estar más alejadas entre sí. El técnico derioztarra aseguró que “soy favorable al VAR total. Cuando estuvimos en La Coruña no había y sufrí muchísimo con goles en fuera de juego y demás. Si hubiera habido, igual habríamos tenido ocho o nueve puntos más. Por eso nunca me voy a quejar y seré siempre un defensor del VAR, me toque a favor o en contra, porque creo que hace justicia”.

Jémez, por el contrario, defendió una postura totalmente distinta al lamentar, de entrada, el tiempo que transcurrió a la hora de ser analizada cada acción. “Ha sido un partido con muchos incidentes y demasiadas interrupciones para ver las jugadas”, apuntó el técnico del Rayo, quien quiso dejar claro ante los medios de comunicación que “por mucho que a mí me desagrade en lo que se está convirtiendo este nuevo fútbol, totalmente diferente al que estábamos acostumbrados, nos tenemos que adaptar, aunque cuando no había VAR iba todo mejor que ahora”. Así de claro y contundente se mostró Jémez al plasmar públicamente su opinión acerca de la llegada al fútbol del videoarbitraje, cuya presencia se hizo notar ayer en San Mamés.