bilbao - El Athletic se dio el porrazo en el Coliseum, donde no perdía desde seis años atrás, por deméritos propios. Lo cierto es que Gaizka Garitano no pudo celebrar con éxito su renovación en el cargo por una campaña más debido, entre otros matices, a la desacertada gestión de un plan que asomó como conservador y que hizo añicos cuando al técnico le tocó ejecutar movimientos. El conjunto rojiblanco quiso ser un clon del Getafe y se confundió, porque no sacó rédito alguno a la guerra de guerrillas que plantea a sus rivales la tropa de José Bordalás y porque Garitano prescindió de Iñaki Williams, que gozaba de su particular idilio con el gol (había visto puerta en los partidos anteriores), con veinte minutos por delante, cuando el duelo entraba en su tramo decisivo y con un Athletic que ya se sentía incómodo.

El Athletic ofreció ayer un versión muy pobre y no le quedaba más remedio que encomiarse a una acción esporádica para poder inclinar a favor el choque. Ocurrió todo lo contrario. El Getafe es un especialista a la hora de hacer rocosos los partidos y el colectivo rojiblanco cayó en su trampa. Los leones carecieron de fluidez en la elaboración de juego, algo que no sorprendió conocida la fórmula por la que apostó el derioztarra en la parcela ancha, lo que favoreció el trabajo de contención del cuadro azulón, que sí acertó en sus movimientos tácticos. Bordalás ganó a Garitano el duelo particular de entrenadores. El técnico alicantino retiró a un desorientado Foulquier a los 40 minutos y en el 55 dio entrada a Ángel, verdugo a la postre de un Athletic que no tuvo respuestas tras el tanto del delantero local pese a la comparecencia a la desesperada de Aritz Aduriz, que retornó tres meses después pero al que no le llegó ni un balón en condiciones en el cuarto de hora en que ejerció sobre el césped.