REAL MADRID: Keylor Navas, Carvajal, Pepe, Varane, Marcelo, Kovacic, Kroos, Isco (Min. 65, Lucas Vázquez), Bale, Benzema (Min. 75, Morata) y Cristiano.
ATHLETIC: Iraizoz, Lekue, Etxeita, Laporte, Saborit (Min. 86, Muniain), Mikel Rico, San José; Williams, Raúl García (Min. 76, Iturraspe), Sabin Merino (Min. 81, Susaeta) y Eraso.
Goles: 1-0: Min. 7; Benzema. 1-1: Min. 27; Sabin Merino. 2-1: Min. 84; Morata
Árbitro: Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Mostró cartulina amarilla a Etxeita (Min. 31), Raúl García (Min. 55) y Laporte (Min. 85) por parte del Athletic y a Carvajal (Min. 92), por el Real Madrid.
Incidencias: Partido correspondiente a la novena jornada de la LaLiga Santander disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante cerca de 60.000 espectadores.
El Athletic volvió a dejar sentado lo cambiante que puede ser el fútbol, en su caso lo asombrosamente fácil que pasa de la mediocridad al sobresaliente. Esa capacidad para mutar y ofrecer la versión contraria a la inmediatamente anterior en el breve plazo de tres días le condujo a acariciar la proeza en el Santiago Bernabéu. Hasta cinco minutos antes de la conclusión tuvo la posibilidad de sacar premio frente al Real Madrid. Y lo más increíble de la transformación experimentada y de lo cerca que estuvo de dar la campanada, es que se presentó en el coliseo blanco con una alineación circunstancial, parcheada a causa de las lesiones, plagada de hombres sin apenas recorrido en la temporada, un once que parecía abocado sin remisión a sufrir el enésimo varapalo en el escenario más antipático que ha visitado en la última década. Bueno, pues contradiciendo cualquier previsión razonable, supo plantarle cara al rival, contó hasta con opciones para remontar el tempranero gol de Benzema y desplegó un excelente trabajo que debería haberle valido el premio del empate. En definitiva, anoche se volvió a demostrar que cuando se le exige o se censuran determinados comportamientos, el de Bélgica sin ir más lejos, existen motivos para ello porque la plantilla que dirige Ernesto Valverde posee potencial para responder y competir incluso en las condiciones más adversas.
El propio hecho de situarse de entrada en desventaja en el marcador, para más inri justo un minuto después de que Williams gozase de la primera de las tres excelentes oportunidades que tuvo para haber consumado el asalto al Bernabéu, se antojó como la premonición de que el Athletic regresaría a Bilbao con un saco. Sin embargo, transcurridos unos minutos de cierto desconcierto, dio un paso al frente, ajustó líneas y desarrolló una presión alta que poco a poco afloró las vergüenzas del anfitrión. El Madrid está acostumbrado a imponer su pegada, aunque juegue poco es temible en ataque, con la dinamita que concentra arriba compensa sus deficiencias, disimula el acomodamiento de sus figuras. El Athletic acertó a hurgar en las escasas ganas de currelar de los astros merengues, exhibió tesón, constancia y un admirable equilibrio táctico para durante hora y media, todo lo cual le permitió mantenerse metido en el partido, con fundadas aspiraciones de puntuar.
El fruto de la actitud se materializó cerca de la media hora. El remate a romper de Sabin recompensaba al equipo más intenso, ayer formado por una colección de suplentes que se reivindicó a los ojos de su técnico. Lo que hicieron Lekue, Etxeita, Saborit, Rico, Eraso y el goleador Sabin fue ciertamente encomiable, sin desmerecer a los demás. Sin las aportaciones de los citados hubiese resultado inviable la réplica que siguió al gol en contra, nacido en un fallo grueso de Saborit en disputa con Isco. Su contribución se tradujo en ambición para no limitarse a aguantar replegado y aventurarse a percutir, a combinar en zonas que hay que pisar con mucha fe sabiendo el riesgo que comporta dejar espacios a tipos como Bale, Cristiano o Benzema. Durante amplias fases de ambos períodos, el Athletic tuteó al Madrid, consiguió que sus costuras saltasen por los aires, a ratos hasta le sacó los colores enredando entre líneas, poniendo patas arriba su sistema defensivo.
Aún admitiendo que el número de aproximaciones al área de Iraizoz fue bastante superior, sobre todo cerca el descanso y en el último cuarto de hora, con el cansancio pasando la factura correspondiente, los rojiblancos generaron acciones clarísimas. En este apartado concreto, el foco lo acaparó Williams, que disfrutó de dos mano a mano con Keylor Navas donde le penalizó su falta de pericia. Uno con empate, a la vuelta de vestuarios y sin oposición, se le marchó alto. El segundo, con 2-1, lo frustró Navas, atento al inocente intento de vaselina del chaval, al que anoche le costaría conciliar el sueño. Detrás de la producción de ocasiones tan francas hubo laboriosidad, un atracón de kilómetros para contener y desplegarse, atrevimiento, también criterio.
RICO Y ERASO En este sentido, resaltar el empuje de Rico y el enorme despliegue de Eraso, así como las intervenciones de este para descongestionar y servir en ventaja al compañero. Suyo fue por cierto el pase del gol, pero es probable que no vuelva a asomar en el once hasta que el Athletic vuelva a medirse a uno de los aspirantes al título. En el orden individual, no cuesta señalar a más gente destacada, si bien lo interesante fue la forma en que funcionó el bloque. Lo percibió la afición local, molesta ante la complejidad del encuentro. Hubo pitos frecuentes para Cristiano, el egocéntrico, que se hicieron extensibles a la puesta en escena de un Madrid que tuvo delante un auténtico hueso. Ante el cariz que adquirió el partido, Zidane metió a Lucas y Morata, los jóvenes de los que suele tirar para desatascar, y la jugada le salió bien, pero perfectamente pudo no ocurrir.
El partido se adentraba en su tramo más crítico, la defensa rojiblanca tenía ya problemas para sujetar, el equipo iba justo de combustible, pero iban errando en boca de gol sucesivamente Cristiano, Kovacic, Bale, Morata... Echaba el resto el Madrid, se volcaba y al Athletic le costaba zanjar una dinámica que había evitado previamente. Bale sirvió otro centro venenoso y Morata, a la segunda, batió a un Iraizoz vendido. Todavía necesitó el Madrid la aportación de su portero en el lance ya referido con Williams y ahí murió la contienda. Faltó poco para que el Athletic volviese a sonreír en el Bernabéu, pero dio gusto verle.