GENK - Se conoce que la Europa League es su competición fetiche. Fue en ella en la que debutó con el Athletic, el 30 de julio de 2009 frente al Young Boys en el viejo San Mamés. Y fue en ella en la que anotó su primer tanto como rojiblanco, precisamente en el partido de vuelta de aquella eliminatoria previa ante el conjunto suizo en Basilea. Poco más de siete años después, Iker Muniain consumó en Genk su partido 50 en competición continental, por lo que entra en el club de los elegidos en la historia de la entidad bilbaina, al ser uno de los pocos en superar el umbral del medio centenar. El ranking lo lidera Markel Susaeta (58), por delante del mítico José Ángel Iribar y Óscar de Marcos (55), ausente en tierras flamencas por lesión.
Muniain (Iruñea, 19 de diciembre de 1992) llega a semejante marca sin cumplir los 24 años de edad, lo que acentúa su precocidad en estas lides. Sin embargo, la felicidad no es plena para el de La Txantrea, que no pudo celebrar ese momento intimo a lo grande. Sucedió todo lo contrario. El Athletic salió del Luminus Arena magullado, después de sufrir su segundo varapalo en esta fase de grupos y en un encuentro donde apenas hubo noticias del Muniain que maravillara cuatro días antes en el derbi frente a la Real Sociedad, en el que no solo vio puerta, sino también en el que sacó a relucir gran parte de sus virtudes que le hicieron saltar al primer equipo en el inicio de su adolescencia.
Ha llovido mucho en estos siete años. Jugar en Europa le ha aportado una plusvalía, hasta el punto de elevar su cuenta anotadora a nueve goles, uno de ellos en Champions (en la eliminatoria de play-off’ frente al Nápoles), un porcentaje muy superior al que atesora en el torneo de la regularidad. Muniain, que vivió quizá su pico más alto en el curso 2011-12 (el primero de la era Bielsa y en el que el Athletic llegó a la final de Bucarest), ha progresado después a base de trompicones y en muchas fases ha sufrido alarmantes retrocesos en sus prestaciones, que le han llevado incluso a no gozar de la titularidad, como ha ocurrido en el tramo inicial de esta misma campaña.
El navarro es capaz de lo mejor y de lo peor, si bien le ha avalado la confianza que tiene Ernesto Valverde depositada en él, convencido de que debe ser un jugador referencia. Se entiende que sus números hablan de un jugador especial, que explotó sin alcanzar la mayoría de edad, pero al que le cuesta dar ese salto cualitativo que se intuía en sus inicios. Está muy bien valorado en el club y él mismo reconoce que tiene que ofrecer un mejor rendimiento, como el que dio frente a la Real y no el que asomó en Genk, donde ofreció una versión muy pobre, como la del resto del colectivo.
San Mamés, la clave Precisamente la derrota en el Luminus Arena causó demasiados daños colaterales para el conjunto rojiblanco, que pueden tener sus consecuencias a muy corto plazo, como en la cita de mañana mismo frente al mismísimo Real Madrid en el Santiago Bernabéu, donde los de Valverde, además de levantarse del duro revés en Bélgica, deben sacar lo mejor de sí para tener opciones de hacer daño al conjunto merengue, que no es que luzca un juego que enamore, pero que sí posee una pegada monumental.
El Athletic retoma el pulso de LaLiga Santander, pero lo hace sin olvidarse de la Europa League, donde se ha complicado la existencia. Es el colista del grupo, con solo tres puntos de nueve posibles, pero puede corregir la situación en los dos próximos encuentros de la liguilla, que los afronta en el refugio de San Mamés. El Genk y el Sassuolo, en este orden, visitan Bilbao y los leones tienen la obligación de vencer a sus dos verdugos en la primera vuelta de la fase y a los que curiosamente no ha sido capaz de meter gol alguno. Un déficit que también puede tener su coste, en concreto a la hora de definir el average particular con alguno de estos dos rivales. Con todo, un pleno en La Catedral acercaría el billete a los dieciseisavos que el Athletic debería certificar en el último encuentro, el 8 de diciembre en Viena ante un Rapid que ya cayó en el Botxo.