BILBAO - Oinatz Aulestia (Ondarroa, 1981), está viviendo un play-off muy peculiar bajo la portería del Cádiz. Tres rivales se han emparejado al equipo del Ramón de Carranza en la fase de ascenso a la Liga Adelante, con la coincidencia de que el ondarrutarra había defendido la portería de todos ellos con anterioridad. Ante el Oviedo, que logró ascender en primera ronda, Hércules, al que los andaluces eliminaron en segunda y, en este último asalto, el Bilbao Athletic, que el domingo (12.00 horas) se verá de nuevo al plantel gaditano para descubrir quién es el elegido para el ascenso a Segunda División después del 2-0 de San Mamés que da ventaja al cuadro bilbaino.
Aulestia se formó en la cantera del Eibar y ya con el filial armero logró ascender y jugar en Segunda División B. Después, marchó al Pájara Playas de Jandía, para seguido recalar con 23 años en la disciplina de Lezama durante dos temporadas a las órdenes de Edorta Murua. Una, en la que disputó diez encuentros, compartiendo titularidad con Escalona, ahora en el UCAM Murcia, y otra tan solo ocho. Entonces, Oinatz, de nuevo, decidió salir de Euskadi, donde transcurrió su dilatada carrera. Primero recaló dos temporadas en la Cultural Leonesa. Y después llegó el trasvase al Oviedo, jugando cuatro cursos, que le iban a traer un gran idilio con la grada carbayona. Llegó a ser el portero menos goleado de Tercera División, aunque también vivió momentos duros clasificatorios en el conjunto asturiano. Entonces llegó la oferta del Cádiz, donde vivió lo mejor y lo peor del fútbol. Una primera etapa en la que jugó 69 encuentros en dos años, en la que estuvo a punto de subir a Segunda División y también a punto de bajar a Tercera.
solo superado por bravo Todavía se recuerda en 2011 cuando el Cádiz igualó el 3-1 que había encajado en Lugo, con Escalona en la otra puerta, pero en la tanda de penaltis no logró sellar la hazaña. En la siguiente, sufrió la peor temporada del conjunto amarillo, que le llevó a Oinatz al Hércules, a militar en Segunda División (2013-14). Fue un año en el que vivió a la sombra de Falcón y apenas jugó un cuarto de temporada. Excepto ese curso en el que Aulestia descendió con el equipo alicantino de Segunda, el portero vizcaino promedia más de 3.000 minutos por temporada en sus seis últimos cursos. Su vuelta al Cádiz coincide este año en que ha disputado 41 choques oficiales. En liga regular ha recibido sólo 19 goles en 36 partidos. Un 0,53 de promedio por encuentro, una cifra nada desdeñable, ya que solo ha sido superada en las tres primeras categorías nacionales por Claudio Bravo, guardameta del Barcelona, con 0,51.
Prudencia, orgullo, responsabilidad y sacrificio se unen en este fiel seguidor del Athletic y líder silencioso que evade el protagonismo. Oinatz acabó como capitán en el Oviedo y ahora, tras su tercera temporada, es el más veterano y se ha erigido también en uno de los capitanes del vestuario cadista. Tendrá el domingo un partido muy especial en el mítico Ramón de Carranza. El ascenso entre dos de sus clubes más queridos está en juego. Tan solo le queda alargar su carrera en el fútbol lo que pueda y después seguramente volverá a sus orígenes, donde sus padres regentan una tienda de deportes y surf en la villa costera.
Aulestia se mantiene en la plenitud de la vida deportiva de un guardameta. Portero de reflejos muy seguro, tanto por arriba como por abajo. Su batalla pendiente es su juego con los pies y se le considera un parapenaltis a pesar de la mala experiencia ante el Lugo. Es un jugador de gran carácter, que suele acabar entre los favoritos de la afición por su empuje y garra. Fue héroe oviedista en una eliminatoria en la que detuvo un penalti al Mallorca. En la capital del principado dejó un recuerdo imborrable, aunque su salida del club tampoco fue la más digna. Marchó a un equipo de características similares e iguales objetivos y con también dos aficiones parecidas, que empujan al equipo tanto a las duras como a las más maduras. Pintadas y mensajes en contra de su marcha aparecieron cerca del Tartiere.
El propietario del Cádiz, Quique Pina puso sus ojos en él y Aulestia, heredado del anterior proyecto, no dudó en aceptar la meta del ascenso. En la grada de la Tacita de Plata se suele escuchar al unísono: “¡Ari, ari, ari, Aulestia lehendakari!”.