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Como si de la peor de las pesadillas se tratara, de un día que se tornó en tragedia, el 26 de diciembre de 2009 permanecerá grabado de por vida en la memoria del argentino Diego Buonanotte (Teodelina, 1988). El entonces jugador de River Plate -ahora en las filas del Granada-, ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 con la albiceleste y cuyo potencial había quienes lo comparaban con el de un tal Lionel Messi, experimentó aquella jornada uno de los golpes más duros que puede padecer el ser humano, la muerte de tres íntimos amigos como consecuencia de un accidente de coche en el que él iba al volante.

El fatal desenlace, una imborrable cicatriz en forma de lamento, se produjo cuando Buonanotte, que tenía entonces 21 años, se dirigía de vuelta a Teodelina por la ruta 65 junto a sus tres amigos de la infancia -de entre 21 y 24 años de edad- en un Peugeot 307, propiedad del padre de Buonanotte. Corrían las 6.45 horas cuando, después de haber pasado la noche en una discoteca en Arribaños, una incesante lluvia y un despiste del Enano -apodo por el que se conoce a Diego debido a sus escasos 161 centímetros de altura- dieron lugar al mortal accidente. Buonanotte perdió el control del vehículo y este, después de cruzar todo el pavimento y rozar un árbol, impactó de frente contra el tronco de otro a tanta velocidad que quedó totalmente destrozado para producir, a su vez, la muerte casi instantánea de Gerardo, Alexis y Emanuel, los tres íntimos del joven futbolista argentino, único superviviente del terrorífico accidente gracias a que era el único que llevaba puesto el cinturón de seguridad.

El jugador, sin ser consciente del alcance del siniestro, fue trasladado a un hospital con fracturas de clavícula y húmero y una marca emocional que jamás le abandonaría. Tras apuntar que había perdido el control del vehículo debido a la gran cantidad de agua caída sobre una ruta en cuestionables condiciones, Buonanotte llegó a ser acusado de "imprudencia" y "negligencia de un triple crimen culposo", de los que finalmente resultó absuelto. Una vez de vuelta en los terrenos de juego, el de Teodelina comenzó a experimentar algunas de las consecuencias extradeportivas de aquel dramático despiste en la carretera.

"Ha sido muy duro, pero no queda otra que hacerle frente y tener fe en que todo va a mejorar; uno se va curtiendo. Antes de volver a jugar, por ejemplo, tenía miedo de lo que podía pasar con los rivales, porque uno cuando entra a la cancha se olvida de todo, pero me equivoqué: el jugador es muy respetuoso. El que no tiene ningún respeto es el hincha", lamentó Buonanotte aún en su etapa en Argentina, donde llegó a confesar que "ya me acostumbré a que en todas las canchas me griten asesino, aunque no puedo creer que haya gente con tanta maldad". Una larga y complicada travesía personal y extradeportiva, que con el paso del tiempo, el ahora jugador del Granada fue superando para volver a deleitar sobre el verde y lograr un añorado objetivo: dar el salto al fútbol europeo.

Fichaje por el Málaga El menudo y eléctrico futbolista de Teodelina, una avispa sobre el césped, voló hasta Málaga en el verano de 2011 para incorporarse al equipo de Manuel Pellegrini. Sin embargo, a pesar de que fue el propio técnico chileno quien solicitó su incorporación, Buonanotte apenas tuvo oportunidades para lucir sus cualidades y, después de participar en quince partidos de Liga en el curso 2011-12 y en tan solo ocho en la primera vuelta de la presente temporada, el argentino se decidió a abandonar La Rosaleda en el mercado de invierno.

Tras unos rumores que situaban su futuro en Italia, fue la candidatura del Granada la que apareció en escena para poner sobre la mesa 2,3 millones de euros y lograr la incorporación del argentino hasta junio de 2017. Ahora, con un papel emergente en el conjunto nazarí y con el cariño de una afición volcada en su persona, Diego Buonanotte vuelve a sonreír abrazado a un club que visitará San Mamés el lunes. Una entidad, el Granada, que ha decidido apostar fuerte por un jugador que continúa alejándose poco a poco de lo sucedido aquel dramático 26 de diciembre de 2009.