Sería necesaria la aparición de una caja negra, dispositivo que se emplea en aviones, trenes o buques y cuya función es la de registrar la actividad de los instrumentos y las conversaciones de cabina en caso de siniestro y que permiten el análisis de lo ocurrido en los instantes previos a la catastrofe, para conocer con exactitud dónde, cómo, cuándo y por qué se originó un incendio cuyas llamas se inflamaron de tal modo que alcanzaron a Ibaigane e hicieron rehén a los aficionados tras la esgrima que mantuvieron Marcelo Bielsa y la Junta Directiva, cuyo ruido de sables: rueda de prensa y comunicado, abrieron una falla entre las dos partes. El humo, denso, negro, espeso, de la noche del viernes aún rodea al Athletic, que trata de oxigenarse con la tregua que supuso la reunión entre Urrutia y Marcelo Bielsa, que hoy dirigirá por vez primera el entrenamiento del primer equipo desde las instalaciones de Lezama, lugar desde el que se proyectó la semana más larga del Athltic y en la que la posibilidad de quiebra planeó sobre una institución de la que Josu Urrutia, en la noche en la que se proclamó presidente, expuso "Dividido, el Athletic es frágil".
El conflicto de las obras
La espoleta
El capítulo de las obras, si bien tomó vuelo y se aceleró en la pista de despegue el pasado lunes en Lezama, era un asunto que ocupó mucho tiempo a Bielsa y el club. Ambos perseguían la excelencia, la mejora continua, tal y como expresó Josu Urrutia en su última comparecencia ante los medios de comunicación. El objetivo era compartido; el interés, mutuo. Reformar Lezama no respondía a ningún capricho del técnico, se contemplaba como una apuesta del club, que desde el pasado curso y con la llegada del rosarino promovió un Lezama mejor, más moderno.
Sin embargo, durante el periodo vacacional de Bielsa en Argentina, algún engranaje del mecanismo no funcionó como se preveía. O bien el técnico confundió los plazos o alguien le prometió un imposible para serenarle. De hecho, Marcelo Bielsa quiso que uno de sus colaboradores, que ya no trabaja para él, vigilara el desarrollo de los trabajos para estar debidamente informado de cuanto se realizaba en la factoría rojiblanca. Desde Rosario, Bielsa se enganchó a los trabajos en maratonianas jornadas telefónicas con profesionales del club, mientras desde Ibaigane se delegaba en la dirección de obra los trabajos a acometer en el recinto deportivo.
Revisión el domingo
Llegada de Bielsa
El técnico argentino tomó tierra en el aeropuerto de Loiu la tarde del domingo de la pasada semana. Para entonces, empleados del Athletic habían visitado las instalaciones de Lezama, todavía en precario a pesar de la inminente regreso a la tarea de Marcelo Bielsa, que imaginaba otra visión del recinto rojiblanco para cuando comenzara la pretemporada del equipo, establecida en Lezama para aliviar las concentraciones y abaratar costes. El mismo domingo, varios operarios se afanaban en mejorar distintas áreas deportivas de Lezama. En privado se reconocía que las obras aún estaban demasiado verdes y que los trabajos llevarían más tiempo por las continuas propuestas de Marcelo Bielsa, capaz de imaginar ocho disposiciones diferentes de los diferentes espacios: desde el dispensario médico hasta el gimnasio, que desean se encuentre entre la caseta y el campo de entrenamiento principal para que los jugadores lo apliquen en su rutina sin desviarse.
El técnico acudió incluso a expertos en la construcción de pistas de atletismo para asesorarse cuál sería el mejor diseño (porcentajes de inclinación incluidos) para hacer más eficaz el entrenamiento de los jugadores. El trazado construido, sin embargo, no responde a la petición de Marcelo Bielsa. Tanto que Luis Bonini, el preparador físico, sacó el miércoles a los jugadores a realizar carrera continua por el asfalto, por la carretera que lleva hasta el propio municipio de Lezama. Un síntoma inequívoco de que Marcelo Bielsa no estaba conforme con el circuito realizado, que no respondía a las características que había trazado. El martes, David López había sufrido un pinchazo mientras se ejercitaba en la pista de tierra.
supervisión en profundidad
La explosión del técnico
Acompañado por José María Amorrortu, director deportivo de Athletic, Marcelo Bielsa repasó el estado de las obras. Lo realizado, escasamente satisfizo al técnico, absoltuamente decepcionado con lo que acontecía frente a su mirada. Volcánico, Bielsa tuvo un serio y desagradable altercado con el jefe de obra, que respondió al técnico con el mismo tono empleado por Bielsa, que se empleó con palabras gruesas. La discusión, acaloradísima, concluyó cuando el preparador, que actuó "como un salvaje", según sus propias palabras, sacó de su vestuario al empleado de la constructora por la fuerza. El jefe de obra amenazó seguidamente con denunciar al preparador del Athletic.
La tenaza del club y la de la propia constructora impidió que el litigio concluyera en los juzgados. Mientras eso ocurría en las entrañas de las instalaciones, la primera plantilla se ejercitaba bajo el bastón de mando de Luis Bonini en una sesión física el día que regresaba a la actividad. Ese día en el que Marcelo Bielsa, equivocadamente, se arrogó el papel de defensor del Athletic por encima de la institución, comenzó la concatenación de errores, engordada los días siguientes desde la Junta Directiva, incapaz de parchear la herida. A aquellas horas alcanzaba con una tirita.
rueda de prensa
Las revelaciones de Marcelo
El episodio, apenas el goteo de un grifo, era para el jueves un tsunami de dimensiones extraordinarias. Entre la mañana del lunes, cuando se produjo el encontronazo entre Bielsa y el jefe de obra, y el jueves por la tarde, cuando el técnico alzó su voz ante los micrófonos, el relato adquirió tonos cada vez más folletinescos ante la pasividad de Ibaigane, que no corrigió el cauce de las informaciones ni aplicó cemento en la grieta. Bielsa, herido por el asunto de las obras, se sintió doblemente atropellado ante el cúmulo de informaciones, algunas exactas y otras elevadas a la categoría de noticia desde el rumor que lo situaban en la diana. Frente a la parálisis del club, Marcelo Bielsa convocó a los medios de comunicación para exponer su relato, su verdad. En su alocución, señaló que el club estaba siendo estafado con las trabajos de Lezama y que se había visto obligado a defender los intereses del Athletic porque nadie en la entidad lo hacia. De ahí su incidente, del que se autoinculpó, con el jefe de obra, el represante de la constructora en Lezama. Bielsa también apuntó cuestiones deportivas sobre los fichajes, que no respondían a sus peticiones.
Respuesta del Athletic
Comunicado y reunión
La rueda de prensa de Marcelo Bielsa fue un torpedo en la línea de flotación a la entidad, que respondió al técnico con un comunicado durísimo, con un lenguaje hostil, al que deslegitimó y desautorizó punto por punto para palmear la espalda de la constructora. El choque, virulento, entre ambas versiones, desembocó en una reunión de urgencia el pasado viernes en la que Marcelo Bielsa dijo que no dimitía. El cónclave, resuelto después de varia horas, finalizó con varios grados de separación entre Bielsa y Urrutia, que evitó la adopción de medidas traumáticas porque confía en la sabiduría futbolística del técnico, que ha "devuelto la ilusión" al Athletic con una estupenda campaña y que ha enraizado con fuerza entre la masa social rojiblanca, mayoritariamente postulada a favor de las tesis de Marcelo Bielsa, hilo conductor de la semana más larga del Athletic en su reciente historia.