Marcelo Bielsa regula el tráfico
El rosarino vuelve a acotar el acceso en Lezama como ya hizo en los días previos a la final de Copa
uNA idea. Una manera de entender el fútbol y los roles que cada uno debe interpretar en un deporte tan profesionalizado como el fútbol, pero propenso día sí y día también a ser testigo directo de cómo se traspasan las barreras. En ese mundo, afable y tierno a veces, y endemoniado en otras tantas ocasiones, Marcelo Bielsa continúa con su particular lucha de no desviarse ni un milímetro de su hoja de ruta, de su modo de entender los papeles que jugadores, cuerpo técnico, aficionados y medios de comunicación deben desarrollar para el buen funcionamiento de la nave que comanda. En esta ocasión, con el Athletic como caballo de batalla en una segunda temporada cargada de nuevas ilusiones, el técnico rosarino dio en la mañana de ayer un paso más para reivindicar y salvaguardar sus métodos de trabajo.
Es por ello que, tal y como hiciera durante los días previos a la disputa de la final de Copa ante el Barcelona de Pep Guardiola, cita de ingrato recuerdo para la hinchada rojiblanca, el entrenador argentino volvió a regular el tráfico de acceso en Lezama a la hora de presenciar los entrenamientos. Nada de cerrar las puertas al público, de cobrar por presenciar en directo los entrenamientos o de prohibir a los medios gráficos tomar imágenes de los mismos -práctica extendida en otros clubes como, por ejemplo, el Real Madrid o el Barcelona-. La medida impuesta por el de Rosario, la cual volvió a coger de imprevisto al personal, volvió a radicar en unos txapelgorris contratados por el club para mantener cerrado el paso situado entre el campo 3 y el utilizado de manera sistemática por el primer equipo. Solo los niños pertenecientes al campus de Lezama pudieron sobrepasar, sin restricción alguna, la valla que, custodiada por uno de los supervisores, cortaba el tráfico por la mencionada zona de la factoría de Lezama.
Una medida, cargada de elucubraciones e hipótesis a cerca de su razón de ser, que volvió a poner de manifiesto la minuciosidad de Bielsa y su intento por tener todos los factores externos lo más controlados posibles, a pesar de que detrás de la otra portería situada en el campo 1 -donde también se citaron los txapelgorris-, las dudas sobre quiénes podían atravesar la zona dieron lugar a más de una maniobra presidida por la incertidumbre.
chile en el recuerdo Con las nuevas medidas establecidas por Bielsa, que repitió de este modo las directrices de lo que supuso la preparación de la pasada final de Copa y su intento por alejar lo máximo posible a la plantilla rojiblanca de los ruidos externos, del ajetreo y el bullicio, a más de un presente le sobrevoló la memoria la etapa del rosarino al frente de la selección chilena. Época en la que, con la intención de salvaguardar al equipo de malintencionadas actuaciones exteriores, decidió trabajar bajo siete llaves, evitando la presencia de aficionados y medios de comunicación durante los entrenamientos.
Sin embargo, inmiscuido desde hace prácticamente un año en el mundo Athletic y en lo que un club con su infranqueable idiosincrasia significa, estudioso también hasta la extenuación de las costumbres y singularidades de todo lugar que sus piernas visitan, resulta complicado imaginar tales medidas en un club sobre el que el mismo Bielsa no dudó en destacar su modo de funcionar.
"El Athletic, como club, ha superado mis mejores expectativas", señaló sin ambages con la temporada ya lanzada y con la perspectiva suficiente como para poder calibrar lo dado y lo recibido en un curso en el que los rojiblancos lograron asombrar a propios y extraños con el gusto por la pelota como bandera. Un modo de entender el fútbol que, alejado de las disputas y de las amenazas externas, y con el sello de Bielsa como inseparable maleta de equipaje, situó al Athletic en la diana de los más dulces de los elogios del mundo del fútbol.