bilbao. La salida le dejó muy tocado, como lo prueba el hecho de que no haya vuelto a ver al Athletic jugando en directo hasta que hace escasas fechas, animado por su entorno, viajó a Manchester. Acertó de pleno. José Mari Núñez, Txato para todo el mundo, nació en Tolosa en 1952, en una época en que, como subraya, en su pueblo eran mayoría los seguidores del Athletic. Ahora, como aficionado, vuelve a disfrutar de su equipo.
¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?
Empecé en Tolosa. Era un equipo de barrio y jugábamos en el pueblo. Éramos una cuadrilla de fútbol y tomábamos parte en el Playero de La Concha, descalzos, algo que estoy seguro que me vino muy bien porque nunca tuve problemas en los tobillos. En juveniles pasé al Urdiña Txiki y luego al Tolosa, que estaba en Tercera, donde jugué diez partidos.
Y estando en Tolosa, alguien del Athletic se fijó en usted.
Exacto. Sé que el Athletic tenía por aquella zona algún ojeador, que yo ni sabía quién era. Pero el que llevaba todo este tema de captación era Piru Gainza.
Y le ficharon.
Entonces vine con Antton Otezabal, éramos del mismo barrio, de Izaskun. Él vivía en el número 10 y yo en el 8. También vino Zubitur, que era de Lasarte y jugaba en el Michelín. A mí me cedieron al Getxo y ellos pasaron al Bilbao Athletic. Antton era un futbolista muy bueno, goleador, pero le tocó la mili en Melilla y avisó en el Athletic cuatro días antes de ir. A la vuelta fue al Villosa y por lo que sea no tiró para adelante. En el Getxo coincidí Poto Macías, con Txiki Sainz y Sabin Alaba, que volvieron conmigo al Bilbao Athletic. Y con Ángel Villar y Mané, que jugaba de extremo.
¿Usted de qué jugaba?
Yo en Tolosa jugaba arriba, de extremo o de media punta. Y aquí seguí ahí hasta que en un partido de Copa contra el Cádiz se lesionó el lateral derecho y luego el que colocaron en su lugar. Entonces me pusieron a mí y a partir de ese momento jugué de lateral zurdo hasta que subí al primer equipo.
¿Qué tal el cambio?
De lateral me sentía muy cómodo. Hombre, te tienes que hacer al puesto, pero en el fondo era mucho más sencillo.
Le costó hacerse un hueco en el Athletic.
Estuve tres años en que apenas jugué. Subí con Pavic, pero estaba haciendo la mili en Vitoria. Luego le tuve a Rafa Iriondo y empecé a dar la vara porque yo quería jugar y prefería salir cedido, quería que me dejasen marchar. Pasó que vino Iñaki Txurruka del Sporting y surgió la posibilidad de que fuese allí cedido. Fui de cabeza. Al Athletic le iba a seguir queriendo igual, pero se trataba de jugar y fui a Gijón con la idea de terminar volviendo a Bilbao, claro. En aquella época, en Tolosa había más gente del Athletic que de la Real, así que si, como me pasó a mí, un día te viene a buscar el Athletic, no piensas en nada más, sales para Bilbao echando hostias.
Dos años estuvo en el Sporting.
El primero, en Segunda. Teníamos un equipo muy bueno y ascendimos. Al año siguiente nos clasificamos para la UEFA, creo que por primera vez en la historia del club. Era equipazo: Castro, Mesa, Ciriaco, Quini, Joaquín, Ferrero, Valdés… Durante el segundo año hablé varias veces con el Athletic, con Pedro Aurtenetxe, que me decía tú tranquilo, ya tomaremos una decisión. Yo estaba inquieto y ya le pregunté a Koldo Agirre si iba a contar conmigo. Y me contestó que sí.
Volvió hecho y derecho, no era ningún crío.
Volví con 26 años, claro que estaba hecho. En Gijón tuve de entrenador a Vicente Miera y me pasó una cosa con él, nada más llegar a Gijón con mi mujer. Nos levantamos a la mañana y leo que Miera ha dicho en un periódico: "El que no vale para el Athletic, no vale para el Sporting". Empezamos bien, me dije. Fui a El Molinón, hablé un rato con él y me hicieron unas pruebas. Seguido me puso en el equipo y ya no me quitó. Nunca llegamos a comentar eso que salió en el periódico. Miera era exigente, muy serio.
O sea que dijo una cosa e hizo la contraria.
Para mí no era difícil aquello porque estaba plenamente dedicado al fútbol, era mi vida. No consideraba que entrenar fuera un trabajo exigente, tenía esa mentalidad. Ya en el Getxo nos levantábamos a las siete de la mañana para ir a correr por Artxanda y, por la tarde, a entrenar con el equipo. Siempre he sido de monte, no me costaba entrenar y no paraba. Sí que puedo decir que además tuve suerte porque no sufrí lesiones en toda mi carrera.
Ninguna.
No. Todo lo que he tenido ha sido de cuello para arriba: la nariz, la boca, golpes en la cabeza... esas cosas.
Bueno, ha vuelto al Athletic.
Era la temporada 78-79 y estaba Koldo Agirre. En la defensa jugaban Astrain, Eskalza, Alexanko, Tirapu… En la temporada siguiente vino Senekowitsch y luego Iñaki Sáez, con el coincidí en la plantilla antes de ir al Sporting. Por cierto, que terminamos la temporada y Sáez nos dio las instrucciones para la pretemporada. Cuando volvimos de vacaciones, estaba Javi Clemente de entrenador.
¿Con Clemente no llegó a coincidir jugando?
En el campo no. Coincidimos, pero él ya estaba lesionado y cuando se puso bien empezó a probar en el Bilbao Athletic.
¿Qué puede decir del último Athletic campeón?
Era un buen equipo. Ya cuando estuvo Iñaki Sáez apuntaba cosas y con Javi fuimos campeones. Con él los chavales que fueron subiendo se hicieron grandes. Teníamos la convicción de que no nos podía ganar nadie. También era una época en que la raza y la entrada dura… Quiero decir que no rehuíamos la pelea, éramos muy aguerridos y siempre con esa idea de que podíamos con todos. En casa, muy fuertes, y fuera, si metíamos un gol, ganábamos. En el campo nos juntábamos gente de edades muy distintas, pero funcionábamos como un equipo.
A veces usted actuaba de central.
Sobre todo cuando Goiko no pudo jugar, sancionado por el tema con Maradona. Normalmente jugaba de lateral izquierdo, alternaba con Luis De la Fuente, que estaba considerado como más ofensivo que yo. Yo solía tener misiones específicas, marcajes. Jugaba tranquilo, pero esta sensación era generalizada en el equipo.
Tuvo la gran oportunidad de ganar títulos, varios además, algo que muchos jugadores del Athletic no pueden decir.
El mejor recuerdo que tengo de eso es lo que conseguíamos transmitir a la gente, la alegría que en la gente producían aquellos triunfos, la alegría de toda la gente, de hombres y de mujeres, de aitites y de chavales. Era una sensación de gran satisfacción: ya me puedo morir tranquilo, pensabas. En este sentido, en la relación que teníamos con la afición, te puedo contar una vivencia que tuve después, mucho más reciente en el tiempo.
Adelante.
Cuando tuve el lío siendo delegado del club y me echaron, lo pasé muy mal y ni salía de casa. Un día tuve que bajar a Bilbao para estar con los abogados y aparqué el coche en un garaje. Me vino un señor muy mayor y me preguntó si era Txato Núñez. Le respondí que sí y me dijo que yo a él no le conocía, pero que tenía todo su apoyo al igual que el de otras dos mil personas. Y me explicó el por qué de esto, me contó que, en mitad de una huelga importante, cuando estaban para cerrar Euskalduna, varios jugadores, entre los que yo estaba, fuimos a visitar a los trabajadores en su encierro y pasamos por allí una noche, estuvimos con ellos para darles ánimo. "Que sepas que eso no lo hemos olvidado", me contó. Para mí, que lo estaba pasando muy mal, ese encuentro con este hombre fue muy importante.
Sigamos con su etapa de jugador, que ya va acercándose a su fin en el Athletic.
Poco a poco fuimos saliendo los de la plantilla campeona después del affaire entre Clemente y Sarabia. Salí del Athletic el mismo año que Dani. Tuve opción de irme fuera a jugar, pero tenía tres hijos y no me apetecía. Tenía 34 años y me llamó Jabo Irureta para que fuese con él al Sestao.
Pero usted estaba en plenitud, como demostró en el River.
Me hubiera gustado seguir en el Athletic, yo sabía que estaba bien. Me vino el Alavés, pero no me gustó alguna cosa que hubo en la negociación y Jabo me convenció. Daba gusto estar en Sestao. Allí me junté con Eskalza, Mendilibar, Primi… Muy buen equipo, de hecho, no ascendimos a Primera por pura casualidad. El recuerdo de los dos años que pasé allí es muy bueno.
Y después colgó las botas.
Me fui a entrenar al Amorebieta. Gente muy maja, con Luis Birizuela de presidente. Cómo vivía el fútbol. Estuve dos temporadas, hasta que volví al Athletic. Volví con Lertxundi de presidente. Entré como directivo y me hizo la propuesta de ser delegado. Eso exigía dedicación completa y desestimé una oferta de trabajo de una multinacional.
¿Cuántos años estuvo de delegado?
Empecé en el 90, en total 18 seguidos. Era el hombre para todo, menos llevar los entrenamientos y hacer las alineaciones, hacía de todo. Además, siempre tuve una buena relación con las sucesivas directivas que conocí y con los diversos entrenadores, salvo con Javi Clemente en su última etapa en el club. En realidad, he estado casi toda la vida en el Athletic. Llegué con 18 años del pueblo y salvo un par de paréntesis, los dos años del River y los dos en el Amorebieta, siempre he estado ahí.
Por ello le resultaría muy duro tener que marcharse y que fuera además como fue.
He sido íntegro y profesional como jugador y como delegado, no me pudieron atacar por nada que hubiese hecho en mi trabajo. A mí si me dicen que no cuentan conmigo, pues ya está, pero la forma en que lo hicieron... Me echó García Macua, un tipo que no me conocía de nada, con el que no había hablado nunca. De hecho me enteré de que me echaba estando yo fuera, de vacaciones. Puedo entender que entre alguien nuevo y prefiera prescindir de ti, eso es algo que pasa constantemente, pero hacer las cosas como las hicieron… Lo peor es que tuve que escuchar encima que ya me había llevado la pasta, pero esa no es la cuestión, yo no quería la pasta, que se le metan por donde les quepa. Es posible que haya gente para la que lo más importante sea el dinero, pero mi planteamiento es otro, era mi trabajo, el club era mi vida y fui maltratado por una directiva que, en realidad, lo único que quería era manejar el club de una manera oscura, algo que luego se ha demostrado.
¿Sigue dolido?
Me hicieron mucho daño y a mi familia también, lo pasamos muy mal. Ni siquiera me dejaron pasar por Lezama a recoger mis cosas. Me trataron como si fuera el enemigo público número uno y hablo de la directiva, porque los empleados del club me trataron entonces y me siguen tratando con absoluta normalidad.
Así que no ha vuelto por Lezama. ¿Va a San Mamés?
No he vuelto a San Mamés, pero al equipo le sigo viendo todos los partidos. Al primero que he ido a verle en directo es el que jugó en Manchester. No pensaba ir, pero unos amigos me animaron, casi hasta me forzaron.
No se habrá arrepentido.
Qué va. Menos mal que fui. Estuve con Santi Urkiaga y fue precioso. El ambiente en el campo fue maravilloso, menudo partido hicieron. Y cómo se portó allí la gente conmigo, la cantidad de saludos y de fotos que me hicieron en la calle antes del partido. Ahora que, viendo cómo juega este equipo, uno sale contento sea el resultado que sea. Le ves jugar y ves perfectamente la filosofía del club, se han recuperado los antiguos valores en el campo. Todavía hay trabajo por hacer, pero estoy convencido de que se va a hacer. Ojalá ganemos un título y si pueden ser los dos, mejor. Pueden hacerlo y sería muy positivo para todos esos seguidores que no han vivido este tipo de eventos.
Ha calado en usted el nuevo proyecto.
Estoy encantado. Lo que está haciendo el equipo es una pasada. Lo primero es que creo que Josu Urrutia representa plenamente la filosofía del Athletic y eso se ha transmitido al vestuario. Luego, está Bielsa. Me da pena no haberle conocido, pero lo que este hombre transmite a mí me emociona. Ha sido capaz de convencer a sus jugadores de que pueden conseguir lo que no está en los escritos. Por todo esto digo que me da pena no haberle podido conocer de cerca, en el día a día. Bielsa encaja a la perfección en la forma de ser de este club. La gestión que hicieron Josu y José Mari Amorrortu para ficharle es del más alto nivel. Probablemente sea el mayor acierto que ha tenido el club en muchos años.