Un simple paseo es suficiente para activar la memoria y estimular la añoranza de Ángel María Villar Llona, que desde hace casi un cuarto de siglo pisa muy esporádicamente las calles que conoció de niño. "¡Qué limpio está!", apunta para resaltar cuánto ha cambiado la fisonomía de Bilbao, que se parece poco a aquella ciudad oscura donde se pasaba las horas dándole al balón con la gente del barrio. El Ayuntamiento le distinguió ayer como unos de los Ilustres Bilbainos 2011 por su condición de máximo dirigente del fútbol español. El exjugador del Athletic acudió al encuentro con Iñaki Azkuna acompañado por toda su familia, que aún reside en la Villa.

El primer recuerdo le traslada a su infancia: "Vivíamos en Luis Briñas. Desde las ventanas de casa veía a los jugadores del Athletic entrenar en San Mamés", escenario de la mitad de los casi 300 partidos oficiales que a lo largo de diez temporadas jugó vistiendo de rojiblanco. "Tengo grandes recuerdos del Athletic, que me ayudó a formarme como deportista y como persona. Fue mi hermano Antontxu (a su lado ayer al recibir la distinción) quien me llevó al infantil. El Athletic, los Escolapios, el Instituto y Deusto…", enumera orgulloso.

Y nombra a Ángel Iribar, con quien compartió caseta, como alguien especial en medio de "los entrañables recuerdos que me trae el Athletic. Siempre que voy por ahí, por España o por cualquier sitio del mundo, digo de donde soy y que he jugado en el Athletic, para mí el mejor club del mundo y del que soy hincha". No quita una letra a su declaración, al revés se reafirma antes de introducir un leve matiz: "Y sé perfectamente cuáles son mis responsabilidades por el cargo que ocupo".

A Villar se le ve contento en el hall del Ayuntamiento, "como un niño con zapatos nuevos", por el reconocimiento del que es objeto en su casa: "Estoy muy agradecido y quiero felicitar a las demás personas a las que se premia, con una de las cuales tengo una relación de hace tiempo". Se refiere a Adela Asua, jurista y magistrada del Tribunal Constitucional, que fue su profesora de Derecho Penal en Deusto.

Volver a casa Asegura que le gustaría volver a Bilbao, a vivir, "igual que a mi mujer y a mis hijos", pero es incapaz de establecer una fecha, ni siquiera aproximada. Su carrera al frente de la Federación Española parece no tener fin, una responsabilidad que encajaba con su personalidad. Nada más colgar las botas accedió a la Federación Vizcaina, lo cual no sorprendió a quienes le conocían bien: "Los compañeros me decían que no sería entrenador sino dirigente, porque ya entonces me preocupaba por los asuntos de los jugadores, me hacía eco de sus inquietudes, escribía cartas, les asesoraba si había que hacer alguna reclamación, trataba de defenderles y me daba cuenta de que los directivos estaban mucho mejor preparados que el futbolista". Dieron en el clavo.

Aparcados los recuerdos, ante cuestiones de actualidad, Villar mide cada respuesta. La premura de tiempo le sirve de pretexto para no pasar de puntillas por la situación del fútbol con sus leyes concursales, horarios televisivos, y demás temas de conversación y debate: "Si vamos al detalle necesitaríamos otra entrevista". No tiene inconveniente en extenderse si el tema va del Athletic, al que augura un futuro feliz: "Tiene un buen equipo y está jugando muy bien. Yo confío en que al final de la temporada consiga los objetivos que persigue. La Primera División es complicada, pero está tomando protagonismo".

No acudirá al próximo encuentro de la selección de Euskadi, cuyos colores defendió ("jugué en cuatro o cinco ocasiones"), dato que le legitimaría sobradamente para ser un espectador más, pero hay lo que hay: "Soy presidente de la Federación Española y deseo lo mejor a todo el fútbol vasco y la consolidación de todas la federaciones autonómicas, que son 19. No he asistido a un partido de la vasca, voy a todos los de las distintas selecciones españolas y también suelo acompañar a los clubes cuando juegan partidos internacionales. A todo tampoco puedo llegar".