BILBAO. Su paso por la presidencia fue de todo menos amable, aunque Ana Urkijo Elorriaga (Bilbao, 1953) asegure que solo guarda buenas sensaciones de aquella experiencia, que le resultó muy valiosa en el orden personal. El equipo estuvo peleando por la permanencia hasta la última jornada de Liga y el entorno del club alcanzó niveles de crispación desconocidos, lo cual no es óbice para que haga una lectura en positivo de cuanto aconteció y compartió con quien estuvo a su lado en una directiva diezmada, así como con los empleados y personal deportivo de la entidad. Dice que entre todos evitaron un desenlace traumático y consiguieron "restablecer el equilibrio en el Athletic".

¿Cómo ve al Athletic a día de hoy?

Creo que el Athletic goza de buena salud en el sentido de que tenemos los mimbres necesarios para que el equipo dé resultados, jugadores que ya no son promesas sino gente consolidada y que solo precisa de unos ajustes para que sea optimizada.

Alguien que como usted ha conocido el club por dentro, ante la pregunta anterior necesariamente tendrá una visión distinta a la del aficionado.

Es inevitable. La primera vez que estuve en una directiva me di cuenta de que mi visión previa era exclusivamente deportiva, me sentaba en mi localidad y veía al equipo. Después de estar dentro analizas al Athletic en toda su dimensión porque para quienes están dentro hay muchas cosas que ocupan y preocupan que el aficionado no ve desde fuera. El Athletic como fenómeno sociológico es mucho más que un club deportivo, está muy permeabilizado en esta sociedad y significa mucho más que un simple equipo de fútbol, pero hay cuestiones que no deben trascender del ámbito interno del club. Un presidente tiene que ser consciente de que cuando algún seguidor se te acerca quiere escuchar una serie de cosas, pero también de que hay otras muchas que deben quedar dentro de su despacho al cerrar la puerta y esas no llegan a la calle. Así que sí, miro al Athletic con ojos distintos.

De modo que es entrar en Ibaigane y cambiar el chip.

Me desencanté mucho al entrar en lo que concierne a esa visión romántica que uno tiene del club cuando eres solo una aficionada. Eso sí, quien está dentro debe pulsar las teclas adecuadas para que ese romanticismo prevalezca en la visión del aficionado. No hablo de mentir o engañar, pero hay cuestiones que pertenecen al ámbito privado y que hay que preservar por el bien de la entidad. Así se logra que el Athletic siga siendo lo que siempre ha sido.

¿Y qué es eso?

Para mí sigue siendo un símbolo que tiene mucha fuerza y nos trasciende a todos, es una forma de ser, algo que forma parte de nuestra vida. Diría que es algo así como la fuerza del pueblo, de un pueblo que se siente único, diferente y se enorgullece de ello.

Dice Josu Urrutia que él no es presidente, que él está de presidente como antes estuvo de jugador.

Esa frase que dice Josu la dije de otra forma en su momento. Dije que estaba ejerciendo de presidente. Soy Ana Urkijo antes, durante y después, luego en la vida se te presentan una serie de cometidos de los que te responsabilizas. Yo no nací madre, pero tuve hijos; tampoco nací abogado, pero ejerzo como tal y en un momento dado ejercí de presidente del Athletic porque las circunstancias así lo propiciaron.

Vamos, que coinciden.

Pensarlo así me facilitó mucho mi labor porque me permitía desdoblarme y tener una visión, como si fuera a vista de pájaro, sobre lo que hacía y, de paso, me fui preparando para cuando lo dejase. Yo no era notable por mí misma, sino que el cargo que ostentaba lo es, por la profundidad y transcendencia que comporta, así que me coloqué detrás del cargo, no delante. Hablamos de algo transitorio.

Declaró al suceder a Lamikiz que como mujer que es haría las cosas de distinta manera a los hombres.

No se puede disociar el ejercicio del cargo de la impronta personal de cada cual: actúas tal como eres y le das carácter, el tuyo, al ejercicio de esa misión. Insisto, siempre teniendo claro que no eres el cargo. Mi padre me enseñó que las personas que pasan por el Athletic, pasan, lo que permanece es la institución. Si entras es para estar al servicio de, no para servirte de.

Su etapa en la presidencia fue breve, no llegó al año, pero tremendamente intensa.

Mira, durante estos últimos cuatro años me he hartado de oír hablar del bienio negro, de que se venía a ordenar la casa y similares. Quienes tras la salida de Lamikiz nos quedamos en el club hicimos un ejercicio de responsabilidad. Me habría gustado, no tanto por mí como por el grupo que éramos, que se hubiese reconocido la labor que desarrollamos. Lo más fácil hubiera sido marcharnos y abocar al club a unas elecciones traumáticas en mitad de temporada. Al quedarnos teníamos mucho que perder en el plano personal, pero se sacó adelante al equipo gracias a un enorme esfuerzo de todos e incluyo por supuesto a los empleados del club y a los profesionales en el ámbito deportivo, jugadores y técnicos.

Lo de mucho que perder lo dice por el riesgo de descenso.

Si llegamos a descender quedamos estigmatizados para el resto de la historia. Ya digo que he echado en falta otro tratamiento para una gente que bregó con todo para salvar un momento crítico y gracias también a esa aportación el club sigue siendo lo que es. Se vivió la crisis institucional más grave de toda la historia del club.

Con la perspectiva que concede el tiempo, cómo valora aquella crisis.

Aquella experiencia, por ser lo complicada que fue, me ha dejado diversas sensaciones y todas positivas. Empezando porque a nivel personal es muy importante ejercer de presidente. Ocupar un cargo así constituye un honor, pero también me ayudó mucho en mi evolución como persona. Me permitió descubrir capacidades que no había desarrollado, lo cual me dejó satisfecha. También creo que hicimos un trabajo que la historia sabrá valorar y no quiero resultar pretenciosa en absoluto, pero en medio de una acusada crispación social, en un contexto de convulsión institucional sin precedentes, el Athletic quedó donde debía quedar, en Primera, eso fue así con todos los factores en contra, todo era adverso y se logró.

Crisis, descenso, presión... ¿Destacaría algún otro aspecto de su mandato?

Pues hubo logros importantes. Cogimos el testigo de directivas anteriores y pusimos en marcha lo del nuevo campo. Y sí me gustaría resaltar algo porque mucho se ha hablado del campo, mucho se ha agradecido a las instituciones, etc, pero el auténtico artífice de que el nuevo campo se vaya a materializar y de que el Athletic se vaya a beneficiar metiéndose de lleno en la modernidad, es el socio. Cuando llevamos a la asamblea el asunto, que necesitaba el refrendo de dos tercios para ser aprobado, fue el socio, a través de los compromisarios, quien dio el visto bueno al proyecto y nunca he escuchado nada a este respecto. La Asamblea respondió con sentido de responsabilidad en un marco muy negativo en lo deportivo. Lo importante no es poner la primera piedra o los socios barria, no, fue el socio que ejerció su derecho y se ha obviado que aquel trámite es la clave de todo.

También a aquella junta que usted encabezó le corresponde el mérito de haber redactado unos estatutos para el nuevo campo que preservan la posición de privilegio del club.

El uso exclusivo del campo es del Athletic y el Athletic tiene siempre la última palabra en la Sociedad San Mames Barria. Sí, es así. Tuvimos mucho cuidado para que el Athletic no perdiera su posición o se hipotecase en aquella redacción de unos estatutos que son los pilares del campo. Defendimos a ultranza lo que estimábamos era mejor para el club, pero esto era una obligación nuestra, el O.K. correspondía al socio.

También les corresponderá alguna cuota de culpa en la crisis que se desencadenó durante el mandato de Lamikiz.

Nunca se ha visto que un presidente elegido en las urnas y con una mayoría tan holgada además, tuviera que marcharse como lo hizo. Yo dije después que el Athletic no podía permitirse que algo así volviera a ocurrir porque suponía un peligroso debilitamiento de la entidad y dejaba a los futuros dirigentes en una posición muy frágil. Si no gusta una gestión, no puede funcionarse como en el circo romano y asistir a espectáculos como el vivido en San Mamés ante el Atlético de Madrid, cuando todo el campo pidió que Lamikiz se fuera. Cometimos una serie de errores, es verdad, pero hubo cosas que no son de recibo. Ese mismo día aparecieron pasquines en el campo incitando a que se pidiera la dimisión de Lamikiz, hubo una campaña en prensa evidente...

Quiere decir que aquello no fue espontáneo, sino dirigido en alguna medida.

Había una oposición que se preocupó de que la dimisión tuviese lugar. Errores claro que se cometieron, pero no que justificasen la situación límite que se generó, para algo hay cuatro años de mandato y elecciones. Todos los presidentes se han equivocado y con Lamikiz hubo aciertos también.

Habla de errores y hubo alguno palmario, como el de Zubiaurre, pero quizás el desencadenante de todo fue lo sucedido con Ernesto Valverde.

Pasó que Lamikiz y Valverde nunca sintonizaron. A Valverde se le abrió la puerta en febrero, aunque se fuese a final de temporada. Efectivamente en septiembre (mes en que Lamikiz dimitió) se escenificó la crispación existente, pero el tema venía de atrás, hubo distintos episodios y actitudes externas que influyeron. Lamikiz no valoró que había un técnico que era del gusto de la afición, que tenía resultados y tenía sintonía con el vestuario. Quizás si Mendilibar hubiera tenido buenos resultados no hubiese pasado nada, pero no fue así y el ambiente ya estaba muy enrarecido.

Insiste pues en que hubo una labor organizada que contribuyó a la crisis.

Fue clarísimo. Hubo un proceso de desestabilización, pasaron cosas que no se pueden ni contar que obedecían a intereses personales, no a los del Athletic. Antes he dicho que hay cosas que el socio no tiene por qué enterarse, en una situación tan peliaguda los directivos tienen que mirar para que ciertas cuestiones no trasciendan. La directiva nuestra tuvo que preservar cierta información, custodiar su privacidad para que el Athletic siguiese funcionando. Yo dije que no iba a mentir, pero que había cosas que no diría porque tenía una responsabilidad. Nosotros, el grupo que nos quedamos después de Lamikiz, trabajamos para restablecer el equilibrio en el club.

¿Nunca pensó en presentarse a las elecciones posteriores a su corto mandato?

Después de navidades empezó a salir el tema de las elecciones y escuchaba voces que me animaban a ello y no voy a negar que pasó por mi cabeza, pero cuando llegaba a casa y estaba sola, yo sabía que no, y entre otras cosas porque había accedido a la presidencia por unas causas concretas. En casa me senté en un papel en blanco, hice una raya y puse los pros y los contras. Entonces tomé la decisión en firme y no la compartí con nadie, ni con mi familia. Si me hubiese dejado llevar por el entorno... pero hay que ser coherente con una misma y me dije que no.

Y hasta hoy.

También en estas últimas elecciones me vinieron a animar, pero no. Y quisiera aprovechar para decir que una parte esencial de mi experiencia en la presidencia es el agradecimiento y el trato que me ha dado la gente anónima, y hablo de muchas personas que se me han acercado para darme las gracias por lo que hicimos. Esto es lo más gratificante de este capítulo de mi vida. También quiero añadir que no tuve hipotecas, que tuve las manos libres para actuar en conciencia, libertad para gestionar, y unas elecciones suelen llevar aparejadas hipotecas.

Descendiendo a un plano menos conflictivo, aunque sea trascendente, está la cuestión de su condición de mujer que ingresa en un mundo de hombres.

Podría escribir un libro, pero no en plan de tesis, que no me va, sino de anécdotas. Entrar en un mundo de hombres implica conocer la realidad. El día en que la mujer sea consciente de que no tiene que buscar la aprobación de nadie habrá dado un paso importante para estar en puestos de dirección. Ya se sabe que a ese nivel el hombre tiene un primi, se le presupone su capacidad, mientras que la mujer se lo tiene que ganar. Pero eso se superará porque el mundo va en esa dirección.

¿Qué pasó cuando encabezó la expedición del Athletic a Turquía, para visitar al Besiktas?

Sabía que iba a un país donde la mujer es de segunda categoría, pero hacía mucho tiempo que había aprendido a no agobiarme si por mi condición de mujer se crea una situación incómoda, en todo caso que se incomoden quienes propician eso. Yo fue allí a dar la buena imagen que el Athletic merece. En la comida me levanté y me puse a hablar en turco. Eran cuatro frases larguitas que me preparó el intérprete y que me costó pronunciar, y así capté la atención de los directivos turcos, que pasaron del desdén inicial a la expectativa y luego a la rendición. Al final me vino un directivo del Besiktas y me dijo que yo engarzaba la tradición de un club con una gran historia con la modernidad por ser una mujer dirigente. Sí, he tenido que demostrar que soy digna de ser respetada, lo cual he hecho con mi comportamiento porque forma parte de un juego de siglos que tenemos que ir superando. Pero no solo aquella vez en Turquía, también en reuniones con los presidentes de la Liga. Un día Lopera me preguntó si era como Teresa Rivero (presidente del Rayo) y le respondí que en qué sentido me lo preguntaba porque mujer si soy. Entonces me dijo que ella gritaba y se levantaba en el palco. Solo le contesté que yo represento al Athletic.

¿Quedará usted como la única mujer que ha accedido a la presidencia del Athletic?

A corto plazo no creo que sea fácil que haya otra mujer. Di el paso en los 90 de ser directiva, siempre hay una primera vez para todo y yo he dado pasos al frente, también en el ámbito de mi profesión. La necesidad de que la mujer ocupe cargos se va a ir paulatinamente reconociendo y en efecto creo que a medio plazo habrá una mujer que se presente a las elecciones y las gane. Hombres y mujeres tenemos que compartir las responsabilidades e iremos rompiendo ese techo de cristal. La mejora viene si todos y todas tenemos la posibilidad de realizarnos y eso incluye aspirar al liderazgo. Así que, ¿cómo no voy a creer que una mujer volverá a representar al Athletic? Estoy convencida.