Una de las primeras llamadas que hizo Joe Biden como presidente electo de EE.UU. fue al primer ministro británico, Boris Johnson. Su conversación no se limitó a cortesías diplomáticas, sino que el estadounidense lanzó una advertencia: el Brexit no puede poner en riesgo la paz en Irlanda del Norte.

Biden, que suele airear con orgullo sus raíces irlandesas, ha irrumpido en el tablero de juego de la negociación entre el Reino Unido y la UE en el momento culminante, cuando quedan ocho semanas para evitar una ruptura definitiva sin acuerdo.

La presión del presidente electo se dirige contra una de las bazas negociadoras de Johnson, que amenaza con incumplir el protocolo para evitar una frontera entre las dos Irlandas tras el Brexit en caso de que no haya acuerdo, lo que pondría en jaque el tratado de paz firmado en 1998.

Ese gesto habría dejado en evidencia la "relación especial" entre Londres y Washington que todos los primeros ministros británicos han utilizado desde que así la definiera Winston Churchill en 1946, y en homenaje a la alianza histórica que para la victoria aliada forjó con el presidente Franklin Delano Roosevelt.

El Gobierno británico está tramitando una ley con la que se reserva el derecho a dejar de controlar las mercancías que cruzan entre la isla de Gran Bretaña y la región de Irlanda del Norte, tal como se había comprometido a hacer en el tratado de la UE.

Si Londres incumple ese compromiso, la Unión Europea podría establecer una aduana en la frontera terrestre de la República de Irlanda.

El ahora presidente electo ya alertó de que bloqueará las negociaciones comerciales en marcha entre Londres y Washington si a raíz del Brexit queda comprometida la paz en Irlanda del Norte.