Dublín - El partido Fine Gael del primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar, y el centrista Fianna Fáil de Micheál Martin, líder de la oposición, se disputan la presidencia en las elecciones celebradas el sábado, en las que ninguno obtendrá la mayoría absoluta. Las dos formaciones hegemónicas irlandesas, con muy pocas diferencias ideológicas entre ellas, se han visto sorprendidas por la histórica irrupción del izquierdista Sinn Féin, antiguo brazo político de ya inactivo IRA, que de la mano de Mary Lou McDonald ha acabado con casi un siglo de bipartidismo. Cuando se habían adjudicado 134 de los 160 escaños en juego, el Sinn Féin obtenía 37, por 29 del Fine Gael (FG) y 27 del Fianna Fáil (FF). El Sinn Féin se ha mantenido en cabeza desde que comenzó el recuento el domingo, tras lograr el 24,5% de los votos de primera referencia, frente al 22,2% del FF, el 20,9% del FG, el 7,1% del Partido Verde y el 4,4% del Laborista.

El sistema de transferencia de votos entre aspirantes -procedentes de segundas y posteriores opciones expresadas en la papeleta- beneficia más al FG y el FF que al Sinn Féin, que presentó menos candidatos que sus dos grandes rivales.

Los tres, no obstante, se quedarán lejos de la mayoría absoluta, lo que les obligará a buscar apoyos entre los partidos minoritarios e independientes. "Quién sabe, quizá sea la próxima taoiseach (primer ministro en gaélico)", fue la respuesta que dio ayer McDonald cuando fue preguntada en la calle por sus opciones para liderar el próximo Gobierno.

La líder republicana, dublinesa de 50 años, ha sido la gran protagonista de unos comicios que han transformado el tablero político irlandés, señalando los pies de barro de la boyante economía nacional, que registra la tasa de crecimiento más alta de Europa y pleno empleo, pero a costa de un enorme incremento de la desigualdad en el país, sin que el crecimiento llegue a la mayoría de la población.

los perdedores de la crisis En ese sentido, ha sabido transformar en votos el descontento de una gran parte de la ciudadanía, entre ellos los más jóvenes, con la crisis de la vivienda, el encarecimiento del alquiler o el deterioro de la sanidad pública. "Esta campaña ha girado en torno al cambio. La gente ha votado a Sinn Féin para que esté en el Gobierno, para que marque la diferencia, para ponernos a prueba, para cumplir con las promesas", explicó McDonald en una entrevista con la cadena pública RTE.

La dirigente nacionalista quiere un Ejecutivo progresista y, aunque no descarta una coalición con democristianos o centristas, ha dicho que preferiría gobernar sin el apoyo de FG o FF, los partidos que se han repartido el poder desde la creación de este país hace casi un siglo. De hecho, sus primeros contactos para explorar opciones de gobierno ha sido con otras formaciones minoritarias, como verdes, laboristas, socialdemócratas o diputados antiausteridad.

Por su parte, Varadkar y Martin siguen insistiendo, aunque cada vez con la boca más pequeña y con ambigüedades, en que no pactarán con los republicanos por sus políticas económicas, que tachan de populistas y radicales.

El ministro de Finanzas y director de campaña del FG en estas elecciones, Paschal Donohoe, afirmó que, "probablemente", su partido "mantendrá algún tipo de contacto con el Sinn Féin" cuando se conozcan los resultados, pero repitió el mensaje de su líder sobre el rechazo a formar gobierno con McDonald.