Impactados por la llegada masiva de refugiados a la isla griega de Chios en 2015 un grupo de socorristas fundó Salvamento Marítimo Humanitario (SMH), la ONG que gestiona el Aita Mari. Una década después y tras muchos obstáculos y algunos sustos su director, Iñigo Mijangos, asegura que el abrazo de un migrante en cubierta “lo compensa todo”. El Aita Mari, un viejo atunero vasco de nombre Stella Maris Berria que iba para el desguace, fue reconvertido en buque de rescate y tomó el nombre de José Mari Zubia, conocido como Aita Mari, en recuerdo del pescador guipuzcoano que realizó numerosos salvamentos y que murió en uno de ellos en 1866. El barco realizó su primera misión en 2018 y desde entonces ha rescatado en el Mediterráneo central a más de 1.500 migrantes, aunque SMH, junto con la ONG Proe Maid, de Sevilla, y Liveline, de Alemania, salvó en 2017 a otras 1.000 dentro de la iniciativa Maydayterraneo. El proyecto surgió por el “sentimiento espontáneo” de ayudar a los refugiados que habían llegado a Chios, donde SMH ha brindado asistencia humanitaria y sanitaria a más de 100.000 personas. “No es un campo de refugiados, es un campo de registro y si lo llamamos con su verdadero nombre tendríamos que decir que es un campo de detención”, asegura Mijangos.
Una experiencia dura
De hecho, el paso por este lugar ha sido la experiencia más dura de las que ha vivido en la última década el presidente de SMH, una ONG que cuenta con numerosos galardones como el Premio de Derechos Humanos René Cassin del Gobierno vasco. “Es un horror, y a esas personas, que llevan allí diez años totalmente olvidadas, se les despoja de toda dignidad, supuestamente cuando están custodiadas por la Unión Europea”, subraya. En el mar ha visto de todo. “Chavales con quemaduras de cigarrillos, con fracturas por el trato recibido en Libia. Nos lo cuentan cuando los rescatamos y vemos las heridas que tienen”, señala. “Todo esto está contado en el Parlamento Europeo, son hechos reales, con testimonios y testigos”, remarca Mijangos, que recuerda varios episodios en los que militares libios dispararon y subieron al barco para amedrentar a la tripulación y a los migrantes. Libia es un país “totalmente desestructurado” en manos de milicias en el que no hay gobierno y es “un pozo sin fondo”. “La UE puede enviar dinero años y años, pero no se resolverá la situación”, augura el capitán Mijangos, que ha sido también testigo de cómo las mafias se adaptan, las rutas cambian a recorridos cada vez más peligrosos y la situación empeora, a su juicio, “por falta de voluntad política”. “La agenda migratoria europea se puede leer de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, pero es racista y no va a solucionar el problema, porque el problema lo provoca la propia política migratoria”, asegura Mijangos, que critica el “cinismo de la UE” que habla de respeto a los derechos humanos y “en la misma frase afirma que hay que renovar el convenio con Libia”. “La forma de evaluar todos estos años no se puede hacer con un recuento de personas rescatadas, sino que deberíamos utilizar un medidor de unidades de sufrimiento y nos quedaríamos escandalizados”, advierte. Las dificultades han sido numerosas. “Pero las personas a las que ayudas te lo dan todo”, agrega. Recuerda el caso de una mujer a la que salvaron hace unos años, que posteriormente consiguió establecerse en Italia y que, en la actualidad, es socióloga y ha escrito un libro. “Ella asegura que, tras mucho tiempo, se volvió a sentir persona en el momento en el que pisó el Aita Mari. Esas son las cosas que te quedan dentro”, reconoce. Cuando el desánimo asoma, afirma que “la indignación siempre puede más que el cansancio”. “Cuando estoy agotado y abren la boca ciertos políticos me digo a mí mismo que hay que poner pie en pared y que no podemos consentir esto”, concluye. SMH ha puesto en marcha una campaña de microfinanciación para cubrir los gastos del barco y del resto de actividades que llevan a cabo con el propósito de alcanzar un mínimo de 22.000 euros.
En corto
Frontex
Sigue la búsqueda. Un avión de Frontex continúa realizando vuelos de búsqueda aérea en la zona marítima comprendida entre Formentera y Cabrera para tratar de localizar a los migrantes que habrían saltado al mar de una patera que fue rescatada el miércoles con cinco personas a bordo. Fuentes de Salvamento Marítimo han explicado que desde el viernes se vienen realizando vuelos para tratar de localizar a los migrantes. Este domingo también hay vuelos programados y continúa la búsqueda y, de momento, no hay novedades. El operativo, con medios de Frontex y de Salvamento Marítimo, empezó el pasado 13 de noviembre, cuando la llamada de unos familiares de uno de los ocupantes de la patera recibió un mensaje de socorro desde la embarcación. En el mensaje indicaban que se encontraban a unas 50 millas al sureste de las islas Pitiusas.