Natural de Bilbao, tras dos décadas en el mundo cooperativo, Natxo de Vicente se incorporó a Mundukide. Hoy vive en Porto Alegre, desde donde acompaña la formación y el crecimiento de cooperativas ligadas al Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).

¿Cómo acaba un economista de formación y trabajador de Copreci en Mundukide?

Con 50 años y los hijos ya mayores, necesitaba un cambio vital. Conocí Mundukide gracias a un proyecto en África. Empecé en con ellos en el 2019.

¿Sintió desde el principio esa vocación social?

Siempre he tenido sensibilidad social porque he participado en proyectos de forma más esporádica. Además, trabajar en una cooperativa implica un componente social.

¿Qué fue lo que más le atrajo de Mundukide?

Su vínculo con las cooperativas. Mundukide no es una ONG que dé ayudas puntuales; su enfoque es la formación y la transformación social a través del cooperativismo. Tras 21 años en Copreci, trabajar con Mundukide, fuera de Euskadi, me resulta enriquecedor.

"Trabajar con un movimiento que lucha contra esa desigualdad merece la pena. A veces cuesta pensar que haya personas que no vean la desigualdad como un problema"

¿Cómo surgió la colaboración con el MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra)?

Ellos estaban estudiando diferentes experiencias de constitución de cooperativas en el mundo y visitaron Euskadi. Les gustó nuestro modelo cooperativo y empezaron a colaborar oficialmente con Mundukide.

La labor de Mundukide en Brasil

¿En qué consiste labor de Mundukide?

La labor se centra en la formación, especialmente de jóvenes y mujeres, dotándoles de herramientas técnicas, aunque simples. Cuando se apropian de esas herramientas y las ponen en funcionamiento, ves resultados y un impacto real. Por ejemplo, con el MST, el mayor movimiento social de América Latina, los agricultores empezaron hace 40 años organizándose tras perder sus tierras con la industrialización. A través de la formación, hoy crean ecosistemas muy potentes.

¿Qué tareas desempeña usted?

Colaboramos con pequeñas escuelas. Inicialmente, se enfoca en alfabetización, enseñando a leer y escribir con metodología freiriana, y también a conocer sus derechos. Luego trabajamos con la segunda generación de jóvenes, hijos de aquellos que empezaron a ocupar la tierra, dándoles herramientas de viabilidad económica, organización y gestión de cooperativas. Para ellos, lo que para nosotros es natural, es transformador.

¿Cuántas cooperativas forman parte del MST?

El MST cuenta hoy con unas 200 cooperativas. Hace apenas 20 años eran 10 o 15. El crecimiento ha sido enorme. Lo más ilusionante es ver cómo la juventud se va incorporando al día a día y asumiendo responsabilidades de liderazgo.

Una experiencia enriquecedora

¿Qué supone personalmente esta experiencia?

Muchísimo, y todo positivo. Trabajar en proyectos de transformación social también te transforma a ti. Es muy emocionante estar inmerso en dinámicas que generan cooperación y solidaridad, y comprobar cómo mejora la vida de familias y comunidades enteras.

"Recomiendo vivir esta experiencia. No es una decisión fácil, pero merece la pena. Es muy enriquecedora en todos los sentidos"

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¿Es muy diferente Brasil de la concepción que tenemos en Europa?

Sí, sobre todo desde el punto de vista económico, la desigualdad es brutal. Trabajar con un movimiento que lucha contra esa desigualdad merece la pena. A veces cuesta pensar que haya personas que no vean la desigualdad como un problema.

¿Cuáles son sus planes de futuro?

Estoy desarrollando un nuevo programa en un municipio para fomentar el cooperativismo entre los jóvenes.

¿Recomendaría la experiencia a otras personas?

Sin ninguna duda. No es una decisión fácil, pero merece la pena. Aunque depende de cada persona. El tema de la transformación social debe ser una prioridad absoluta. Si la persona en cuestión valora realmente ese aspecto, esta experiencia es muy, muy enriquecedora en todos los sentidos.