Elisa Sagredo, pamplonesa de 31 años, y Daniel Blasco, riojano de 35, llevan varios años dedicándose a la cooperación internacional, entregando su tiempo y su energía a comunidades de distintos rincones del mundo. Son pareja y cooperantes pero, sobre todo, son dos jóvenes que decidieron dar un giro a sus vidas para disfrutar con intensidad lo que entienden como su misión: compartir.

En el caso de Elisa, ese camino comenzó casi por casualidad. Estudiaba Magisterio cuando se animó a hacer un curso de monitor de tiempo libre. Tenía que realizar prácticas y eligió una casa de acogida en Cantabria. “Allí entendí lo importante que es compartir tu tiempo con los demás”, recuerda. Después llegaron Ucrania, Ecuador, Colombia, Timor Oriental y, ahora, Perú. En cada lugar fue descubriendo que el voluntariado no es tanto lo que uno da como lo que recibe. “Aprendes a valorar las cosas importantes, que para mí son las personas, más que los objetos materiales”, asegura.

Su mirada se detiene en los niños y niñas con necesidades educativas especiales, experiencias que han marcado su vida. Durante su estancia en Colombia, en el año 2022, conoció a Albeiro, un niño ciego que no iba a la escuela porque no estaba adaptada. Elisa fue a su casa, habló con la familia y consiguió que empezara a asistir al colegio. “Fue muy emocionante ver cómo aprendía las primeras sílabas en braille y, sobre todo, cómo sonreía al sentirse incluido”.

“He aprendido más de lo que he aportado. Me he dado cuenta de que lo importante es aprender y compartir vida”

Elisa Sagredo - Cooperante de la ONGD Egoaizia

Daniel, por su parte, llegó a la cooperación desde un camino distinto. Ingeniero de formación, reconoce que la influencia de un profesor de ética en el colegio le abrió los ojos. Empezó haciendo voluntariado en Logroño, apoyando a personas sin hogar. “Ahí descubrí que lo que haces tiene un sentido que va más allá del trabajo. Ayudas a los demás y te sientes bien”.

Durante años, la cooperación quedó en segundo plano hasta que conoció a Elisa en 2023. Poco después, ella partió hacia Timor. “Me fascinaba que dejara todo para irse a un lugar desconocido a ayudar. A la vez me dolía la distancia, pero me parecía increíble su capacidad de entrega”, confiesa.

Cuando Elisa volvió, pidieron una excedencia en sus trabajos y viajaron a la isla de Atauro (Timor Oriental) para sumarse a un proyecto educativo y comunitario. Fue allí donde Daniel confirmó que quería seguir ese camino.

Elisa Sagredo, durante una actividad lúdica con unos niños en Timor Oriental. Elisa Sagredo

La experiencia en Timor les unió todavía más. Compartieron clases, acompañaron a familias en la montaña y convivieron con niños invisibles para el sistema educativo y la sociedad. “Te das cuenta de que, muchas veces, no hay que hacer grandes cosas; basta con estar, escuchar, pasar tiempo” explica Elisa.

Ahora, gracias a la ONG gipuzcoana Egoaizia, los dos viven en Perú. Primero en Piura, apoyando en temas de educación, empoderamiento de la mujer y gestión del agua, y desde agosto en un pequeño pueblo de Cuzco, donde desarrollarán otro proyecto. Elisa y Daniel transmiten la misma ilusión al contarlo que cuando recuerdan sus primeras experiencias. “Hemos aprendido que la cooperación no es una aventura puntual, sino una forma de vida” asegura él.

“Descubrí que lo que haces tiene un sentido que va más allá del trabajo. Ayudas a los demás y te sientes bien”

Daniel Blasco - Cooperante internacional en Perú

Red de cooperantes

Elisa y Daniel no están solos en esta aventura. Su nombre se suma al de otros cooperantes de Euskal Herria como Natxo de Vicente, Aritz Azparren o Yon Arruti, que al igual que ellos han hecho de la cooperación internacional su modo de vida. Ellos son parte de los más de 2.700 españoles que hoy trabajan en 92 países, desde América Latina hasta África, pasando por Oriente Medio o Asia. A pesar de sus historias, todos forman parte de una misma red: la de quienes luchan por construir un mundo más justo desde lo cotidiano.

En la CAV y Nafarroa la cooperación internacional tiene un arraigo especial. Solo en 2023, las ONGD vascas gestionaron más de mil proyectos en 65 países. Esa presencia constante convierte a estas comunidades en un referente dentro del Estado. La cooperación internacional, apoyada por diversas instituciones y sobre todo por la ciudadanía, multiplica el alcance de iniciativas que transforman la realidad a miles de kilómetros.

Natxo de Vicente, en Porto Alegre (Brasil), con una de las comunidades a las que apoya. Natxo de Vicente

Las cifras

  1. Cooperantes. Actualmente hay 2.737 españoles dedicados profesionalmente a la cooperación internacional.
  2. Perfil. El 74% tiene más de 35 años. y un 53% son mujeres.
  3. Autonomías. El colectivo más numeroso procede de Madrid (21%), seguido por Cataluña y Castilla y León (ambas con un 13% cada una) y Andalucía (11%).
  4. Territorios. Los cooperantes trabajan en 92 países. El 43% están en el África Subsahariana. mientras que el resto desarrolla su labor en América del Sur (25%), América Central y el Caribe (13%), el Magreb (6%), Oriente Medio y Próximo (6 %), resto de Asia (5%) y Europa (2% restante).
  5. Cooperantes por país. Los países que destacan en cuanto a número de cooperantes son Bolivia (con 330 personas cooperantes españolas ahora mismo trabajando allí), Mozambique (211), Senegal (146), Kenia (139) y Colombia (cuenta con la presencia de 116 cooperantes españoles).

Elisa y Daniel ayudan a niños de Timor Oriental en su aprendizaje. Elisa Sagredo

Día del Cooperante

Ese esfuerzo colectivo se reconoce cada 8 de septiembre, cuando se celebra el Día Internacional de las Personas Cooperantes. La fecha fue instaurada hace 19 años, en 2006, para recordar la Declaración del Milenio de Naciones Unidas firmada en el año 2000, que fijó los grandes retos globales contra la pobreza. No se trata solo de un homenaje simbólico, sino de un recordatorio de que la cooperación es un movimiento imprescindible en un mundo como el actual, atravesado por la desigualdad, los conflictos y la crisis climática.

"Ser cooperante significa aprender a estar presente, sembrar esperanza en lo cotidiano, creer que otro mundo es posible y atreverse a construirlo de manera colectiva, hacer equipo y tender puentes entre diferentes realidades"

Elisa Sagredo y Daniel Blasco - Cooperantes internacionales

Más que un trabajo

La definición oficial habla de profesionales que trabajan en proyectos de desarrollo o de ayuda humanitaria, bajo un contrato laboral, con instituciones o entidades públicas y privadas. Pero en la práctica, ser cooperante es mucho más. Es una manera de ser y de estar en el mundo. Elisa y Daniel lo saben bien.

“Para nosotros ser cooperante significa aprender a estar presente, con el corazón abierto y la disposición de escuchar. Es sembrar esperanza en lo cotidiano, creer que otro mundo es posible y atreverse a construirlo de manera colectiva. Es reconocer que la diversidad enriquece, que la vida compartida transforma. Es hacer equipo, tender puentes entre diferentes realidades y descubrir que toda transformación nace del encuentro”, afirman Elisa y Daniel.

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Un grupo de niñas colombianas, felices de tener a Elisa como maestra. Elisa Sagredo

Ese lazo invisible, tan frágil como poderoso, es la verdadera esencia de la cooperación. Por eso el Día Internacional de las Personas Cooperantes no es una fecha más en el calendario, sino la memoria compartida de que el mundo empieza a cambiar cuando alguien decide estar al lado de quien más lo necesita.