Una capa de aire africana ha provocado hoy un incremento de partículas en suspensión que ha teñido Bizkaia del fenómeno conocido como calima, unido además a un aumento de las temperaturas, lo que ha obligado, por ejemplo, al Ayuntamiento de Bilbao a recomendar a los ciudadanos adoptar medidas preventivas como no realizar actividades de “gran esfuerzo físico” y usar el transporte público, entre otras. Euskalmet prevé que esta situación climática, que perdurará durante la jornada de mañana, vaya remitiendo progresivamente hasta alcanzar el jueves un estado de normalidad. “No estamos ante ningún acontecimiento excepcional. De hecho, técnicamente nos hallamos en verano desde finales de mayo, lo que origina que ni la precipitación de tormentas, ni la calima, ni un aviso amarillo suponga nada extraño”, señala a DEIA Santiago Gaztelumendi, director de estrategia y coordinación de la Agencia Vasca de Meteorología. “Que la calidad del aire empeore es lo lógico porque estamos ante un contaminante típico, totalmente natural”, esbroza ante esta intrusión de viento.
Escenarios así pueden obedecer a que, genéricamente, suban los niveles de ozono y propicien que la calidad del aire sea mala o regular. O que sea fruto de polvo en suspensión. Las partículas cuentan con una amplia gama de tamaños y se clasifican en función de su diámetro aerodinámico en PM10 (partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 10 micras) o PM2.5 (diámetro aerodinámico inferior a 2,5 micras). Estos últimas son más peligrosas para la salud, de ahí la necesaria toma de precauciones por parte de la ciudadanía. “Ese polvo que se levanta en el Sáhara por el viento y que es arrastrado hasta la Península se entiende que, cuanto más gruesas son las partículas, se quedarán más cerca de la fuente de emisión, mientras que las más finas pueden transportarse a largas distancias”, explica Gaztelumendi. “Es lo que ha pasado ahora. Por eso no es un evento sorprendente. Otras veces hemos visto al ojo que la calidad del aire era peor, aunque las concentraciones de PM2.5 sí que afectan, de ahí los consejos de las instituciones”, explica.
Esta situación climatológica puede ir acompañada de tormentas o precipitaciones intensas por la tarde o la noche. “Ni que decir tiene que lo único bueno de las tormentas desde el punto de vista de la adversidad es que va a refrescar el ambiente donde toque y va a limpiar el aire allá donde caiga”, precisa. Al hilo de la subida de temperaturas, mientras que hoy el calor ha afectado singularmente a la mitad sur de Euskadi, mañana miércoles se traslada a la mitad norte, aunque los grados centígrados experimentarán un descenso ralentizado hasta colocarse el jueves en una franja de mayor normalidad. Destacan las temperaturas nocturnas, que esta madrugada y la próxima volverán a atorarse entre los 18 y 20 grados.
Por su parte, Jose Mari Blanco, secretario del Colegio Oficial de Biólogos de Euskadi, confirma que fenómenos así “han pasado siempre, aunque antes eran menos numerosos”. “Con el cambio climático se puede estar agravando todo esto ya que anteriormente pasaba una vez al año o cada cinco años. Con temperaturas más elevadas, menos humedad y cambios climatológicos bruscos, puede aumentar la frecuencia de todas estas situaciones. Pasa lo mismo que cuando hablamos de cuestiones como la sequía o las inundaciones”, sostiene. “El polvo en suspensión puede venir trasladado del Sáhara o por lances como el corte de plantaciones de pinos, con aumento de temperatura y un trasiego de viento. A veces es un conjunto de causas”, expone Blanco, que pide al ciudadano “sentido común”.
Recomendaciones
En esta tesitura, el Consistorio bilbaino emplaza a llevar a cabo una serie de acciones para “minimizar los efectos que pudiera provocar en la salud” la calima, especialmente en el caso de las personas que padecen trastornos respiratorios crónicos, enfermedades cardiovasculares o diabetes, los niños y las personas mayores. Entre estas recomendaciones se encuentra “no realizar actividades de gran esfuerzo físico al aire libre” y utilizar en la medida de lo posible el transporte público en los desplazamientos. Se aconseja, asimismo, evitar el contacto con agentes (polvo, polen o animales) que puedan ocasionar alergias y agravar la sintomatología asociada a la contaminación atmosférica. Además, se propone reducir las estancias prolongadas al aire libre y el ejercicio físico o las actividades que impliquen esfuerzo, sobre todo en las horas centrales del día. “Lo ideal sería que ya supiéramos actuar por nuestra cuenta cuando pasan estas cosas pero nunca viene de más que nos lo recuerden porque, a veces, somos muy cabezones”, reconoce Blanco, quien matiza que los estados físicos y de salud propios pueden hacer al individuo “más susceptible”. De hecho, no estaría de más “protegerse con una mascarilla” ante este polvo en suspensión. ¿Y en adelante? “Está claro que nos tocará vivir fases de calor sofocante como este o más”, zanja.