En la calle Lepanto de Paiporta el barro aún llega por los tobillos 13 días después de que esta localidad valenciana se inundara por la dana que azotó algunas comarcas de la provincia, pero no es la única vía, ni mucho menos, ni el único pueblo en estas circunstancias. Miembros de diferentes cuerpos de seguridad o de contratas, voluntarios y vecinos siguen aún sin saber dónde pisan, con un palmo de fango que en algunos sitios aún es más grande porque no deja ver ni la acera ni el final de este drama. “En esta manzana está todo igual”, explica María José Miravet, desde su puerta. “Aquí el agua entró casi hasta el techo en las casas y fuera teníamos cinco coches. Luego estaba todo lo que sacamos de las casas. Ahora queda el barro, en comparación no estamos tan mal”, asume resignada.

38

Las imágenes de Paiporta, destrozada tras la DANA Efe

En la zona más antigua de Paiporta el panorama sigue siendo marrón. Los trastos, al menos, ya han desparecido casi por completo, algo que facilita las tareas de limpieza; en vísperas de cumplirse dos semanas de la tragedia, y en día laborable, el flujo de voluntarios se ha reducido drásticamente. Unos metros más allá, en la calle Florida, la situación es similar. Donde hace unos días había montañas de enseres destrozados ya no hay nada, pero el barro continúa tiñendo la calle. “Estando mal, estábamos mucho peor el viernes”, explica Roberto. “Ahora estamos viendo algo de movimiento”, asegura. Pero el movimiento no es solo para vaciar, aún quedan bajos por drenar y una vez se ha sacado el agua, el barro acumulado en algunos casos se saca a la calle. También el agua de las máquinas de presión caseras ayuda a convertir en fango la tierra no retirada. Unos metros más allá, una cuadrilla de militares se afana en despejar el primer tramo de la calle y en buscar alguna alcantarilla que trague, algo que es casi misión imposible.

Temor ante las nuevas lluvias

Las conversaciones de unos y otros se centran ahora en un sistema imprescindible para devolver algo de normalidad a la zona, pero que sigue colapsado en muchos puntos y sobre el que se cierne la amenaza de las lluvias que pronostican a partir de mañana miércoles. En la zona más nueva el panorama cambia, ya solo tiene barro la plaza Blasco Ibáñez, la que recae sobre uno de los puentes que comunica con la zona antigua. Las vías principales aparecen despejadas y la tierra que queda está seca. Sin semáforos todavía operando y con una capa de barro que aún impide ver el asfalto, el consistorio vecino de Massanassa recibe a sus visitantes, y sobre todo a sus vecinos, dando a conocer que “se ha instalado un aljibe de 7.000 litros de agua en el ayuntamiento”.

El bando se realiza por megafonía, uno de los pocos servicios que no se han perdido por la dana que no deja a los habitantes de este municipio volver a la normalidad.

El hedor sigue penetrando en cada una de sus calles y ahora es turno de la maquinaria pesada, que se afana en retirar los enseres que se siguen amontonado en las puertas de cada una de las viviendas de esta localidad, una más del cordón sur del área metropolitana de Valencia muy afectada por la dana.

Te puede interesar:

Es imposible volver todavía a la normalidad en estos municipios, que, eso sí, han cambiado el sonido de las sirenas de las ambulancias por el del motor de las máquinas pesadas y las mangueras de agua a presión.

El apunte

Vuelta a las clases. Más de 22.000 alumnos de 14 municipios de zonas afectadas por la DANA volvieron ayer a las aulas. Se trata de alumnado de todas las etapas educativas de 47 centros educativos. Los centros que han abierto sus puertas han seguido unos protocolos de limpieza y desinfección para garantizar “la máxima seguridad tanto de alumnado como de docentes y personal de los centros educativos”.