Reclutando superhéroes que sepan lidiar con los palos que da la vida, acaba de nacer la Escuela de Ictus del hospital de Galdakao para dar formación a las familias y vencer toneladas de miedos. Este centro vizcaino ha puesto en marcha, junto a la Fundación Dacer, una Escuela de Familias para pacientes con ictus, cuyo objetivo es darles apoyo desde los primeros momentos, resolver dudas y capacitarlos para que sepan ayudar a sus familiares, a veces, con secuelas muy graves.“Les da miedo darles de comer o de beber porque muchas personas con una lesión de este tipo no pueden tragar. Hay que saber tratar correctamente la disfagia o promover la movilización temprana para evitar rigideces”, explica Marian Espinosa, supervisora de la 8ª Planta del Hospital de Galdakao-Usansolo y, a la sazón, ángel de la guarda.

En el centro, los allegados reciben pautas de estimulación que pueden aplicar desde el minuto uno. Son masterclassque se produce cuando un vaso que lleva sangre al cerebro se rompe, o es taponado por un coágulo u otra partícula.

“La afectación que puede ocasionar en el paciente es absolutamente diversa, pero actuar rápido es vital para que se puede producir la mejoría”, aclara Espinosa, señalando que “cuanto antes se les estimule, más posibilidades hay de recuperación”.

Cada vez, más jóvenes

En la OSI Barrualde-Galdakao se atienden medio millar de ictus cada año pero, según datos de la Sociedad Española de Neurología, en España alrededor de 120.000 personas sufren un ictus anualmente y, de ellas, un 50% fallece o queda con algún tipo de discapacidad que afecta a las actividades básicas de su vida diaria. “Además cada vez hay más pacientes jóvenes, a partir de 50 años, que sufre un accidente cerebrovascular de este tipo”, precisa Espinosa.

Este proyecto de Galdakao “se gestó antes de la pandemia pero luego permaneció paralizado dos años por la crisis sanitaria. Ahora lleva funcionando unas tres semanas y es el primer hospital de toda la red vasca de Osakidetza en implantar un servicio de este tipo”, indica Espinosa, encantada de haber contribuido a poner en marcha una iniciativa tan humana “que vamos a intentar consolidar”.

Siete sanitarios, formados específicamente, imparten estas charlas “imprescindibles porque son discapacidades que alteran la unidad familiar, y estas personas se llegan a sentir muy perdidas”. “Hay que tener en cuenta que, a veces, incluso les cambia el carácter y varían su comportamiento”, afirma.

A pie de cama

Es el personal de enfermería de la 8ª planta de hospitalización y el servicio de Neurología de la OSI la que asume las riendas de esta escuela porque “enfermeras y auxiliares somos las que estamos a pie de cama y conocemos mejor a los pacientes, a las familias y sus miedos”, destaca Espinosa.

En la hoja de ruta, capacitar y empoderar a las familias para que se conviertan en agentes activos de la estimulación del afectado. “Y, sobre todo, la necesidad de establecer rutinas como aquí en el hospital donde los horarios son muy estables”.

Además, logran minimizar el desconcierto y la angustia que sufren las familias tras el diagnóstico y comprenden mejor qué ocurre en el cerebro tras una lesión neurológica y cómo pueden ayudar. “La mejoría se produce sobre todo en los primeros seis meses”, destaca Espinosa.

Las charlas se imparten una vez por semana, alternando horarios de mañana y tarde para una mayor cobertura, y se da opción de asistir por segunda vez si, una vez en casa, les asaltan nuevos temores. “Si tienen preguntas, no les mandamos a casa y ya está, pueden volver a venir y comentar cualquier duda”. Siempre con el reto de que las familias adquieran conocimientos, y mejoren la confianza en si mismas para convertirse en las mejores cuidadoras.

“Cuanto antes se estimule a un paciente con ictus más posibilidad hay de recuperación”

Supervisora 8ª planta hosp. Galdakao