Los marineros de los mercantes que navegan por todo el mundo han sido uno de los colectivos profesionales que más ha sufrido las consecuencias de la pandemia, ya sea porque se han quedado aislados a miles de kilómetros de sus casas o porque, al no ser considerados personal esencial, no han podido recibir la vacuna. Así lo denuncia el director del servicio Apostolado del Mar Stella Maris en Barcelona, Ricard Rodríguez-Martos.

La actividad principal de esta organización es hacer visitas a los barcos y facilitar la comunicación con las familias. En Barcelona cuenta con una residencia con 32 plazas, que aún tiene el aforo limitado y algunas prestaciones cerradas. “Durante lo más duro de la pandemia los marineros no podían bajar a tierra y nos pasaban la lista de la compra por correo electrónico”, recuerda Rodríguez-Martos, que denuncia que han sido uno de los colectivos más perjudicados.

Cuando explotó la pandemia, un grupo de marineros se quedó en la residencia de Barcelona y una tripulación procedente de India se tuvo que hospedar en un hotel “porque no había vuelos”, recuerda.

Los marineros han vivido estas situaciones con “angustia” y un “gran estrés”, ya que durante muchos meses no podían desembarcar en la mayoría de los puertos y no podía llegar la tripulación para relevarles por la limitación de vuelos. Además, son “uno de los sectores menos vacunados”, pese a que desde distintas organizaciones se ha pedido insistentemente que se les considere como personal esencial. - Efe